Creo haber comentado antes en este blog que tengo la costumbre de llevar empezados varios libros simultáneamente. Desde hace ya bastantes años suelo tener comenzados al menos, un libro de poesía, un libro de artículos, uno de cuentos o relatos y dos novelas, a veces, tres. Además me gusta también incluir una edición de bolsillo para leer fuera de casa. En total suman seis o siete. Cantidad que no me agobia o limita en absoluto, y que normalmente se ve incrementada con prensa, guías de viajes, además de revistas de música, de cine o suplementos de fin de semana. Todo inundando mi mesilla de noche.
Mi mujer no se explica cómo puedo llevar tantos libros a la vez, y cada vez que mira hacia mi mesilla, me insta a terminarme alguno y me pide, por favor, que no empiece otro. Pero es algo que no puedo evitar. En cuanto termino un libro, por ejemplo, de artículos, al poco necesito elegir otro que lo sustituya. Así soy yo.
Cada libro posee su momento favorito. La poesía suelo leerla en noches de insomnio; los artículos en los quince o veinte minutos que tengo diarios después del almuerzo y antes del trabajo; los relatos y cuentos por las noches antes de dormir, y las novelas son para cualquier momento.
Este es normalmente mi método. Pero es un método casual, desarrollado por la experiencia que surgió, sin más, por esta agonía que siento de querer leer más de lo que puedo, pero hace que por una razón u otra sea el sistema que me gusta.
Esto no quita que una novela me agarre del flequillo y se haga dueña de todos mis momentos de lectura. Sin más. Sin pedir permiso. Ni falta que le hace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario