jueves, 17 de agosto de 2023

Wilco en el Starlite

De nuevo me encuentro otra noche en el Auditorio de la cantera de Nagüeles de Marbella. Buen verano de conciertos estoy viviendo aquí. En un plazo de tres semanas he visto a tres grandes de la música.  En primer lugar la siempre elegante Norah Jones, pocos días después el irreverente Iggy Pop y ahora, dos semanas después, Wilco. Creo que algún día deberían regalarme un bono del Starlite o algo así. Tener un detalle con sus fieles asistentes.

Wilco es una de esas bandas que llevo escuchando media vida pero que nunca había visto en directo. Tuve una oportunidad única por 2009 en el Teatro Cervantes de Málaga, pero me pilló con los niños pequeños y me fue imposible. No recuerdo exactamente la razón, pero sí recuerdo que me dio mucha rabia perdérmelo. Luego han venido mucho por España pero no lo suficientemente cerca como para acercarme en un salto de ir y venir. Esta vez parecía la apropiada, y así fue.

La banda de Chicago llegaron acompañados por Tré Burt, un cantante folk de origen afroamericano que llegaba desde Sacramento, en California, para telonearlos en sus conciertos por España. La verdad es que me gustó mucho. Muy Dylan de los sesenta. Venía a presentar un disco que aún estaba por publicarse, pero quiso estrenar alguna canción, aparte de los adelantos que tenía publicados. Fue un comienzo estupendo.

Unos minutos después de las 22:00 apareció Jeff Tweedy sobre el escenario al frente de su banda con una guitara acústica  y con ganas de fraguar una amistad con el público que lo recibía con un fuerte aplauso en una noche muy calurosa. Una buena manera de comenzar -pensaron- era Handshake Drugs. Una canción que trata de lo corriente que es cambiar sucios billetes gastados por algo de fresca marihuana en los barrios bajos de una gran ciudad. El sonido era brillante ya en la primera canción. Sólo dijo "Hola" antes de continuar con I am a Mother, una canción con reminiscencias country incluida en su último disco, Cruel Country, que es homónima a la siguiente canción.

Antes de iniciar la cadencia de acordes de I am trying to break your heart bromeó sobre varios asistentes de las primeras filas que venían equipados con la misma camisa llamativa. Esta canción, que abre  su celebérrimo Yankee Hotel Foxtrot, es maravillosa, ya vale la entrada por sí sola. La batería lleva un ritmo que parece ajeno a lo que se está tocando, el teclado asemeja un xilófono, y para el final las guitarras van saturando el sonido, ahogando la guitarra acústica, pero en conjunto, todo parece armonioso. Durante la letra Tweedy cambia la palabra final cuando dice What was I thinking when we said hello? por ¡hola! Reciben un fuerte aplauso.

Tweedy sigue con su guitarra acústica cuando comienzan If I ever was a child. Nels Cline va entremetiendo notas con su guitarra eléctrica que embellecen la melodía. La terminan dejándola en la última palabra, tal y como hacen en el disco. La simplicidad llevada hasta el último segundo. Casi sin pausa continúan con Company in my back. Seguidamente tocan Hummingbird, la tercera canción que tocan esta noche de A ghost is born. El público la recibe con entusiasmo y tocan las palmas siguiendo el ritmo. No experimentan con ella, saben que la gente quiere escucharla tal y como es. Un regalo de canción.

Ahora comienza Misunderstood, una canción con un inicio enérgico, rudo, hasta salvaje, pero la detienen en seco, queda la voz de Tweedy y su guitarra, el traje del capitán trueno ha caído. La canción hace la pregunta que todos estamos esperando. Do you still love rock and roll? Nels arranca la sierra eléctrica de su guitarra, mientras Glenn Kotche machaca la batería, pero de nuevo se detienen, regresa la voz de Tweedy ahora sin guitarra acústica. Solo ante el vértigo del micrófono. La canción arranca y frena, nos confunde, pero hace honor a su título, que no es otro que Misunderstood! Y termina en calma tras repetir mil veces nothin' hasta acabar con nothin' at all. Es un final elegante entre platillos, melodía acústica mientras el bajo de Pat Sansone juguetea con la melodía.

Wilco nos advierte en su siguiente canción de que el amor está en todas partes. Love is everywhere (Beware). Una canción simple y bella. Le sigue Bird without a tail / base of my skull y Tired of taking it out on you. Este último disco es una cuidada mezcla de guitarras acústicas y eléctricas con ritmos y sonidos de raíces country, una pizca de folk y mucho rock maduro. Nadie lo hace como ellos. Por eso son un grupo de culto entre los amantes del rock.

De repente, John Stirrat, agarra el bajo, Sansone, Cline y Tweedy las guitarras eléctricas y comienzan al unísono un frase a la guitarra que todos reconocemos. Los seis músicos comienzan con la misma melodía pero conforme la canción va avanzando, algunos instrumentos se van despegando, van al mismo sitio pero por distintos caminos. Se encuentran a ratos. Están jugando. El público está absolutamente entregado. Uno cree que esto no lo pueden superar pero comienza Impossible Germany. ¿es posible una canción perfecta? Nels Cline toca esta canción como si tuviera un par de alas. ¡Qué preciosidad! ¡Qué intensidad! No se puede más que estar agradecidos tras escuchar esta canción. Es una impecable aleación entre magia y milagro.

¿Tras esto qué se toca? Jesus, Etc. parece la única salida decente a este momento. La pedal steel guitar suena de maravilla. Poco a poco vamos des cendiendo, volviendo a tierra. Voices escape singing sad, sad songs. Ya pueden tocar lo que toquen que todo son regalos. Nos obsequian con The Late Greats y la enérgica Heavy Metal Drummer y A shot in the arm, primera canción que nos traen del Summerteeth. La canción es un himno, todo el mundo la canta. What you once were isn't what you want to be any more! Se despiden y abandonan el escenario. Tweedy da las gracias. Sabemos que van a volver pero la duda nos vuelve impacientes, miramos con temor hacia el escenario esperando ver un indicio de su regreso. Respiramos al verlos volver. Se sienten agradecidos dicen. "You're so nice".

Las primeras notas nos hacen saber que Ashes of American Flags está aquí, bajo este cielo estrellado. ¿He soñado este momento antes alguna vez? "Speaking of tomorrow, how will it ever come". La delicadeza hecha canción. Continúan con Falling apart (Right now), una de las más country del disco. Todos queremos pensar que han de acabar con un clásico, con una canción con más peso, no con un tema que apenas está creciendo. Juegan a despistar. Entran y salen notas alocadamente, pero empieza a generarse un ritmo, un fraseo recurrente, ¡Spiders (Kidsmoke)! Es un juguete enorme. A veces tierna, a veces contundente. Hay sitio para todos en la canción. Todos son protagonistas en esta canción. Es una magnífica elección para acabar. Terminamos coreando la melodía de la canción mientras ellos se van a acercar para despedirse. Es el éxtasis después de la fiesta, pero una vez más nos engañan y vuelven para acabar la canción con fuerza y en seco. Aplausos tronando en la noche estrellada. ¿Habrá una próxima vez? No quisiera perdérmelo.




jueves, 3 de agosto de 2023

Iggy Pop en el Starlite

La Iguana, el líder de The Stooges, el carismático cantante del punk de los años 70 venía al Starlite de Marbella. Yo no podía faltar. No quería faltar. Un miércoles de agosto, recién estrenada mis vacaciones de verano me presenté con mi amigo Iker a ver Iggy Pop sobre el escenario de La Cantera de Nagüeles. Venía presentando su último disco, Every Loser, pero venía sin la banda que le acompañó en la grabación del disco y en sus últimos conciertos. La banda en cuestión eran Andrew Watt (guitarrista y productor de The Rolling Stones por ejemplo), Duff McKagan (bajista de Guns N' Roses), Chad Smith (batería de Red Hot Chili Peppers). Además en el disco participan músicos de la talla de Stone Gossard (Pearl jam), Dave Navarro (Ex Jane's Addiction) o Josh Klinghoffer, o el tristemente fallecido Taylor Hawkins. Como ven Iggy Pop sabe rodearse.

Algo después de las 22:00 de la noche apareció la banda que le acompañaban siete músicos sobre el escenario. No era poca cosa.  Para comenzar venía utilizando una canción de Noveller, la turbadora Rune, la propia Sarah Lipstate estaba sobre el escenario con su guitarra y arco en mano. Lo disfruté muchísimo porque me había enamorado de la canción y la tenía muy machacada desde antes del concierto. La canción va acabando con suavidad, como si se descorriera un velo para dar paso a alguien. Ese era el torbellino de Iggy Pop que entró en el escenario como si le corriera el diablo por las venas, una jauría de perros ladraban de fondo, Iggy se arrancó el chaleco, lanzándolo con vigor. El bajo suena con energía desbordante. La batería tronando y unos vientos marcando el territorio. Teníamos Five Foot One encima. Un tema de finales de los 70, una declaración de intenciones. No había terminado y sin respiro gritó un enérgico Looooord y así dio comienzo TV Eye. El sonido era fantástico y tras un irreverente y breve saludo, introdujo uno de sus temas nuevos, Modern Day Rip Off, que no tiene nada que desmerecer a sus clásicos. Sonó cruda y afilada.  Le siguió Raw Power que fue una sacudida de fibrosas contorsiones. ¿Iggy Pop en plena forma? Si no lo está hay que preguntarse cómo sería este animal de escenario en los tiempos en los que las drogas corrían por sus venas y la juventud era el hilo del que pendían sus días.  

Pero hace mucho que Iggy le dio un manotazo a las drogas, ahora sus únicas drogas son el vino y algo de marihuana le leí en una entrevista. A pesar de ello sigue viviendo el peligro de la vida. Gimme Danger siguió para serenar el ambiente. Una pequeña pausa antes de la lujuria. La voz de Iggy se ha vuelto cavernaria, rasca como las garras de un águila imperial. Uno de sus himnos estaba al caer como una bomba atómica. The passenger la cantó hasta la más estirada pareja pija del Starlite. Hay cosas que están fuera de clases. La música siempre lo fue. No llevábamos ni media hora de concierto y Iggy ya tenía al público en la vigorosa palma de su mano. Ya saben el estribillo que dice algo así como Everything looks good tonight, la la, la-la-la-la... Los vientos jugaron un papel maravilloso en esta canción. El público jaleado por Iggy cantaban como escolares dirigidos por su maestro un día de ensayo. Iggy jugaba con el público. Fuckin' Cool. Lo que venía iba a hacer temblar el cielo estrellado del auditorio. Lust for life! Bowie estaba de visita en Marbella. Buen trabajo realizaron Iggy y Bowie con este tema. Con un ukelele Bowie creó la música y la letra corrió a cargo de Iggy. Una pegadiza canción que nació en 1977 y renació en 1966 con la banda sonora de la película Trainspotting. Fiesta punk en el Starlite. 

Llegó el momento de serenar las aguas del concierto y entrar en The Endless Sea, una canción que comienza como si una película de intriga estuviese a punto de comenzar, un misterio hay escondido en algún rincón de esta canción. El bajo comienza a seguir el ritmo de la batería como un gato sobre un vertiginoso tejado de zinc. Hay algo sigiloso y enigmático encerrado en esta canción. No se ve el mar desde la Cantera de Nagüeles pero se puede respirar. Iggy baja a la arena inexistente del patio de butacas, allí donde los dioses son adorados. El servicio de seguridad del concierto no da abasto, la marea del público ruge al ritmo que la Iguana menea su cintura. I really think you better go home to the fuckin' endless sea.

Iggy dice que cuando está de vacaciones no va a fuckin' Marbella, él va un fuckin' Death Trip, Baby! Así comienza el vertiginoso ritmo de Death Trip. Los Stooges vuelven a la carga. Iggy escupe con furia como muestra de rabia escénica. Es algo que tendrá más que ensayado, o aprendido, pero funciona. El punk es antisocial. El punk es irreverente y descarado. Iggy actúa como tal. Es parte de su esencia, parte de la escena.


El punk da paso a una balada con sonidos atmosféricos y una trompeta como protagonista. La guitarra tiene un lugar secundario. Siempre pensé que I'm sick of you tiene mucho de The Doors. Una canción que es un arrebato sincero de hastío. La ruptura musical por excelencia. La alarga, para y sigue, se pone el micrófono en sus partes, hay mucho de ensayo en sus gestos. La trompeta me tiene engatusado, hay jazz en esa trompeta. Iggy termina ladrando. Se vienen las fauces más feroces de la Iguana que quiere ser perro. I wanna be your dog. Un himno de obediencia y lealtad. Quiere sentarse junto a su dueño, quiere ser su perro. Las trompetas me traen loco. Estoy maravillado. No esperaba esos vientos en un concierto de punk, se acerca el momento del solo de guitarra, uno de los más influyentes del rock. Hendrix parece estar por ese solo, pero es punk. El de Michigan juega con su pelo largo y hace cantar al público mientras incita su garganta en un momento de éxtasis. Busca algo y lo encuentra, lo busca para destruirlo. Search and destroy es un alegato a la provocación. Una de las mejores letras que la música ha conocido:

I'm a streetwalking cheetah with a heart full of napalmI'm a runaway son of a nuclear A-bomb

I am the world's forgotten boyThe one who searches and destroys
 
  Soy un guepardo de las calles con un corazón lleno de napalm
 Soy un hijo fugitivo de la bomba nuclear.

Soy un niño olvidado por el mundo,
el que busca y destruye.

Tanta intensidad ha afectado a la guitarrista, se la ve mareada, por un momento Sarah Lipstate abandona el escenario. Iggy no se percata, está tirado en el suelo, ha lanzado el micrófono haciendo justicia a la destrucción que tanto busca. El concierto parece acabado pero todos sabemos que volverá en los bises. Eso esperamos.
 
Vuelve al escenario de la mano de Bowie con Mass production que es una canción que Iggy tenía olvidada en su disco Idiot (1977), que tuvo a Bowie como productor. Es, a mi juicio, la más Bowie de las canciones de Iggy. Tiene ese sonido tan industrial, de línea de producción alemana. Esta canción fue una huida de la cocaína, o un intento. El primer paso para la superación, un largo camino que les llevaría los bajos fondos de la desesperación, a lo más bajo de un largo camino, Down on the street es el siguiente tema.

Ahora hace un alegato, apartemos los móviles, disfrutemos del momento, no pongamos muros en nuestras experiencias. No walls que grita la letra. La letra pide que estemos concentrados, focus que dicen ahora los jóvenes, que tengamos una real O-Mind, que es algo así como cuando la mente funciona como una unidad, colectivamente, para un momento después liberarse con Loose.  Hay algo de contradicción en esta canción. Se siente suelto, flotando (loose) y la meterá bien adentro (I'll stick it deep inside), haciendo un juego de palabras entre la aguja en su brazo y su polla en una groupie. Así eran las cosas hace 50 años. Definitivamente Sarah Lipstate tiene que abandonar el escenario. No ha podido superar el mareo. 

El concierto está llegando a su fin. Su single más actual va a cerrar el concierto. Se acelera en un ritmo frenético, los vientos maravillosos del día suenan alocados, la guitarra sube y baja de trastes, el batería regala un ritmo impetuoso, sin la más mínima moderación. Frenzy es pura energía. Iggy se va hacia el centro del escenario. Nadie duda que este hombre de 76 ha dado más de lo esperado. No sólo hoy, sino también en la vida. Más de una hora y media de ritmo enloquecido, desenfrenado. Me quedé con las ganas de algún tema suyo, pero volvería de nuevo por lo mismo. Gracias Iggy.

martes, 1 de agosto de 2023

Diamantes para la eternidad (1971)

La séptima entrega de la saga de James Bond se estrenó con el regreso de su actor protagonista original, Sean Connery. El actor que lo sustituyó en la entrega anterior, George Lazenby, sólo ha durado una entrega. También se vuelve a contar con Guy Hamilton, el director de la tercera entrega (James Bond contra Goldfinger), así como con la cantante británica Shirley Bassey para la música del tema principal.

Diamantes para la eternidad no defrauda y la primera imagen que se ve en la pantalla es el puño de James Bond repartiendo estopa. Empezar como es debido siempre es un buen síntoma. Poco después se está tomando una copa de Jerez comentando la nobleza de su origen en 1851. Un toque de distinción con influencia española siempre agrada. Los estereotipos jamesbondianos nunca están de más. 

Es una película de ritmo frenético, donde no faltan lujo y acción, Las Vegas, Ámsterdam, los hangares de Luftansa en  Francfurt son algunas de las ubicaciones donde se grabaron las escenas de la película. No faltaron varios hoteles de Las Vegas, como son el Tropicana o el Hilton o incluso la casa del actor Kirk Douglas que parece que fue usada en la filmación.

Es posible, a mi juicio, que sea una de las más humorísticas James Bond de todas. Ah, y antes de terminar, recordar que también Shirley Bassey se encargó del tema original principal de la película: Diamonds are forever

El presupuesto según leo alcanzó los $7.2 M y la recaudación ascendió a $116 M, lo que da cuenta del éxito comercial de esta entrega de la saga de James Bond. Y de lo rentable que suelen salir las películas del famoso agente secreto.


domingo, 30 de julio de 2023

Loquillo en la Malagueta

Al día siguiente de ver a Norah Jones en la cantera del Starlite tenía un concierto de Loquillo en la plaza de toros de La Malagueta. El salto estilístico es enorme. De una dulce diva del jazz melódico a un viejo dandi del rock visceral. Eso sí, ambos saben bien lo que se hacen sobre el escenario.

El año anterior mi amigo Óscar y yo pillamos entradas para el concierto que iba a dar el Loco en Fuengirola, pero el concierto se suspendió y nos quedamos con las ganas, así que cuando se anunció el concierto de Loquillo en Málaga, nos apuntamos pero para esta ocasión con las mujeres. Incluyendo reserva de mesa previa al concierto.

El loco vino con un clásico escenario de toda la vida, sin pantallas ni efectos más allá de las habituales luces, acompañado de una magnífica banda, bien arropado por muchos de sus socios habituales, sus cómplices del buen hacer. Arrancó el concierto con varias de sus nuevas canciones: Los buscadores, Línea clara, o Sol. Siguió presentando sus nuevos temas pero la mayoría de los asistentes estábamos esperando sus clásicos. Llegó El rompeolas, la enérgica Carne para Linda, o la siempre divertida Rey del Glam. Esto animó al público. Un par de sus éxitos más modernos como son El Rey,  salpicados con clásicos como El ritmo del garaje, o la vital Feo, fuerte y formal. El Loco sigue presentándose con un elegante traje oscuro  y sigue dando sus pasos de baile. Se le veía tan animado como siempre a sus 62 años.

La traca la dejó para el final, sus dos himnos llegaron en el descuento. Todos estábamos esperando los bises que se nos hicieron cortos. Rock and Roll Star y Cadillac Solitario. Dos canciones que definen y justifican una carrera musical.

Aún tengo muy presente aquel primer concierto al que asistí de Loquillo, allá por 1990  en la VII ciclo de las Serenatas de la Luna Joven. Llegaba acompañado de sus inseparables Trogloditas, y se celebró también en La Malagueta. No tengo recuerdo de la fecha exacta, pero no andaba muy lejos de aquellos días de aquel verano, y aunque no encuentre rastro por Internet, les aseguro que el concierto existió. En aquella ocasión pisé la arena, en ésta nos situamos en la grada. Los años pasan para todos. Pero allí estuve siendo aún muy joven, casi imberbe, rockeando en mi primer concierto en La Malagueta, luego han venido muchos más, y muchos más que espero que estén por llegar. Gracias Loco.


viernes, 28 de julio de 2023

Norah Jones en el Starlite

Norah Jones se dio a conocer para el gran público en 2002, su disco Come away with me reventó el mercado discográfico. Una joven de Manhattan de apenas 22 años tocaba el piano mientras con una sensualidad desbordante cantaba letras de evocación amorosa. Todo encajó de tal manera que no había emisora de radio en ninguna esquina del planeta en el que no se escuchara su canción debut, Don´t know why. Pasó de la noche a la mañana de no ser nadie a ser reconocida allá donde estuviera, y fue tal el éxito que pasó a ocupar las portadas de todas las revistas musicales. Lo tenía todo. Un voz dulce y personal, componía su propia música, tocaba el piano, el saxo o la guitarra y además de una juventud arrolladora parecía ser muy madura. Por si fuese poco, además, poseía el extravagante apellido del famoso sitarista indio Ravi Shankar, que es su padre biológico.

De repente todos andábamos enamorados de la joven que cantaba susurrándote al oído temas de amor. Así ha ido enlazando éxito tras éxito a lo largo de estos años, mientras yo he ido siguiendo con atención cada uno de sus discos. Cuando vi la noticia de que Norah Jones venía a Marbella a tocar en el Starlite de Marbella supe inmediatamente que tenía que rascarme el bolsillo. Así lo hice.

Norah Jones apareció sobre el escenario con un elegante vestido floral de tonos verdosos y amarillos, con un cinturón negro ancho, una corta melena castaña que le caía sobre los hombros y unos zapatos dorados de generoso tacón. Pasó por delante del escenario para saludar con la mano y se colocó al piano. Comenzó con su tema Just a little bit, cantando los primeras estrofas con Oh, no, I'm not the one, oh you can ignore,... pero el público ya estaba atrapado. Es posible que comenzara con esa canción porque hacía una noche calurosa, y en esa canción, en la parte final, ella canta I'm on fire, just a little bit,... para justo después cantar I'm alive, a la que le siguió la preciosa What am I to you? Dio las gracias en castellano y en inglés, y comentó que aquí nos gustaba estar de fiesta tarde como con gesto picarón. Supongo que porque el concierto empezaba a las 22:00 y le parecería tarde.

Continuó al piano tocando Sunrise -uno de sus éxitos más notables- y pasó a Say no more, uno de los temas incluidos en su último disco. Tras los aplausos presentó al terceto que la acompañaba esa noche en el escenario. A la guitarra Dan Iead, Brian Blade a la batería y Chris Morrissey al bajo. Un gran aplauso.

After the fall es una de mis canciones favoritas de Norah. La estaba esperando con los dedos cruzados. Creo que hay que tener un poso en la vida para componer algo así. No es sólo la letra y la música, es cómo la interpreta. La pausa, las formas. Fue ella al piano, con su aterciopelada voz y poco a poco fueron entrando los instrumentos. Me sobrecogió. ¡Qué sensación cuando se te eriza la piel del cuerpo!

Regresó a su último disco, Pick me up off the floor, con This life y al acabarla se levantó del piano para tocar a la guitarra una versión más animada de un tema country de Puss N Boots, D'ont know what it means. Siguió a la guitarra para tocar Waiting y continuar con una interpretación desnudada de Little broken hearts. Uno de los momentos del concierto. Comenzó con una introducción oscura, con notas aquí y allí, la batería hacía efectos, el bajo rellenaba, y el guitarra hacía efectos de sonido, ella simplemente iba introduciendo la canción, poco a poco. Norah estaba cantando, pero yo la escuchaba recitar poesía. Esta canción lo tiene todo. Me llevaré esta versión por siempre.

Beautiful soldiers in their beds
making love inside their heads
with no chance to defend
tonight could be their end.
...
When the beautiful awake
see the sadness in their eyes
will they ever find a way
to sleep side by side.

Cambió a un órgano de pie que tenía al otro extremo del escenario y continuó con dos canciones como son  Thinking about you y Chasing Pirates, que las tocó casi calcadas de sus discos. Seguidamente llegó uno de los momentos más esperados de la noche. Se sentó en su piano de cola y comenzó a tocar una melodía desconocida, pero era uno de sus temas más reconocibles, Come away with me. Lo había disfrazado, adornado ¿estará cansada de tocarla siempre igual y por eso la cambia? ¿para divertirse, para no aburrirse? Me gusta la versión más serena del disco, pero daba igual a esa altura del concierto Norah podía permitirse jugar con el público.  Continuó con Nightingale, pero en lugar de acompañarla con guitarra acústica la acompañó de piano.  Al acabar volvió a dar los nombres de sus músicos y a pedir un aplauso para sus músicos. 

De vuelta a su último álbum para interpretar Flame Twin y tras acabar la canción y sin pausar un segundo vagabundeó por las teclas de su piano Yamaha, y susurró al viento su estribillo más reconocible My heart is drenched in wine, but you'll be on my mind forever, para comenzar Don't know why desde el inicio. El concierto estaba llegando a su fin. Se despidió dando las gracias, pero todos seguimos aplaudiendo esperando que regresara, y que hiciera un par de bises. No se hizo de rogar demasiado.

Esta vez regresó al escenario para colocarse la guitarra eléctrica y comenzar con el primer acorde de All a dream, de su magnífico disco Little Broken Hearts, posiblemente mi disco favorito. La interpretación fue maravillosa, el final de la canción con un falsete en su última palabra ('Cause God knows I'm sorry), fue un regalo. Luego acabó la canción tarareando la melodía, como despidiéndose sutil y sedosamente, como un ladrón abandona la escena del crimen, así se fue, robándonos el corazón. Nos quedamos con ganas de una más, pero ya lo dijo ella antes, era tarde.


martes, 18 de julio de 2023

Castellar de la Frontera

Uno de los regalos que recibí por mi 50 cumpleaños fue una noche de hotel y Pepi y yo no quisimos dejarlo mucho pasar y nos pusimos manos a la obra. Encontramos un hotel que estaba incluido en la oferta en Castellar de la Frontera, un pueblo de la provincia de Cádiz que no conocíamos y eso que está a menos de una hora y media desde casa.

La idea era sencilla, ir a descansar, comer bien y poco más. Como el hotel tenía piscina, la cama era cómoda y la temperatura acompañó, el objetivo estaba cumplido incluso antes de comenzar.

Hicimos un poco de todo. Fuimos un domingo, porque en Fuengirola era fiesta al día siguiente, el día del Carmen. Llegamos para tomar posesión de nuestra habitación e ir a comer al pueblo. Después una merecida siesta y al despertar un baño en la piscina y un poco de lectura en la hamaca. Por la noche, con la fresquita fuimos a picar algo al pueblo. 

Al día siguiente, tras un fabuloso desayuno buffet,  visitamos el pequeño pueblo amurallado, precioso pero muy incómodo para vivir. La carretera hasta llegar tiene mil curvas, muchas de ellas muy cerradas, además hay precipicios y casi no caben dos coches en la calzada, así que si te cruzas con un coche que baje mientras subes ya está liado. Bueno, quizás estoy exagerando, pero en la cara de pánico de Pepi eso es lo que se podía imaginar. Al menos las vista desde allí sobre el Embalse del Guadarranque  es maravillosa. 

Bajando del pueblo nos acercamos a ver el Hotel Casa Convento La Almoraima, del siglo XVII, que tiene una arquitectura muy curiosa, yo diría que de influencia portuguesa, con una torre neogótica. Es un hotel con mucho encanto, pero que no tenía piscina en aquellos días porque estaban en obras. Está a los pies del Parque Natural de los Alcornocales, que ha sido nombrada con el prometedor nombre de "la última selva mediterránea". Un lugar realmente encantador.

Fuimos a almorzar como dios manda a el Restaurante El Mirador, la noche antes habíamos dejado hecha la reserva, y la verdad es que comimos estupendamente. Todavía tengo el recuerdo del Solomillo de Retinto con Foie que me tomé. 

Regresamos al hotel, que aunque ya se había acabado nuestra estancia en él, aún nos dejaron usar sus instalaciones y así disfruté de una siesta en la hamaca, debidamente untado en crema solar, y de un baño en la piscina. En un ratito estábamos de vuelta a casa.

miércoles, 12 de julio de 2023

Dianne Reeves en el Teatro Cervantes

El Teatro Cervantes de Málaga presentó a finales de abril un cartel jazzístico de primerísima fila. Tras repasarlo concienzudamente varias veces me decanté por acudir a la cita de Brad Mehldau Trio, que fue un miércoles, y la semana siguiente, un martes, Dianne Reeves.

La cantante de Detroit, ganadora de hasta cinco premios Grammy, se presentó acompañada de su banda habitual: a la guitarra Romero Lubambo, a la batería Terreon Gully, al contrabajo Reuben Rogers y a los teclados John Beasley, que comenzaron con una larga introducción instrumental. El inicio fue algo más que prometedor. La cantante de Detroit inició su actuación con una estupenda versión de la maravillosa canción de Fleetwood Mac, Dreams, y al acabarla, mientras tarareaba al final de la canción, se presentó pero cantando. "Good evening ladies and gentlemen, I'm so happy to be with you tonight,..." Me encantó. Qué control de lo que uno hace, qué manera de saludar sin dejar de cantar. 

Continuó con una declaración de intenciones, I'm all smiles, que además es cierto, porque atesora una amplia y rotunda sonrisa. Y deleitó al público con lo que es: una de las grandes. Cantó unos cuantos scats que me parecieron los scats con más clase que jamás escuché, porque no sólo eran un instrumento llevando la música, es que eran melodías y ritmos. Cantó toda su canción Tango sin decir una palabra pero sin callar. Maravilloso. Se ganó un enorme aplauso. 

Continuó con Someone to watch over me, ya se había descalzado, y ya se había ganado a todo el público. Su energía, su naturalidad, su bien hacer, todo. A esta altura de concierto presentó a la cantante surcoreana Song Yi Jeon, de la que, explicó, es mentora a través de un proyecto de la marca Rolex durante dos años.

Cantaron mano a mano varios temas, a veces una arriba y la otra abajo, a veces como contrapunto, o al unísono. Una exhibición de compenetración oral. Un lujo. 


viernes, 7 de julio de 2023

Brad Mehldau Trio en el Teatro Cervantes

Ya he comentado varias veces que soy un simple aficionado al jazz, es decir que no soy un ferviente seguidor, pero sí un usuario ocasional. El jazz ha ido ganando terreno, o mejor dicho, ha ido ganando horas de escucha en mis días.  Muchas veces pienso: ahora me apetece escuchar algo de jazz. De manera que me busco listas de jazz en Spotify y así voy descubriendo artistas. Uno de los que sigo desde hace bastantes años es Brad Mehldau. Puede que llegara a él cuando allá por el año 2000 -no ando muy seguro de la fecha- el pianista de Florida realizó una espléndida versión de Paranoid Android de Radiohead. Desde la primera vez que escuché la versión quedé sobrecogido. Me pareció una maravilla. 

Más de décadas después el Teatro Cervantes anunció a Brad Mehldau Trio dentro de su ciclo musical Terral. Un miércoles de julio no parecía la mejor fecha para poder asistir, de manera que decidí esperar hasta el último momento para  comprar la entrada. Desafortunadamente el jazz no es muy popular.

Brad Mehldau se presentó en  formato trio formado por Larry Grenadier al contrabajo y Jeff Ballard a la batería. Dicen los entendidos de jazz que Brad Mehldau es una de las figuras del jazz contemporáneo más influyentes. Es muy prolífico. Casi no hay año que no publique, y en muchos de ellos más de un álbum. Aunque tuvo en los años 90 casi una década negra de adicción a la heroína.

Mehldau se sentó minuciosamente delante de su piano, con milimétrico esmero. Midiendo con su posición la altura del asiento o la distancia al piano. Todo parecía extremadamente calculado. El teléfono móvil y la toalla de manos que traía los colocó con mimo en una banco junto al piano -un reluciente Steinway & Sons-.  Posó sus manos sobre las teclas y pareció como cuando algo se enchufa, como si ese contacto iniciara una conexión eléctrica en él. En un primer instante se dobló sobre el piano, se recogió sobre sí mismo, como si buscase un vínculo cercano, y seguidamente las primeras notas se dispararon, como si un flujo desordenado de notas, casi un ejercicio manual para calentar los dedos estrenaran el piano. Al momento el contrabajo le acompañó en la marcha y Jeff Ballard, que parecía estar concentrado esperando su momento, entró. El jazz tomó el Teatro. 

Interpretó tres canciones (Satellite, Spiral y Ballard's Balls) antes de dirigir sus primeras palabras al público. Llevábamos más de media hora de concierto cuando, en un español forzado, presentó a sus acompañantes e introdujo la siguiente canción (Wolfgang's Waltz). Escuchando a Mehldau, con el teatro a oscuras, da la sensación de que toca para él, como si no hubiera nadie más. Parece estar tan concentrado en su música, en su instrumento, que cuando interpreta un intervalo rítmico más complejo, y lo ejecuta satisfactoriamente, un leve movimiento suyo de cabeza parece como si manifestara un sentimiento de victoria. Así fue al finalizar la maravillosa versión de Cole Porter, I Concentrate on you. A esta altura del concierto yo ya daba por bien invertido el dinero de la entrada. Si aquí hubiera acabado el concierto, me hubiera puesto de pie a aplaudirle con gratificación.

Pero el concierto continuó con Airegin de Sonny Rollins, una introducción de la canción en la que Mehldau dio vueltas alrededor de unas notas y fue improvisando una melodía sobre una base que iba saltando de manos, un divertimento maravilloso. Primero Grenadier y seguidamente Ballard ejecutaron dos solos que recibieron sendas ovaciones. En medio de los dos solos Mehldau también se divirtió al piano. Se despidió del público con But beautiful, una tierna composición famosa por la interpretación de Bill Evans y Stan Getz. A mí me encantó. ¡Qué manera de terminarla!

Regresaron sobre las tablas para regalarnos un par de temas más. Se les vio muy agusto, disfrutando, incluso agradecidos. Ojalá puedan volver en otra ocasión y me regalen la interpretación de la maravillosa versión de Radiohead.


miércoles, 5 de julio de 2023

007 al Servicio de su Majestad (1969)

Tras un larguísimo parón en cuanto a mi revisión de las películas de James Bond por orden cronológico, tarea que me propuse hace ya muchísimo tiempo, continúo con el perezoso propósito.

La sexta entrega de James Bond, 007 al Servicio de su Majestad (1969) se filmó con cambio de actor protagonista, George Lazenby sustituyó a Sean Connery, que decidió dejar la serie del agente secreto británico más famoso de todos los tiempos.

Hubo reemplazo de actor pero no de gustos, pues James Bond siguió siendo un sofisticado amante de beber Don Perignon del 57 y comer caviar Beluga del norte del Caspio, sin dejar de lado su talento para deshacerse de sus enemigos y mantener su magnetismo hacia las mujeres. Sin olvidar su Martini agitado pero no revuelto. 

Aunque no hay ni una sola localización en España -sí en Portugal-, es uno de los James Bond con más referencias españolas. Durante la película se muestra una fiesta en una plaza de toros, donde se ofrece una corrida de rejones y se exhibe mucho sombrero cordobés.

Otra curiosidad de la película es que hay un momento en el que James Bond espera que un mecanismo electrónico averigüe el código de una caja fuerte de seguridad, y mientras llega ese momento disfruta ojeando una revista Playboy, lo que en su momento fue una estrategia publicitaria novedosa. Y sólo para adultos.

Como es habitual en las películas de James Bond el protagonista no para un minuto quieto, monta a caballo, realiza persecuciones por carreteras con más curvas que una Coca Cola, huye esquiando bajo el fuego enemigo, viaja en helicóptero, en funicular, y reparte tortas en la playa, en habitaciones de hotel y allá donde se cruza con un enemigo.

Por supuesto no hay mujer fatal que se le resista. Ni puñetazo que lo noquee. Todo sale siempre a la perfección, incluso cuando parece indicar que ocurrirá lo contrario.  Bond es Bond. Ni un alud en los Alpes suizos puede con él, literalmente. 

Como en cada película de James Bond hay una canción que brilla, en este caso la canción es de Louis Armstrong - We have all the time in the world. Una preciosidad.

Al inicio de la película, una mujer fascinante da calabazas a Bond, a lo que el agente, haciendo un guiño al anterior protagonista, contesta: This never happened to the other one, que traducido sería algo así como: al otro nunca le pasaba esto. No es mal comienzo, aunque habrá que esperar al final para saber como termina.

Pd: Nótese que en 1969 las películas de James Bond estaban catalogadas como películas para "mayores de 18 años".


domingo, 2 de julio de 2023

Jazzmeia Horn en El Portón del Jazz

Al día siguiente de ver a Luz Casal en el Teatro Cervantes junto con Pepi, mi santa, fui a Alhaurín de la Torre con mi habitual compañero de jazz, mi amigo Miguel, a ver a la cantante Jazzmeia Horn, dentro del festival de jazz El Portón del Jazz.

Jazzmeia Horn es una fabulosa cantante de voz poderosa con unos registros agudos que pocas veces en mi vida he podido oír, ya no digo en directo, sino en una grabación. Una barbaridad de voz. Algo casi antinatural, o mejor dicho sobrenatural. No tanto por su vigor y potencia en la voz, que desbordaba, o sus extravagantes exhibiciones vocales, sino por su certera capacidad de subir y bajar nota a nota. Demostró un control absoluto de su instrumento vocal. 

Llegó acompañada a la batería por Michael Reed, al piano Victor Gould y al contrabajo Jason Clotter, y ocasionalmente se sumó en el escenario un saxofón amigo de la cantante, Ionidel González. Todos de una naturalidad que asemejaba a la espontaneidad. Pero no en el sentido de reproche, sino al contrario, que parecían estar tocando en el salón de casa, de una manera desenfadada, con una sencillez pasmosa, casi insultante, teniendo en cuenta su juventud. Como si llevaran 30 años tocando sobre el escenario de la Finca el Portón..

La cantante texana residente en Nueva York, ganadora de varios premios internacionales de jazz de competiciones vocales (no me extraña), vino con muchas ganas de divertirse y de sentirse a gusto.  Subió al escenario casi con timidez, vestida como una faraona egipcia con reminiscencias africanas, como una pantera en la escena de un crimen. Comenzó con Tip, donde ya comenzó a jugar con su voz, en un scat maravilloso. Se llevó un enorme aplauso muy merecido.

Antes de comenzar el segundo tema, Submit to the unknown, de forma clara en español ya dijo que no le gustaba que la gente charlara, que era jazz y no rock n roll. En el segundo tema ya se había quitado los zapatos y se quedó descalza. Muy respetuosa en sus silencios atendiendo a sus músicos. Parecía estar disfrutando tanto como los asistentes. Al final de la canción improvisó lo que parecía una oración de góspel, con frases como Bless the most high. Una vez acabada la canción seguía tarareándola y dijo que siempre es un buen momento para hablarle y agradecerle a Dios, ya fuese en la ducha o trabajando. Toda una declaración de principios.

Como tercer tema interpretó Free your mind, otra composición propia. El saxofón intentó entrar varias veces, parecía que le costaba, que no encontraba el tempo, el momento, pero cuando entró, parecía un corcel correteando por un prado. Le siguieron Willow weep for me, donde improvisó todo lo que quiso y más. ¡Qué registros vocales! 

El tramo final del concierto con Love is here to stay y Night and day -con un toque latino- fueron dos verdaderos caramelos para los aficionados a los standards americanos. Para acabar, bajó a la "arena" a divertirse bailando con los espectadores donde terminó el concierto con Tight, la versión de Betty Carter. Y dando las gracias a todos por "callarte la boca". Un espectáculo de carácter.

sábado, 1 de julio de 2023

Luz Casal en el Teatro Cervantes (III)

Acudía Luz Casal al Teatro Cervantes de Málaga a presentar su último disco, La ventanas de mi alma y Pepi y yo no queríamos faltar. Llevamos muchos años siguiéndola y siempre que ha venido a nuestra ciudad hemos tratado de estar presentes. Además llegaba con un disco bajo el brazo que nos gustaba mucho y a ella, que afirma sentirse medio malagueña, pues lleva media vida unida a un malagueño, le hemos cogido cariño.  

Echando la vista atrás, ya he visto a Luz Casal en cuatro ocasiones, la primera fue en la Feria de Fuengirola, en la caseta del Ayuntamiento. No tengo apenas recuerdos de aquel concierto, salvo que me gustó mucho. Me pareció muy rockero y yo andaba en aquella época muy enchufado a su disco Luz V, y a canciones como El Tren, Te dejé marchar, No me importa nada o Loca. Ahí pinché el dulce anzuelo de sus directos. Sería por 1989 ó 1990. No recuerdo bien, puede que 1991. No lo sé. Igual tenga guardada la entrada en algún cajón.

Para mi siguiente concierto tuve que esperar unos cuantos años, unas dos décadas, fue el 2 de julio de 2011, y fue en el Teatro Cervantes, donde ya siempre la he vuelto a ver. En mi opinión de los mejores recintos para verla. Compramos unas estupendas entradas en el patio de butacas. Fue un concierto maravilloso. Piensa en mí, Un año de amor, Un nuevo día brillará, o Besaré el suelo. Durante mucho tiempo lo tuve como uno de los mejores conciertos que he visto en dicho recinto. En muchos aspectos mi lugar favorito para acudir a conciertos.

El siguiente no tuvimos que esperar tanto, aunque por poco se nos escapaba. Cuando anunciaron el concierto no andábamos bien de gastos, o mejor dicho de ingresos, y lo dejamos pasar para comprarlas más adelante, aunque sabíamos que no podríamos conseguir fácilmente una buena entrada. Fue en abril de 2018,  también en el Teatro Cervantes, y al final pudimos asistir casi de milagro. Compramos a pocos días de agotarse entradas en lo que comúnmente se llama gallinero. La más baratas de todas. Casi en el peor sitio de todo el recinto, pero no importó, la verdad es que lo disfrutamos mucho. Fue un concierto muy, muy emocionante. Posiblemente mi favorito de todos.

Pero hubo una tercera vez más en el Teatro Cervantes de Málaga, la del jueves pasado. Esta vez compramos la entrada el mismo día que salieron a la venta y pudimos elegir la entrada que quisimos en el patio de butacas. Caía cerca de mi 50 cumpleaños y bueno, pagamos 70€, que se dice pronto, pero compensamos con lo que nos ahorramos al comprar las más baratas en el concierto anterior. Agotó. En Málaga Luz Casal juega en casa. 

Vino acompañada de una formación estupenda formada por Tino di Geraldo a la batería,  en los teclados J. M. Baldomà, a las guitarras Jorge F. Ojea y Toni Carmona y al bajo Peter Oteo. Entre el público estaba Wix Wickens, director musical de McCartney y habitual de Bob Dylan.

El concierto fue una delicia. Como siempre hubo momentos muy emocionantes como cuando cantó Sentir, donde rindió un homenaje a la mujeres y especialmente a su madre. Afirmó que cuando escribía Un lugar perfecto, no podía evitar en muchos sitios en los que se sentía en casa, y uno de esos sitios era Málaga. 

Canciones como Besaré el suelo, Entre mis recuerdos, Un pedazo de cielo, o Negra sombra fueron momentos destacados del concierto. Te dejé marchar, que fue la última canción del concierto la despedí con la carne de gallina.  Es una verdadera obra de arte.