Pocos días después del fin de semana familiar en Fuente de Piedra tuvimos la fiesta de fin de temporada del equipo de fútbol de Miguel, que más o menos consiste en hacer lo mismo, pero en lugar de pasar un fin de semana pasamos un día desde por la mañana hasta la noche. Veintitantos niños con ganas de jugar al fútbol, de bañarse en la piscina y de comer barbacoa. Muchas risas y buen humor.
En el equipo tenemos la suerte de incluir un padre argentino con experimentadas dotes como asador, así que al final todos terminamos chupándonos los dedos. La temporada acabó con una buena clasificación en la liga preferente de infantil y aunque el tropiezo final enturbió bastante el trabajo de toda la temporada, las sensaciones, al menos para mí, fueron buenas. Pero allí estábamos un equipo de niños, más su padres, hermanos y el cuerpo técnico dispuestos a disfrutar de un fin de temporada placentero.
Lo importante es que los niños se lo pasaron genial, se tiraron a la piscina hasta que se quedaron sin energía -bueno, esto no es así-, jugaron al fútbol y sobre todo sonrieron muchísimo, y pocas cosas, creo yo, hay más puras y gratificantes que la sonrisa de un niño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario