Como cada inicio de verano toca renovar el carnet del Málaga Club de Fútbol, otro año más en segunda división, y gracias. Esta temporada partíamos con la novedad de que se apuntaba Samuel, un amigo de Miguel, que también está en su equipo de fútbol. En el caso de Miguel y mío, era una acción automática, porque es una renovación, pero él era un nuevo socio, y quisimos ir a La Rosaleda para ver si podíamos encontrar un asiento cercano. No pudimos ese día, porque no estábamos en plazo, ya lo sabíamos, pero quisimos acercarnos antes. Pero una vez allí, tan cerca del estadio, aprovechamos para realizar el tour por La Rosaleda.
Miguel y yo, bueno, con Sofía y Pepi también, ya habíamos hecho el tour con anterioridad, pero hacía ya muchos años y él era aún muy pequeño. De manera que decidimos hacer el tour. Los tres.
Pudimos visitar la zona noble del estadio, allí donde los que manejan los hilos del club se toman canapés, tienen acceso a cerveza fresca y disponen de televisiones para revisar las jugadas. Pudimos incluso sentarnos en la butaca presidencial, bastante más cómoda que la que llevo usando en la Rosaleda más de veinte años. También visitamos la sala de trofeos, con las pocas copas que dispone el Málaga, pero con orgullo, así como las camisetas de jugadores malaguistas que han vestido la camiseta de España, y una gran cantidad de documentos curiosos de la historia del Málaga. Todo muy bien expuesto.
Pero de todo, lo que más gustó a los chavales fue poder pasar al vestuario, y contemplar la zona donde los jugadores pasan las previas de los partidos o los descansos. Saltamos al césped, aunque no mucho, porque lo estaban resembrando para el próximo inicio de temporada. También les gustó poder sentarse en el banquillo, que no es mal comienzo para unos canteranos malagueños. Donde más disfruté yo fue cuando en la sala de prensa hice el paripé de que presentábamos dos fichajes nuevos para el club. Jajaja.
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