miércoles, 24 de octubre de 2012

Málaga CF - AC Milán

El Málaga está en Champions. Es un sueño y es una realidad. Una de esas circunstancias de la vida en la que las ilusiones, los sueños improbables, se convierten milagrosamente realidad. Y es que el dinero, como está sobradamente comprobado, obra milagros. Días como el de hoy son los días que uno recordará en el futuro. Partidos que cualquier buen aficionado al fútbol no se quiere perder. Algún día, supongo, le contaré a mis hijos, ¿quién sabe si a mis nietos? que yo lo viví, que yo estuve allí, que fui partícipe. El resultado que quede después del pitido final del árbitro aumentará o disminuirá el eco de mis recuerdos, los volverá dulces o amargos, pero no dejará de ser una fecha memorable.

Es un día histórico para el club, pero también para la ciudad, y especialmente para todos los aficionados, ya sean de televisión y sofá, de radio en el coche, o de asiento en el estadio, en definitiva un día reseñable para todos los que sentimos que el fútbol es algo más que un juego. A mí particularmente el partido me produce sentimientos agridulces, porque en días como el de hoy uno se acuerda de aquellas personas que deberían estar aquí, compartiendo estos momentos, pero que, sin embargo, no están. Aunque por otro lado sí están, en nosotros. Nos cambiaron definitivamente y ahora somos distintos, distintas personas, los mismos pero diferentes. Nos cambiaron, para bien o para mal y una parte suya ahondó en nosotros y ahí se quedaron. Son ellos en nosotros. Esta ausencia me roba plenitud de sentimientos, me coarta el disfrute, la amplitud de vida, le dan ese tacto áspero a la dulce alegría de vivir. Así es la vida, o más bien, así soy yo.

En la ciudad, entre los aficionados, los que lo son mucho y los que lo son poco, entre todos, abunda el optimismo. Fluye en las conversaciones un buen rollo de sentimiento favorable, positivo, que consigue que todo el mundo barrunte una victoria. Yo no voy a ser menos y también creo que ganaremos, aunque creo que será una victoria sufrida, muy trabajada.

Conseguir la victoria sería prácticamente alcanzar la clasificación, quedaría a falta de conseguir un punto en los siguientes tres partidos. Una derrota obligaría a ganar el último partido en casa contra el Anderlecht, y a puntuar en Milán o en San Petersburgo. El empate deja las cosas más o menos como están. Lo dicho, ya sea en el sofá de casa, delante del ordenador o a pocos metros del césped, hoy toca animar al Málaga CF. ¡Aúpa Málaga!

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