Hoy es el cumpleaños de mi santa, y no un cumpleaños cualquiera, no uno de esos de usar y tirar, sino uno de los de fotografiar y recordar. Una fecha significativa, según mi señora, más incluso que cincuenta. Les hablo de los 40 tacos, que se dicen pronto pero que se cuentan lentos. Los 40 vienen a ser algo así como la edad fronteriza entre el ayer y el mañana, más o menos como los jueves en el trascurso de la semana, pero en la vida.
El asunto es que la vida pasa en un santiamén, en un suspiro. Ya ven, la conocí con trece años y dije ésta es para mí -aunque todos sabemos que en realidad son ellas las que nos empujan a creerlo-, y desde entonces, y casi sin darme cuenta, en un ir y venir, casi en un ahora vuelvo, ya tiene cuarenta. Pero bueno, que me disperso. Hoy estoy aquí para felicitarla, para darle las gracias, para mandarle cuatro achuchones, 40 tirones virtuales de orejas, millones de besos, y sobre todo para desearle que siempre, siempre, siempre sea tan feliz a mi vera como yo lo soy a la suya.
¡Feliz cuarenta!
2 comentarios:
Muchas gracias por celebrarlo conmigo y estar cada día intentando cumplir mis ilusiones. Ojalá celebremos juntos todos los años que vendrán. Te quiero
¡Qué potito!
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