miércoles, 30 de noviembre de 2011

Engaño - Philip Roth

Llevaba esta novela dando vueltas de una estantería a otra de la casa, esperando su momento. Varias veces la había tenido en la mano para comenzarla pero siempre le anteponía otra. Por fin le llegó su hora, o mejor debería decir mi hora.

La novela es sencilla pero complicada al mismo tiempo. Desde el principio Roth nos cuenta, mediante conversaciones inteligentes y exquisitas, un engaño. Dos amantes en una habitación, adúlteros ambos, disfrutando de una relación abierta, sin compromisos ni obligaciones. Charlando con franqueza sobre sus problemas cotidianos y disfrutando de su sexualidad completamente.

En ningún momento Roth nos proporciona sus nombres, y la trama comienza a complicarse cuando entra en juego otra amante. El autor juega al despiste con ambas. Las conversaciones van entrelazándose y ya no ocurren siempre en el apartamento del protagonista masculino, sino que también suceden en un hotel. De nuevo sigue complicándose la cosa cuando entran en escena sus respectivos maridos y mujeres, en sus respectivos hogares, con sus habituales conversaciones recriminatorias. A veces uno anda totalmente perdido y se siente literalmente engañado.

Además Roth utiliza al protagonista masculino, que es un escritor llamado Philip -único nombre que aparece en el libro-, para criticar la recatada y decorosa vida familiar y sexual de los judíos. Nos cuenta, siempre en un juego de conversaciones ácidas, los engaños en el amor y la hipocresía de los matrimonios ideales y realiza un claro guiño al lector haciéndole ver que le está engañando.

Un libro muy entretenido.

martes, 29 de noviembre de 2011

Por ganas

Suelo estar de acuerdo con todos aquellos que eligen como opción más frecuente decir la verdad. Me suelen gustar las personas que deciden ir de frente, aunque sé que muchas veces es difícil e incluso contraproducente, pero me gusta pensar que a la larga, ser franco y decir las cosas como son trae más ventajas que desventajas. Pero claro esto que cuento no es una regla exacta y por eso, en muchos casos, las personas deben analizar la situación y saber cuando, si no mentir, al menos sí callar. Porque la verdad en demasiadas circunstancias puede ser hiriente y ofensiva. Por eso es tan importante y complicado discernir cuando es apropiado ser directo y veraz y cuando, para evitar consecuencias negativas o respuestas inadecuadas, es mejor mentir, o al menos si uno lo siente inevitable, al menos es mejor callar. Y es que hay personas que llevan al extremo eso de la sinceridad. No sé si me explico.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Prefiero ser odiado

Kurt Cobain no era conocido como filósofo sino como controvertida estrella del rock. El guitarra y cantante de Nirvana no tuvo una vida que podamos definir como ejemplar, ni debe ser, en mi opinión, un personaje de referencia para nadie, pero eso no quita que con esta frase estoy totalmente de acuerdo con él.

Prefiero ser odiado por lo que soy,
que amado por lo que no soy.

viernes, 25 de noviembre de 2011

El maestro y el libro de poemas

Hoy he conocido al maestro. Y como siempre ocurren estas cosas fue de la manera más inesperada. Acababa de abandonar la aséptica sala donde me habían realizado una gastroscopia, o eso supongo, porque no me enteré de nada. Mis últimos recuerdos antes de la intervención fue ver al anestesista trastear en la vía que la enfermera me abrió minutos antes en la muñeca. Desde entonces no recuerdo nada de lo ocurrido hasta que la doctora de la bata verde me despertó. Aún estaba flotando en una algodonada fase de inconsciencia cuando la doctora, con voz tenue y dulce, me dirigió algunas palabras tranquilizadoras como que todo había ido bien, levántese despacio, apóyese en su acompañante. Palabras que sirven para ir poco a poco abandonando el letargo en el que me encontraba. En ese momento comprobé que mi acompañante era mi padre, al que yo había dejado un rato antes en la sala de espera.

Caminaba apoyado en él por los pasillos del hospital en busca de los ascensores, con pasos tímidos e inestables. Casi primerizos. Al llegar al ascensor, pulsé al número de la planta que indicaba donde es encontraba el bar. Mi padre me miró sorprendido. Le dije que llevaba más de catorce horas sin probar bocado y más de ocho sin beber agua. Tenía la lengua como la suela de un zapato y no deseaba montarme en el coche de camino de vuelta a mi casa sin tomar algo.

Entramos al bar. Un local muy amplio, con grandes cristaleras, muy moderno y aseado, de líneas rectas pero con la tapas más tristes y pobres que he visto en mucho tiempo. Me pedí un Aquarius y una tapa de ensaladilla rusa, mi padre una cañita y una de tortilla con chorizo y pimiento, que sirvieron fría. Miré despreocupadamente hacia el resto del local y le vi. El maestro. Se lo dije a mi padre. Me preguntó si estaba seguro, le dije que sí, que era él. Entonces le pedí a mi padre el libro que había estado leyendo en la sala de espera, además me dio un bolígrafo. Me dirigí hacia donde se encontraba el maestro. Estaba solo, sentado a una mesa, tomándose un café corto, con la mirada perdida en el horizonte a través de la cristalera de suelo a techo. Me acerqué y me mantuve a cierta distancia, se volvió a mirarme, le pregunté si era José Tomás, me dijo que sí, le pregunté si le importaría darme un autógrafo. Por supuesto fueron sus palabras. Me preguntó mi nombre, le dije que mi nombre era Salvador pero que me gustaría que lo pusiese a nombre de mi padre, Miguel Moreno, cogió el libro, miró la portada, un libro de poemas dijo, y me pareció adivinar una sonrisa en su rostro. Escribió: a Miguel Moreno con profundo afecto. Y firmó. Le estreché la mano y le di las gracias. Antes de volverme le dije: suerte en el derbi, dio algo así como un respingo, como si de pronto cayese en la cuenta, como si lo hubiese olvidado. Entonces preguntó: ¿cuándo es? El sábado, a las ocho, añadí. Gracias

Volví junto a mi padre y le devolví el libro. Guárdalo bien le dije.

martes, 22 de noviembre de 2011

Bartleby y compañía - Enrique Vila-Matas

Mi segundo Vila-Matas ha sido Bartleby y compañía. El primero fue Suicidios ejemplares, que fue un magnífico anzuelo para picar otra vez de este autor, como finalmente ha sucedido.

Recaer en Vila-Matas ocurrió en realidad casi sin querer, como ocurren muchas de las mejores cosas. Voy a intentar explicarme: estaba en la sobremesa de un exquisito almuerzo en casa de unos amigos, mientras preparaban el café me levanté de la mesa para estirar las piernas y me situé de pie frente a la envidiable biblioteca que mis amigos atesoran. Disfrutaba revisando cuidadosamente los títulos, deteniéndome en aquellos por los que sentía curiosidad o aquellos que me traían buenos recuerdos, y así, casi sin querer, tropecé en más de una ocasión con algunos de los libros de Vila-Matas, del que mi amigo es bastante aficionado. Varias veces me dijo que cogiera el que quisiera y me lo llevase, pero tengo tantos libros que leer en casa y una lista de espera tan larga, que generalmente soy reacio a llevarme alguno. Pero en esta ocasión, no sé muy bien por qué, accedí. Le dije que me dejara uno de Vila-Matas, el que él quisiese, y me ofreció tres para que tomara yo la decisión. Al final me decidí por Bartleby y compañía.

Es un libro que he engullido en pocos días, pero que si hubiese sido capaz de acumular suficiente tiempo, lo hubiese leído de un tirón. Después de la lectura de este libro no puedo ser otra cosa que vilamatiano. Por eso un par de días después pasé "casualmente" por Teseo, mi librería habitual, para ver qué es lo que tenían de él, y me traje, feliz y contento, un libro de antología de ensayos que tiene muy pero que muy buena pinta.

sábado, 19 de noviembre de 2011

2 B

Hay personas que por unas causas u otras tienen algo especial, algo distinto a los demás, y ven cosas que el resto no vemos, o al menos no nos damos cuenta. Son personas que suelen tener una imaginación desbordante, y/o un punto de vista desigual, y/o una capacidad de observación insólita y que, de alguna manera, una vez que nos muestran el camino y nos abren los ojos, nos cambian, y muchas de las cosas que nos rodean no volverán a ser las mismas. Las veremos de manera distinta, de su manera distinta. Nos influyen, incluso sin su propósito, para siempre.

Hay veces que estas personas con sus ideas cambian el mundo, crean cosas que mejoran nuestro día a día. Otras veces esas personas somos nosotros, porque todos alguna vez hemos visto cosas que otros no ven. Es cierto que son cosas absurdas, tontas, sin aplicación útil pero al menos son originales, porque todos somos distintos y originales aunque el mundo por alguna estúpida causa que desconozco nos está aborregando, unificando y dirigiendo. Por eso cada día aplaudo más esas pequeñas tonterías que endulzan el sabor de nuestra imaginación.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Es lo que hay

El lunes pasado caí en la tentación de tomarme el primer mantecado y el primer rosco de Navidad. No era mi intención. No lo busqué. No estaba previsto. Pero tampoco lo evité. Caí sin más, porque sí, como quien no quiere la cosa. Terminé de almorzar en casa de mis padres, mi madre me preguntó si quería un café de sobremesa, dije que sí, y mi padre, ni corto ni perezoso colocó delante mía una canastilla de mantecados y roscos de vino. !Ea¡ Sin mediar palabra. Ahí queda eso. Tú mismo. Lo miré, me miró, y en su risueño rostro interpreté un: es lo que hay. Si quieres coges, y si eres capaz no.

De camino al trabajo vi como varios operarios estaban colocando las luces navideñas por las calles, y yo, como contagiado por un extraño alivio, paseaba sonriendo.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

R. L. Stevenson - G. K. Chesterton

De vez en cuando me gusta colar entre mis lecturas alguna biografía, y ya llevaba un tiempo con ganas de leerme alguna sobre Robert Louis Stevenson. Me puse manos a la obra y buscando por Google encontré una biografía realizada por Gilbert Keith Chesterton, autor de múltiples biografías, ensayos, novelas y poemas del que nunca había leído nada. Sentí curiosidad por leer algo de Chesterton así que me decidí y de camino maté dos pajarracos de un tiro: leer a Chesterton y leer al mismo tiempo una biografía del inmortal autor edimburgués.

La biografía ha resultado ser menos biográfica de lo que yo en un principio esperaba. Es más bien un estudio centrado en la influencia de su trágica enfermedad, la tuberculosis, sobre su obra.

Chesterton nos cuenta que Stevenson sufrió una debilidad enfermiza desde muy joven, tanto que le impidió disfrutar de una infancia corriente, manteniéndolo largas temporadas en cama, encerrado en una habitación. Pero suele ocurrir que aquello que pudiera suponerle un futuro trauma fue, paradójicamente, lo que le salvó, porque lo que lo apartó del mundo exterior, lo acercó a los libros. Este dato, siempre según Chesterton, condicionó su personalidad. También afirma Chesterton que el novelista de extrañas poses, curiosos cortes de pelo y extravagantes vestimentas, fue un gran viajero, en parte para buscar alivio a su enfermedad en temperaturas más livianas, pero en parte, y no menos importante, para salir de aquel encierro, aquella cárcel que lo mantenía aislado, aquel asfixiante cautiverio de niebla. Stevenson, sin procurarlo, con la intención de liberarse de aquella infancia postrado en un cuarto, con la sola compañía de viejos volúmenes de batallas de guerras, inició una fuga de las galeras de su reducido encierro en busca de un cálido refugio, un hogar de libertad, una isla del tesoro.

Stevenson era un enamorado del teatro de marionetas infantil. Se dedicó sin disimulo en sus libros a los jóvenes, porque se dio cuenta que los muchachos estaban abandonando lo que él más había disfrutado, y probablemente, aquella gratuita dedicación, sin ser ciertamente consciente, significó también su felicidad.

Coincido, a pesar de mis pocas lecturas del autor escocés, en algunas sentencias de Chesterton sobre Stevenson, pero de todas, especialmente le doy la razón a aquellas que se ocupan en ensalzar la maravillosa virtud que poseía Stevenson para conseguir que parezca simple y fácil lo que en realidad es extremadamente difícil y complejo, en dibujar la precisa personalidad de una persona en un par de adjetivos y un sustantivo.

martes, 15 de noviembre de 2011

Días lluviosos

En ocasiones me encantan los días lluviosos. Todos, de vez en cuando, necesitamos alguna vez un día lluvioso. Asomarme a la ventana y ver la densa lluvia caer inclinada y lentamente me relaja. Suena absurdo pero es así. Otra cosa es el trastorno que provoca a la hora de salir, sobretodo si vas con niños, pero eso es otra historia bien diferente.

Les escribo sobre esos días en los que uno está en casa, y no le apetece salir a la calle, no tiene ningún plan ni encargo fuera de casa. Ocasiones en los que las zapatillas con calcetines de lana son el calzado para todo el día . Días en los que apetece más una sopa que un helado, un café más que una cerveza, algo de jazz más que de rock, un libro de Antón Chéjov antes que uno de Coetzee, en definitiva, un día lluvioso más que uno soleado...

domingo, 13 de noviembre de 2011

El montador

Estamos en tiempo de crisis y hay que apretarse el cinturón. Cada cual toma sus medidas, dependiendo de sus posibilidades y sus necesidades. Nosotros, en casa, también tomamos las nuestras, por eso nuestras últimas compras de hogar: una estantería para libros, que también hará las veces de zapatero, un sofá y un puf las hicimos en Ikea, donde nos ahorramos unos euros, pero tienen el inconveniente de que todo viene desmontado y hay que perder un buen tiempo trabajando para montarlas.

Me lo tomé como un pequeño reto personal. Dispuse todas las piezas ordenadamente por el salón. Preparé la caja de herramientas, y cuando tenía todo bien preparado para comenzar, me situé delante de la estantería donde tengo mis cds, y seleccioné un par de discos para acompañarme durante la faena.

Hubo un momento, mientras ensamblaba las últimas piezas del sofá, tumbado en el suelo boca arriba, viendo el trabajo casi terminado, mientras escuchaba el formidable Blue Train de John Coltrane, en el que me sentí verdaderamente satisfecho, orgulloso, del trabajo bien hecho. Así que, en realidad, disfruté del trabajo de montar los muebles.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Cerveza Brahma

Un buen anuncio fresquito de cervezas siempre sienta bien a la salud de este blog, así que no se anden con remilgos, ni con estrecheces, pongan el volumen, maximicen la pantalla y hagan el favor de darle al play.



Espero algún día probar esta cervecita y presentársela.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Ellen Page

La primera vez que vi a Ellen Page en la gran pantalla fue con la película Hard Candy, y la verdad fue que me sorprendió muy gratamente la película, así como su actuación. Luego vino Juno, que me pareció una muy buena película y otra gran actuación. Después he visto Origen y Gente Inteligente, en ambas interpretando papeles diametralmente opuestos y los dos muy bien llevados a cabo. Desde entonces la señorita Page se ha ganado mis respetos, y ver su nombre incluido en el reparto de una película es un atractivo añadido. Por si fuese poco, próximamente actuará en la nueva película de mi admiradísimo Mr Allen, Bop Decameron.

Definitivamente la señorita Page es otra de mis debilidades.


martes, 8 de noviembre de 2011

Estudio en escarlata - Arthur Conan Doyle

Arthur Conan Doyle fue un escritor prolífico. Escribió novelas de historia, de ciencia ficción, de misterio, de intriga, de terror..., pero es conocido mundialmente por la creación de uno de los personajes más célebres en la historia de la literatura: Sherlock Holmes.

La obra completa de las aventuras del excéntrico detective constan de cuatro novelas y nada menos que 57 relatos, todos estos vienen normalmente reunidos en cinco colecciones. Por orden cronológico, la primera de todas las obras, en la que se presenta por primera vez al observador Holmes, en voz de su coinquilino Watson, es Estudio en escarlata, que además es la primera de las cuatro novelas.

Hace un par semanas, curioseando por mi librería habitual, tropecé con una edición en dos volúmenes de las cuatro novelas de las aventuras de Holmes. Una coqueta edición, con un precio asequible. El primer volumen, que finalmente adquirí, contiene las novelas primera y cuarta, mientras que el segundo volumen incluye la segunda y la tercera. No me pregunten por qué se han distribuido así. A mí también me parece absurdo e inapropiado, pero supongo que existirá alguna causa que desconozco, aunque sospecho, que así lo recomienda.

Estudio en escarlata
me ha encantado y no ha hecho más que incrementar mi interés por la obra del autor escocés.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Ikeando

Cada persona tiene sus manías, sus rituales, sus querencias y sus propias contradicciones. Yo, como cualquier hijo de barrio, también tengo las mías. Una de mis inclinaciones más habituales es evitar las grandes superficies. No es que padezca ninguna extraña variación de agorafobia ni nada por el estilo, es simplemente que, como cantó Serrat, "prefiero los artesanos más que las factorías".

Es bien sencillo, prefiero la cercanía de la tienda pequeña, donde todo está bien colocadito, donde el vendedor conoce perfectamente lo que se tiene entre manos, y, sobretodo, prefiero la cercanía de trato que ofrece el pequeño comercio. Por eso si tengo que comprar un libro prefiero veinte veces más comprarlo en una pequeña librería que en un gran almacén, o si, por ejemplo, quiero tomar un café, difícilmente me verán hacerlo en la cafetería de un centro comercial, en cambio, será fácil que lo haga en cualquier bar de barrio. Soy así, es una tontería, pero cada cual tiene sus manías y además creo que es bueno que así sea.

A pesar de lo anterior, en ocasiones, me veo ante la imposibilidad de evitarlo y sólo queda apretar los dientes y esperar que no rechinen demasiado.

Todo esto lo escribo hoy lunes, después de que el sábado sin poder remediarlo estuve, junto a la señora, en busca de un sofá en Ikea. Como imaginarán al final no compramos ningún sofá, pero, en cambio, nos trajimos dos estanterías, de las cuales una tengo que ir a devolver, una silla para el ordenador, una pequeña lámpara de lectura portátil, un juego de dieciocho piezas de vajilla, seis vasos, cuatro bowls, varios juegos de perchas... y ningún sofá. Repito: NINGÚN SOFÁ.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Por las mañanas

- ¿Oye, qué es lo que haces tú por las mañanas antes de desayunar?
- Pues, normalmente, lo que suelo hacer por las mañanas es salir a la calle y resolver un cubo de Rubik con una mano, mientras con la otra pues hago malabarismos con otros dos cubos de Rubik. Todo, en menos de un minuto. ¿Y tú?
- Yo, bueno, mientras me tomo el café, contemplo la calle por la ventana unos cinco minutos.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Una Hoegaarden Wit Blanche

Hoy toca presentar otra cerveza, y de nuevo he decidido hacerlo con una de las cervezas que tuve el placer de conocer en mi viaje a Bélgica. La probé en mi primera noche en Bruselas, en un elegante restaurante italiano de dos plantas, situado en la misma plaza en la que también teníamos situado nuestro hotel. Nos sentamos en una mesa junto a una ventana alta, con bonitas vistas hacia la plaza.

De entre todas las cervezas que ofrecía la carta, elegí, un poco a voleo, una que no había probado antes y que cumplía con el único requisito autoimpuesto de no tener un alto porcentaje de alcohol -afortunadamente en casi todas las cartas de cervezas de Bélgica indican, junto al precio, el grado de alcohol- porque como cada día a la hora de cenar ya iba bastante cargadito. Al final me decanté por una Hoegaarden Wit Blanche.

Es una cerveza belga con sólo un 4'9 % del volumen en alcohol. Según parece es una cerveza producida desde 1445 en la localidad del mismo nombre.

Viene presentada en una botella de color cobrizo bastante oscuro, que impide sospechar de antemano el color de la cerveza antes de servirla, lo que hace que sea más sorprendente aún al tirarla sobre su típico vaso hexagonal.

Es una cerveza suave, muy refrescante, con un color amarillo claro y turbio, a la par que brillante, tirando a limón, con una espuma muy menuda pero al mismo tiempo abundante. Al acercar la nariz a la cerveza recién tirada posee un toque a naranja que no fui capaz de apreciar después en el paladar, pero que me sorprendió.

Fue, si no recuerdo mal, la cerveza belga que más gustó a mi señora, y a mí, acostumbrado a acudir a las cervezas para sofocar calores, también me dejó buen recuerdo.

Es una lástima que en la foto que cuelgo no se aprecie bien el color de la cerveza. ¡Estas cámaras compactas!

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Thailife

No me considero un hombre de lágrima fácil, pero este anuncio me arrancó alguna que otra. El anuncio es tailandés, o eso supongo, pero viene subtitulado en inglés, aunque les aseguro que con la música y las excelentes interpretaciones de los protagonistas del anuncio se entiende suficientemente bien.



Este anuncio pellizca intensamente los sentimientos. Especialmente a los padres.

martes, 1 de noviembre de 2011

El Alquimista - Paulo Coelho

Comenzaré diciendo que éste es un libro que nunca deseé leer, pero que a pesar de ello, leí.

Si no recuerdo mal, todo comenzó hace algún tiempo, cuando leí durante varios meses los artículos de Coelho en la prensa. Al principio los leía con curiosidad, más tarde la curiosidad se tornó en poca cosa, quizás en un profundo aburrimiento y así, desinteresado, dejé de leer sus artículos. Y es que los artículos de este hombre me parecieron, ¿cómo decirlo?, quizá demasiado místicos para mis terrenales neuronas.

Años más tarde me surgió la fugaz posibilidad de una escapada a Tánger y conversando con alguien que había leído el libro, dijo que creía recordar que gran parte de la historia del libro se desarrollaba en la ciudad marroquí de Tánger, de manera que, aunque sin mucho convencimiento, se lo pedí prestado.

El tiempo pasó, y el posible viaje se esfumó, pero al libro no le ocurrió lo mismo y continuaba en la estantería del despacho de casa. Así pasaron los meses, adornando la habitación con su tapa dura, pero como no me gusta dilatar el tiempo de lectura de los libros cuando son prestados, me puse en ello, y aquí estoy.

El libro trata sobre un sueño, sobre un viaje y sobre señales en el camino, pero también sobre el entusiasmo en la vida, de la búsqueda de un tesoro, del amor y de la búsqueda de la propia Leyenda Personal. Y el resumen del libro bien podría ser: Sigue el camino de tus sueños.

Un libro de esos que dicen que nos hablan a nosotros mismos y que aunque no lo son, dan la sensación de que uno está leyendo un libro de autoayuda, o bien, viendo un anuncio de mimosín lamiendo un yogur con muesli. Sinceramente, mucho tiene que cambiar la cosa para que vuelva a leer un libro de Paulo Coelho.

Pd: Ya he tenido demasiado buen rollo, Epi y Blas, y Bambi paseando por el jardín de Wendy y Peter Pan, para bastante tiempo.