Cuando la noche obliga es de todas las novelas que he leído de Montero Glez, posiblemente la que mejor sabor de boca me ha dejado. He disfrutado leyéndola, he tenido que volver sobre lo leído de lo mucho que me ha gustado leerlo. Con lo que puedo decir que he leído y releído la novela al mismo tiempo. La novela se lee dando saltos de atrás hacia delante y desde el final hacia el principio, de manera que llegué al final anunciado y esperado varias veces antes de terminar. Pero da lo mismo, porque lo mejor de Montero no es lo que cuenta, sino cómo lo cuenta, cómo busca entre los huecos de las palabras ese viento que empuja a contrapelo en las esquinas de las frases.
Así que si quieren irse de burdeles, buscar tesoros, viajar a la costa gaditana, descubrir lo que es un mojadito y perseguir en moto a un putero vendedor de biblias, entonces, llamen a la puerta de lo de La Chacón, o mejor, abran la primera página y sientan cómo cruza las piernas una mujer con más curvas que una botella de Coca-Cola.
Mis reseñas anteriores de Montero Glez:
A ras de "yerba"
Diario de un hincha
Besos de fogueo
El verano: Lo crudo y lo podrido
Sed de champán
Manteca colorá
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