
Así que si quieren irse de burdeles, buscar tesoros, viajar a la costa gaditana, descubrir lo que es un mojadito y perseguir en moto a un putero vendedor de biblias, entonces, llamen a la puerta de lo de La Chacón, o mejor, abran la primera página y sientan cómo cruza las piernas una mujer con más curvas que una botella de Coca-Cola.
Mis reseñas anteriores de Montero Glez:
A ras de "yerba"
Diario de un hincha
Besos de fogueo
El verano: Lo crudo y lo podrido
Sed de champán
Manteca colorá
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