El domingo pasado mi señora y yo nos levantamos temprano y fuimos a Londres. En serio. Paseamos en coche de caballo bajo la nieve por las empedradas calles de los alrededores de la magestuosa St Paul. Visitamos la mansión de Ebenezer Scrooge, y seguidamente, la humilde vivienda de la familia de Bob Cratchit. Sobrevolamos el Londres de mediados del siglo XIX, por encima de inclinados tejados de pizarra, viendo salir el oscuro humo que escapa de sus chimeneas. Incluso rozamos, en nuestro vuelo, la famosa torre del Big Ben mientras estaba en construcción.
Todo ello lo hicimos desde la butaca de un cine, donde, a veces, los sueños se hacen realidad.
Si quieren informarse pulsar aquí.
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Siempre tuve especial cariño al clásico de Dickens y verlo en 3D era una experiencia que no quería dejar pasar. Me ha encantado y por eso la recomiendo.
Así que si todavía no han ido a ver la nueva versión de Cuento de Navidad corran a ocupar sus asientos antes de que sea demasiado tarde. Merece la pena.
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