domingo, 1 de noviembre de 2009

No es serio este cementerio

Hace ahora 16 años que realicé mi primer viaje a tierras británicas. Fui a visitar a la que entonces era mi novia -ahora mi mujer- mientras sufría de una beca Erasmus en una pequeña localidad cercana a Birminghan. De aquel viaje me guardo mucho recuerdos y uno de los más curiosos fue mi verdadero primer contacto con Halloween.

Pasear a primerísima hora de la mañana por las amplias y, en ese único momento, silenciosas calles del centro de Londres, donde nos escapamos el fin de semana, viendo pasar grupos de monstruos, muertos vivientes, caras pintadas de blanco, cabezas atravesadas por hachas, sábanas manchadas de sangre y extremidades arrancadas no es una estampa fácil de olvidar.

Todos -supongo por la hora que era- volviendo desfasados de fiestas fantasmales, perdiendo el paso sin ningún tipo de esfuerzo, con la mirada desencajada por el exceso de a saber qué tipo de sustancias venenosas.

Parecía que en cualquier momento saldría el entonces vivito y coleando Michael Jackson de entre la multitud de zombies, con su thriller, meneando la cadera. No ocurrió. Una lástima. Pero yo me pasé todo el día cantando No es serio este cementerio.

Ya saben...

y los muertos aquí
lo pasamos muy bien
entre flores de colores
y los viernes y tal
si en la fosa no hay plan
nos vestimos y salimos
para dar una vuelta
sin pasar de la puerta eso sí
que los muertos aquí
es donde tienen que estar
y el cielo por mí
se puede esperar...


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