viernes, 21 de noviembre de 2014

Sin noticias

Hace ya unos cuantos meses que estoy intentando mantenerme alejado de las noticias y de cualquier tipo de informativo televisivo. Cada vez soporto menos el negativismo cansino y reiterativo de los periódicos, y tampoco comparto el absoluto sensacionalismo de las malas noticias y procuro todo lo que me es posible enfocar mi atención en aquello que me entretiene, o al menos no me entristece. La vida -decía mi madre- ya se encarga de darte malas noticias por sí sola, como para andar encima buscándolas.

Por eso últimamente prefiero leer las noticias deportivas, porque, aunque en ocasiones puedan ser banales, no me desasosiegan ni me producen resquemor en el esófago.  Pero hasta en la prensa deportiva, desde hace un tiempo, está salpicando el nacionalismo retorcido y el vergonzoso fraude de nuestros  dirigentes, porque, como ya sabemos, en todos sitios cuecen habas.

De manera que cuando me conecto a Internet, ya sea en el móvil o en la tablet, voy esquivando, todo lo que puedo aquellas noticias que no me van a aportar más que indignación, vergüenza y, en algunos casos, hasta iracundia. Voy saltando de las secciones de cultura, a la de deportes, de la de ciencia o viajes, a la de espectáculos y así voy, renqueantemente, obteniendo una versión parcial y despreocupada de la realidad.

¿Hago bien? Creo que sí. No soy por naturaleza una persona interesada en la política, aunque por supuesto que tengo mis ideas, pero no soy partidario de tanto acaloramiento político. Creo que se pueden hacer las cosas bien de muchas diversas maneras, y que lo que importa es que al final se hagan bien. Y también creo que los objetivos son importantes, pero las maneras tal vez más.

En la política hay muy pocas personas que sepan apreciar y valorar lo que otros han hecho, o están haciendo correctamente, y, en cambio, se tiran directamente sobre ellos a la yugular en cuanto alguien comete un error. Ese clima pendenciero, agresivo y casi militar en el que nos envuelven los partidos políticos creo que hace más mal que bien. Es algo parecido a lo que pasó con el Real Madrid de Mourinho cuando ganó la liga. La ganó, bien, pero yo, al menos, no pude disfrutarla completamente. Se puede ganar la liga de muchas diversas maneras, pero si vamos a ganarla, ganémosla con estilo, y si se pierde felicitemos al adversario. Hay que hacer las cosas y hacerlas bien. No parece tan complicado.
 
Este enfrentamiento continuo entre los distintos partidos políticos, sea por la razón que sea, se puede llevar a cabo sin tanta estrechez de miras, ni tanta ironía, ni tanta malas mañas, ni odio, ni inquina y sobre todo con más vergüenza.

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