El amor puede surgir de las más inesperadas maneras. Escondido desde detrás de una mirada o tras las primeras palabras de un saludo. Puede estar oculto, latente, en una relación de amistad mantenida desde mucho tiempo atrás, y sin embargo, como un chispazo, en cualquier momento, puede surgir la llama del amor. Y una vez prendida hay que saber mantenerla, avivarla y no permitir que se apague y extinga, para conseguirlo hay que permanecer atento y mostrar interés en la perduración de la llama.
El amor no entiende de edades, ni de culturas, ni de bellezas ni de razón. Es tan irracional y caprichoso como la ocurrencia más ingeniosa y perspicaz que sea capaz de crear un genial graffitero. ¿o no?
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