miércoles, 12 de noviembre de 2014

La dedicatoria

Anoche asistí junto con mi buen amigo Miguel a la conferencia que ofreció en el edificio de La Térmica el escritor Antonio Muñoz Molina, en el ciclo de charlas titulado Palabras Mayores, y que se desarrolló alrededor de su último libro Todo lo que era sólido.

Ni que decir tengo que la charla fue más que interesante, y que salí encantado de la conferencia por diversos motivos. El primero fue ver a la persona a la que he leído casi diariamente durante los dos o tres últimos años de mi vida. Cada mañana, estando todavía acostado en la cama, antes de comenzar el día y aún sin tener los ojos bien despegados, he ido consultado en el ipad si el escritor jiennense había publicado una nueva entrada en su blog. Ha sido para mí casi como una bendita adicción y ha tenido gran parte de culpa de mi buen humor por las mañanas hasta que, desafortunadamente, en el pasado mes de junio -creo que fue un día antes de mi cumpleaños- anunció que iba a suspender el blog para dedicarse más intensamente a su nueva novela.

Esa nueva novela, titulada Como la sombra que se va, como anunció el propio autor, se publicará en este presente mes, el día 25 para ser precisos, y tratará sobre la figura de Martin Luther King, su asesinato y sobre la huida del asesino, James Earl Ray, a Lisboa. Ya supondrán que a mi juicio es una estupenda noticia, que además no se hará mucho esperar. Lo apunto en mi agenda aunque estoy seguro que no se me olvidará.

Otro motivo de satisfacción de la conferencia fue comprobar la agudeza, precisión y buena medida del autor en sus palabras, lo acertado de sus contestaciones y lo atinado que fueron sus ejemplos y anécdotas personales, algunas de ellas, como apuntó, ya estaban en el libro.

Por si no fuese suficiente, al finalizar la distendida charla y la ronda de preguntas, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras de 2013 dedicó libros a todos aquellos presentes que lo quisieran, incluso posó para retratarse con los que lo desearan. Yo, por supuesto, había cargado oportunamente hasta la conferencia con mi primera edición de Sefarad, posiblemente la novela suya que más me gusta. Me la dedicó y también me retraté con él. Así que ya pueden, sin mucho esfuerzo imaginar, cuál es, desde ayer, la nueva joya de mi biblioteca.

Nada más acercarme a él y estrecharle la mano, me miró fijamente, con curiosidad, y me preguntó si nos conocíamos. Yo le contesté que no. Seguidamente me preguntó mi nombre para dedicarme la novela. Mientras me la dedicaba le pregunté si ahora, una vez que ya había terminado de escribir el libro, le dedicaría algo de tiempo al blog y lo retomaría, a lo que contestó afirmativamente: que sí, que algo haría ahora que dispondría de más tiempo.

Ansioso espero.


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