La grandes ilusiones de los individuos son la mayoría de las veces las grandes ilusiones de las sociedades. Tendemos a sentir ilusión por comparación. Queremos tener aquello que aquel tiene, queremos hacer aquello otro que aquel otro hace, queremos ser aquello que otros son. En definitiva, queremos lo que los otros quieren, anhelamos lo que los otros anhelan, o peor aún, deseamos aquello que nos imponen que deseemos. Nos venden las ilusiones que a ellos -las grandes empresas- les interesan que tengamos, que consumamos.
Somos bombardeados tan constante y descaradamente, y por tantos medios, sobre lo que nos ha de ilusionar, que terminamos por autoconvencernos inconscientemente para tener las ilusiones que otros desean que tengamos. En mi opinión es un error tanto colectivo como personal, pero sobre todo es un error por pereza. Preferimos aceptar entre lo que se nos ofrece, que pararnos a pensar lo que realmente queremos. Caemos en nuestras ilusiones por dejadez. De pronto sospechamos, creemos o intuimos que sabemos lo que nos hace ilusión, pero si observamos un poco, probablemente será lo mismo que ilusiona a nuestro compañero de trabajo, a nuestro amigo de la infancia o a nuestra pareja. Tal vez las ganas por ser gregarios y sentirnos incluidos en una sociedad es lo que provoca esta especie de deseo común. No lo sé. Sólo sé que la mayoría de las personas cuando hablamos de nuestras ilusiones, hablamos de las mismas ilusiones que desean los que están justo al lado.
La gran diferencia de las ilusiones, por concepto, las impone nuestras necesidades. Cuando se tienen las necesidades básicas relativamente cubiertas, nuestras ilusiones son, en general, superfluas y manoseadas; en cambio, cuando las necesidades básicas no están cubiertas, o al menos no del todo cubiertas, nuestras ilusiones están totalmente enfocadas en cubrir las necesidades para alcanzar el anhelado bienestar. De manera que las ilusiones de las personas están claramente clasificadas dependiendo del estrato social en el que estén ubicadas. Piénsenlo.
Dime cuáles son tus ilusiones y te diré en qué sociedad vives.
La gran diferencia de las ilusiones, por concepto, las impone nuestras necesidades. Cuando se tienen las necesidades básicas relativamente cubiertas, nuestras ilusiones son, en general, superfluas y manoseadas; en cambio, cuando las necesidades básicas no están cubiertas, o al menos no del todo cubiertas, nuestras ilusiones están totalmente enfocadas en cubrir las necesidades para alcanzar el anhelado bienestar. De manera que las ilusiones de las personas están claramente clasificadas dependiendo del estrato social en el que estén ubicadas. Piénsenlo.
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