lunes, 18 de febrero de 2013

La bienvenida

Eran aproximadamente las ocho de la mañana y en ese instante comenzaba mi trayecto diario en coche saliendo desde el aparcamiento con algunos minutos de retraso respecto a lo habitual. El cielo estaba encapotado y hacía presagiar un día oscuro y pasado por agua. Cayeron un par de gotas nada más salir y supuse que cuando estuviese en la parte alta de la autovía me caería un buen chaparrón de agua, como ya me ha ocurrido otras veces. Sin embargo, conforme fui subiendo en altura en la carretera, inesperadamente, el cielo se fue aclarando.

La visión era extraña. El cielo estaba verdaderamente cubierto, pero a mi derecha, sobre la línea del Mediterráneo, un estallido silencioso y pausado invadía la oscuridad del día. La luz ardorosa del sol iba, poco a poco, abriéndose camino  entre la superficie horizontal del mar y la densa capa de nubes compactas. Mirando hacia delante, evitando el espectáculo de la derecha, parecía imposible que algo tan cautivadoramente bello estuviese ocurriendo con sólo girar la cabeza. Yo no sólo giré la cabeza sino que también giré el volante y por tanto el coche, de manera que paré en la gasolinera para hacer esta foto, donde, como pueden imaginar, sólo se capta una mínima porción del maravilloso espectáculo que esta misma mañana ha tenido lugar.


Este cielo se lo dedico a Lucas, que nació ayer domingo y éste es su primer amanecer. Ya me hubiese gustado a mí que alguien fotografiara el cielo el día que nací y que éste fuese así de bonito. ¡Enhorabuena también a los padres!

2 comentarios:

David dijo...

Muchas gracias! bello gesto, seguro que Lucas, cuando tenga uso de razón, sabrá entender y disfrutar ese momento que hiciste tuyo primero, y de los demás al compartirlo.

Un abrazo amigo!!

Cristina dijo...

Muchas gracias por inmortalizar este momento! En cierto modo Lucas es la luz que se abre paso entre las nubes grises y espero y deseo que su brillo sea siempre claro y limpio y dure muuuuucho tiempo. Te quiero Lucas!!!
Un beso.