Entre el día de ayer y el de antes de ayer volví a ver la magnífica película de Steven Spielberg, La lista de Schindler. No recuerdo si era la cuarta, la quinta o la sexta ocasión que la veía, pero cada vez que termino de verla no deja de conmoverme el hecho de que se trate de una película basada en una historia real. El Holocausto fue una masacre tan devastadora, humillante e inhumana que llega a parecer inverosímil e irreal, incluso dentro de una guerra mundial. Es difícil comprender cómo las personas podemos aglutinar tanta maldad y tanto odio. Parece mentira que algo así haya ocurrido alguna vez. Pero ocurrió. Desgraciadamente ocurrió.
Es posible que sea la primera vez que la veo desde que soy padre y creo que eso ha hecho que me hiciera preguntas hoy, que no me hice antes. Las anteriores ocasiones, tras visionarlas, me quedó ese mal cuerpo que le queda a uno después de ver como se lleva acabo una masacre, un genocidio. Intentar imaginar cómo debían sentirse los millones de judíos perseguidos, capturados y después encerrados en guetos, donde la Gestapo, la SS y el Ejercito Nazi mataban sistemáticamente llevando acabo eso que ellos llamaban la Solución Final, que no era otra cosa que un exterminio, es algo que no entra en mi cabeza. Que me deja sin palabras.
¿Qué clase de vida le espera a un superviviente de un campo de concentración? ¿Puede una persona después de algo así llegar a tener una vida normal? ¿Podrá confiar alguna vez en la condición humana? ¿Puede perdonar? ¿Qué siente? ¿ira, venganza, odio... quizás un enorme vacío? ¿tendrá ilusiones o la pena es tan grande que no hay hueco para ellas? Está claro que un episodio tan atroz en la vida de una persona ha de marcarla inexorablemente. No sé. Lo dicho. No tengo palabras.
He leído varias entrevistas a supervivientes del Holocausto y lo único en lo que coinciden todos ellos, según creo, es que no debe olvidarse lo ocurrido, por eso me quito el sombrero (simbólicamente) ante la película.
1 comentario:
Es un tema que me lleva unos días más sensibilizado. Aquí en varsovia, rodeado de polacos, de vez en cuando hablo con ellos del tema... es duro... quizás vayamos este fin de semana a Cracovia, donde muy cerca está el campo de concentración de Auswitz... todo el mundo que va, sale con mal cuerpo... ya te contaré...
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