viernes, 27 de enero de 2012

Hurgando

No se han preguntado nunca: ¿por qué tanta gente que se hurga las narices en el coche? Seguro que sí. Es raro el día que volviendo desde el trabajo a casa, mientras observo desde la acera a los coches que vienen calzada abajo, no me cruce con unos cuantos. No sé por qué será pero es así, ocurre, sin más. Si voy conduciendo yo, y paro en un semáforo y miro hacia un lado, o hacia el otro o por el espejo retrovisor, lo normal es que al menos uno de los coches que me rodean tenga a un conductor con la mano en la nariz. Hurgando. Es pura probabilidad. Es un comportamiento digno de estudio y análisis. Y ahora que caigo, ¿será por eso que hay tanta gente vendiendo pañuelos de papel en los semáforos? ¿tendrán ellos realizados este estudio competente en el que se haya obtenido como conclusión que es un lugar indicado para su venta? No lo sé, pero les aseguro que la sabiduría popular acierta la mayoría de las ocasiones.

En cualquier caso, mi mujer cuando conduce no se hurga la nariz, pero ¿lo hará cuando está conduciendo sola? ¿Lo hace la mayoría de la gente cuando conduce en soledad, o por el contrario les es indiferente y lo hacen aunque estén acompañados? Y si lo hacen cuando están solos, ¿lo hacen inconscientemente? Y si es así, entonces, ¿lo hago yo inconscientemente? ¿lo hace mi mujer? ¿Serán los taxistas las personas con las narices más limpias? ¿Por eso limpian tanto los taxis? ¿y los demás? ¿abrimos la ventanillas o, por el contrario, lanzamos a escondidas, en nuestra soledad al volante, las sobras al interior del coche? Me doy cuenta que estoy empezando a introducirme en suelos demasiado pantanosos...

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