domingo, 12 de septiembre de 2010

Una Coronita

Durante mis vacaciones, en uno de esos días tontos, sin sustancia, que siempre se quedan entre semana, a mi señora se le ocurrió la suculenta idea de cocinar comida mejicana. Yo, siempre dispuesto a una comilona, fui raudo a hacer la compra, vaya que cambiase de opinión repentinamente. Lo único que a mi mujer no le hace falta que incluya en la lista de la compra, porque ya lo llevo grabado en mayúsculas en el entrecejo, son las cervezas para la ocasión. Casi tardé más en elegir las cervezas mejicanas que en hacer el resto de la compra.

Al final, tras muchas dudas, me decanté casi aleatoriamente por la marca Sol, pero la que hoy nos ocupa es una de las seis Coronitas que mi hermano y Mari Carmen tuvieron el detallazo de traernos a la cena. Como las Coronitas no llegaron frías, al día siguiente, para acompañar al delicioso chili con carne que sobró, tuve que hacer el terrible esfuerzo de colar dos rodajas de limón en el cuello de una Coronita y brindar por ustedes. ¡Saludos chingones, carajo!




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