Mendel el de los libros es un hermoso tributo que nos brinda Stefan Zweig -mi autor vienés favorito- sobre el apasionante mundo de la literatura, o más exactamente, sobre el amplio e inabarcable, o quizá sí, universo de los libros. Todo ello a través de un personaje insólito, singular, raro. Un librero, Jacob Mendel, con el que el lector se encariña a cada página. Un personaje que me recordó, de alguna manera, al extraordinario Bartleby, el escribiente de Melville.
El lector puede, sentado junto a la butaca de Mendel, en uno de esos refugios intelectuales que fueron los cafés vieneses a principios del siglo pasado, vivir la manera en la que la guerra lo toca y afecta todo, sesgando con su ardiente filo cualquier cosa, incluso aquello que parecía inmutable e invariable.
Es uno de esos libros que una vez leídos sabes a ciencia cierta que volverás a leer con más placer, si cabe, en la segunda lectura.
El lector puede, sentado junto a la butaca de Mendel, en uno de esos refugios intelectuales que fueron los cafés vieneses a principios del siglo pasado, vivir la manera en la que la guerra lo toca y afecta todo, sesgando con su ardiente filo cualquier cosa, incluso aquello que parecía inmutable e invariable.
Es uno de esos libros que una vez leídos sabes a ciencia cierta que volverás a leer con más placer, si cabe, en la segunda lectura.
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