Las memorias de Sherlock Holmes es un libro que Conan Doyle debió escribir con hartazgo y desgana. No quería seguir escribiendo más sobre su personaje más famoso, que es también con toda seguridad el detective de ficción más famoso de la literatura mundial. Estaba cansado de él, empezaba a odiarlo, y su cabeza estaba ya en otras cosas, así que decidió matarlo. Poner fin a su vida. Y así lo hace, pero dejó un poco la puerta abierta. Supongo que estuvo bien aconsejado, o simplemente meditó y cuidó sus palabras lo suficiente para, afortunadamente para sus lectores, dejar un resquicio de donde asirse.
Si han tenido la suerte de leer las historias de Sherlock Holmes entenderán perfectamente lo que les digo, si también han tenido la suerte de no leer las historias de Sherlock Holmes, les doy mi enhorabuena, porque, si lo desean, tienen por delante un número de páginas de divertimento.
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