Esta mañana, mientras acercaba cuidadosamente el primer café del día a los labios, mi hija de seis años entró en la cocina y me preguntó si me gustaría escuchar un poema suyo. Por supuesto, le dije. Lo he inventado yo sola, aclaró dulcemente. Dejé la taza sobre la encimera, crucé los brazos y me dispuse a escucharla mientras observaba atento su tímido gesto, sus manos expresivas entrelazando los dedos nerviosamente, el pie derecho hacia atrás, apoyado en su punta mientras lo giraba, su sonrojo natural. Recitó el principio de memoria, pero conforme avanzaba fue improvisando y al terminar sonrió abiertamente y levantó los brazos en señal de final. La aplaudí entusiastamente y seguidamente la besé en la frente y le dije que me había gustado muchísimo y se marchó alegre, dando delicados saltitos.
Sé que soy un tonto sentimental pero me entraron ganas de llorar.
Sé que soy un tonto sentimental pero me entraron ganas de llorar.
2 comentarios:
No me extraña, yo también habría llorado... eso es arte, eso es amor, eso es la vida... sacar los sentimientos, expresarlos con palabras... sin duda, Sofía ha sacado esa vertiente artística igual que su padre (aunque no se prodigue demasiado) y sobre todo de su abuelo paterno... Que guay!!
Que disfrutes de muchos momentos así!!! Eres un privilegiado
Gracias, de corazón!
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