Hay un refrán que dice que "a quien madruga Dios le ayuda", y puesto que nuestra primera parada del día era el Vaticano decidimos levantarnos bastante temprano, para de esta manera intentar aprovechar el día y al mismo tiempo evitar las larguísimas colas que allí acontecen.
Nos levantamos temprano, con la intención de estar en la Santa Sede antes de que abriesen las puertas de sus museos. Después de una ducha rápida fuimos a desayunar, en un salón que tenían habilitado para tal junto a la recepción del hotel, donde se servía un estupendo capuchino, chocolate caliente o café-latte. Además había tres distintos tipos de zumos, cantidad de cereales, así como frutas, bacon, huevos revueltos, champiñones, mermeladas, queso, salami, y jamón de york incluso Nocilla, miel y alguna otra cosa que se me olvida. Así que los desayunos fueron bastante calóricos.
Subimos nuevamente a la habitación para coger lo imprescindible para el día (dinero, teléfonos, cámaras de foto y vídeo, guía de Roma y algunas cosas más). Fuimos al tranvía 8 y enlazamos en la Piazza Argentina con un autobús que seguro nos llevaría al Vaticano pues había dentro de él más sotanas y hábitos de los que yo había visto en toda mi vida. Me sentí como un canario en una jaula llena de cuervos.
Nada más bajarnos del autobús, teníamos delante nuestra la impresionante Basílica del Vaticano. Entonces nos pusimos a grabar en vídeo y hacer fotos como japoneses. Se nos fue el santo al cielo, con perdón, y se nos hizo algo tarde. Pero no importó, porque cuando por fin llegamos a los Museos Vaticanos no había aún cola alguna. Los museos Vaticanos es algo así como un conjunto de museos en uno. Está un poco desordenado y por momentos puede llegar a ser mareante, la cantidad de obras de arte que te rodean. Así recuerdo primero fue el patio de estatuas, el museo etrusco, el museo egipcio, luego la galería de los tapices, después la galería de los mapas, que personalmente me encantó. Las estancias de Rafael, la galería de las estatuas, el apartamento de los Borgia, una colección de arte religioso moderno, entre los cuales había dos Dalí que daba paso a la capilla Sixtina. Por si fuera poco nada más salir uno se encuentra una majestuosa escalera helicoidal de bajada, pero cuando vas bajando te das cuenta que hay otra de subida. Impresionante.
Seguidamente fuimos a ver la Basílica de San Pedro pero conforme nos acercamos, vimos unas colas kilométricas que nos hicieron replantearnos volver en otro momento. Pero justo en ese instante nos llamaron desde lejos, y aunque parezca mentira allí estaban Miguel y Lola (Rigodón). Estaban en la cola, desde hacía buen rato. Qué alegría verlos. Fueron una bendición. Con ellos subimos el ascensor, previo pago de 7 € por cabeza, hasta la terraza desde la que se accedía a la cúpula. Pero como Pepi está embarazada y yo no soy un amante de las alturas, pensamos que desde ahí ya se veía suficientemente bien.
La Basílica es grandiosa, exageradamente grandiosa. Sus dimensiones, en general, llegan a ser hasta abrumadoras. Allí pudimos disfrutar de La Piedad de Miguel Ángel. Preciosa. Saliendo de la Basílica nos despedimos de nuestros amigos porque ellos tenían intención de ver los Museos Vaticanos y nuestra siguiente parada era El Castillo Sant' Angelo.
Nos levantamos temprano, con la intención de estar en la Santa Sede antes de que abriesen las puertas de sus museos. Después de una ducha rápida fuimos a desayunar, en un salón que tenían habilitado para tal junto a la recepción del hotel, donde se servía un estupendo capuchino, chocolate caliente o café-latte. Además había tres distintos tipos de zumos, cantidad de cereales, así como frutas, bacon, huevos revueltos, champiñones, mermeladas, queso, salami, y jamón de york incluso Nocilla, miel y alguna otra cosa que se me olvida. Así que los desayunos fueron bastante calóricos.
Subimos nuevamente a la habitación para coger lo imprescindible para el día (dinero, teléfonos, cámaras de foto y vídeo, guía de Roma y algunas cosas más). Fuimos al tranvía 8 y enlazamos en la Piazza Argentina con un autobús que seguro nos llevaría al Vaticano pues había dentro de él más sotanas y hábitos de los que yo había visto en toda mi vida. Me sentí como un canario en una jaula llena de cuervos.
Nada más bajarnos del autobús, teníamos delante nuestra la impresionante Basílica del Vaticano. Entonces nos pusimos a grabar en vídeo y hacer fotos como japoneses. Se nos fue el santo al cielo, con perdón, y se nos hizo algo tarde. Pero no importó, porque cuando por fin llegamos a los Museos Vaticanos no había aún cola alguna. Los museos Vaticanos es algo así como un conjunto de museos en uno. Está un poco desordenado y por momentos puede llegar a ser mareante, la cantidad de obras de arte que te rodean. Así recuerdo primero fue el patio de estatuas, el museo etrusco, el museo egipcio, luego la galería de los tapices, después la galería de los mapas, que personalmente me encantó. Las estancias de Rafael, la galería de las estatuas, el apartamento de los Borgia, una colección de arte religioso moderno, entre los cuales había dos Dalí que daba paso a la capilla Sixtina. Por si fuera poco nada más salir uno se encuentra una majestuosa escalera helicoidal de bajada, pero cuando vas bajando te das cuenta que hay otra de subida. Impresionante.
Seguidamente fuimos a ver la Basílica de San Pedro pero conforme nos acercamos, vimos unas colas kilométricas que nos hicieron replantearnos volver en otro momento. Pero justo en ese instante nos llamaron desde lejos, y aunque parezca mentira allí estaban Miguel y Lola (Rigodón). Estaban en la cola, desde hacía buen rato. Qué alegría verlos. Fueron una bendición. Con ellos subimos el ascensor, previo pago de 7 € por cabeza, hasta la terraza desde la que se accedía a la cúpula. Pero como Pepi está embarazada y yo no soy un amante de las alturas, pensamos que desde ahí ya se veía suficientemente bien.
La Basílica es grandiosa, exageradamente grandiosa. Sus dimensiones, en general, llegan a ser hasta abrumadoras. Allí pudimos disfrutar de La Piedad de Miguel Ángel. Preciosa. Saliendo de la Basílica nos despedimos de nuestros amigos porque ellos tenían intención de ver los Museos Vaticanos y nuestra siguiente parada era El Castillo Sant' Angelo.
1 comentario:
Jo! Qué recuerdos!! la verdad es que me gusta ir leyendo vuestro viaje porque me hace recordar el que hicimos Cris y yo hace dos años... de momento, has ido mostrando las mismas fotos que tengo yo, espero que con alguna me sorprendas!!! ;)
Espero con inpaciencia la tercer entrega.
Un abrazo
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