lunes, 10 de marzo de 2008

Roma - Parte quinta


Cuando salimos del McDonald's, bastante más descansados, ya había dejado de llover, por lo que volvimos a la Piazza di Spagna. Dimos una vuelta por toda ella. Subimos y bajamos los famosos escalones buscando un bonito ángulo para retratarnos como los dos típicos turistas que verdaderamente éramos. Luego a los pies de la escalinata nos hicimos arriesgadas fotografías en la Fontana della Barcaccia, obra del padre del más famoso de los Bernini. Y sentimos el orgullo de tener una Plaza tan bella con el nombre de nuestro país en una ciudad como Roma.

Bajamos por la carísima Via di Condotti, admirando los escaparates. Todas las "marcas" están allí. Al final giramos a Via del Corso hacia la Piazza del Popolo, donde escogimos cuidadosamente un apartado banco donde descansar y poder disfrutar de las distracciones de la animada plaza. Después de tomar fuerza visitamos Santa María del Popolo y pasamos junto al obelisco egipcio dedicado a Ramses II que tenía como antigua ubicación el Circo Máximo y volvimos la vista atrás para desde otro ángulo admirar las iglesas gemelas que parecen hacer de portico de entrada a la Via del Corso.

Una vez dentro de la Chiesa Santa María del Popolo, en la capilla Chigi, Pepi me hizo saber que dentro de ella transcurre una escena del libro de Ángeles y Demonios de Dan Brown. ¡Qué culta es mi mujer! Antes de irnos, disfrutamos de la contemplación de varios cuadros de Caravaggio. Desde la escalinata que da acceso a la iglesia decidimos tomarnos un café en una cafetería que estaba justo en la otra esquina de la plaza. Nos tomamos los cafés más caros de nuestra vida. Yo me tomé un cappuccino de 5.50 € y Pepi un cappuccino descaffeinato de 8.00 €. Impresionante. Creo que nos costó más barato almorzar en el McDonalds.

Una vez psicológicamente repuestos del asalto, bajamos por Via del Corso hasta la Piazza Colonna y seguidamente el Palazzo Chigi. Desde allí volvimos a pasar junto a la Fontana di Trevi y terminamos en la puerta del Quirinale. Paseamos por los alrededores de la Fontana di Trevi buscando unos souvenirs. Tomamos un microbús de línea que resultó ser eléctrico, supongo que por aquello de la contaminación dentro del centro de Roma. Nos dio un buen paseo por Roma hasta dejarnos en la Piazza Argentina. Desde donde tomamos el tranvía dirección al hotel. Donde hicimos un alto antes de irnos a cenar.

Volvimos para cenar en la misma pizzeria-tratoria de la noche anterior, en el Trastevere. En la Via San Francesco a Ripa. Esta vez me pedí unos espagueti carbonara, que estaban exquisitos. ¡Mamma mia!

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