Ya estamos de vuelta. Tengo tantas cosas que contar, tantas estampas inolvidables, tantos momentos imborrables sobre mi viaje a Roma, que me va a ser imposible escribirlos en un post. Así que he decidido hacerlo como se realizaban algunas famosas novelas: por entregas.
Miércoles, 27 de febrero 2008
Aterrizamos puntualmente sobre un nublado aeropuerto de Fiumicino sobre las cuatro y cuarto de la tarde. Nos encontramos con una Roma bastante más fría, densa y cargada de lo deseado. Nuestros distraídos primeros pasos bajando la escalera trasera del avión de Alitalia fueron los mismos que nos acompañarían durante toda nuestra estancia en la ciudad eterna. Estos primeros pasos mirando el aspecto del cielo mientras lentamente me dirigía hacia el autobús que nos trasladaría seguidamente a la terminal donde terminaríamos esperando nuestro equipaje, serían los mismos distraídos pasos que me llevaron primero mirando el cielo y después mirando la maravillosa arquitectura que hace de Roma esa ciudad inigualable.
Meses antes habíamos reservado alojamiento en el Hotel Ripa, que está situado en el Trastevere, lo suficientemente cerca del centro para no tener que perder mucho tiempo en los desplazamientos y lo aconsejablemente lejos para no tener que pagar precios desorbitados por la estancia, añadiendo la gran ventaja de estar rodeado de un sin fin de restaurantes.
Nos asignaron la habitación 409. Una amplia habitación con una terraza con unas horribles vistas a un edificio en eterna restauración y a un parking privado. Un hotel con decoración minimalista.
A pocos pasos del hotel se encontraba una parada del tranvía número 8. Parada desde donde toda Roma estaba a nuestro alcance. Nuestra primera vez en el tranvía fue para dirigirnos a la Plaza Navona. Donde está tomada la foto. Decidimos quedarnos a cenar por allí cerca y lo hicimos en una bocacalle que da justo a la plaza, en un restaurante que nos habían recomendado "Navona Notte". Allí me tomé mi primera birra italiana y una pizza caprichosa mientras Pepi se pidió unos espaguetis carbonara. Todo exquisito. Paseamos por los románticos alrededores bajando la comida camino del tranvía que salía desde la Plaza Argentina, que nos llevaría de vuelta al hotel.
Miércoles, 27 de febrero 2008
Aterrizamos puntualmente sobre un nublado aeropuerto de Fiumicino sobre las cuatro y cuarto de la tarde. Nos encontramos con una Roma bastante más fría, densa y cargada de lo deseado. Nuestros distraídos primeros pasos bajando la escalera trasera del avión de Alitalia fueron los mismos que nos acompañarían durante toda nuestra estancia en la ciudad eterna. Estos primeros pasos mirando el aspecto del cielo mientras lentamente me dirigía hacia el autobús que nos trasladaría seguidamente a la terminal donde terminaríamos esperando nuestro equipaje, serían los mismos distraídos pasos que me llevaron primero mirando el cielo y después mirando la maravillosa arquitectura que hace de Roma esa ciudad inigualable.
Meses antes habíamos reservado alojamiento en el Hotel Ripa, que está situado en el Trastevere, lo suficientemente cerca del centro para no tener que perder mucho tiempo en los desplazamientos y lo aconsejablemente lejos para no tener que pagar precios desorbitados por la estancia, añadiendo la gran ventaja de estar rodeado de un sin fin de restaurantes.
Nos asignaron la habitación 409. Una amplia habitación con una terraza con unas horribles vistas a un edificio en eterna restauración y a un parking privado. Un hotel con decoración minimalista.
A pocos pasos del hotel se encontraba una parada del tranvía número 8. Parada desde donde toda Roma estaba a nuestro alcance. Nuestra primera vez en el tranvía fue para dirigirnos a la Plaza Navona. Donde está tomada la foto. Decidimos quedarnos a cenar por allí cerca y lo hicimos en una bocacalle que da justo a la plaza, en un restaurante que nos habían recomendado "Navona Notte". Allí me tomé mi primera birra italiana y una pizza caprichosa mientras Pepi se pidió unos espaguetis carbonara. Todo exquisito. Paseamos por los románticos alrededores bajando la comida camino del tranvía que salía desde la Plaza Argentina, que nos llevaría de vuelta al hotel.
1 comentario:
benvenuti de nuevo a Fuengirola!!!
Muchas gracias por tu primera entrega. Espero ansioso el resto de la historia. Supongo que me la contarás a saltos hoy mientras vemos el partido del Madrid, pero no hay nada como un "Diario" para poder cebarte en los detalles...
Lo diocho, bienvenido a españa y no te demores con el resto de entregas.
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