Hay veces que no te crees las cosas hasta que las ves, hasta que las tienes delante, y aun así, todavía cuesta creerlo. Se anunció el concierto de los Red Hot Chili Peppers en Sevilla, en el Estadio de La Cartuja. Mi cuñado Francisco y yo hacía años fuimos junto con la familia, a pasar unos días navideños por Madrid y ya de camino ir a ver a los pimientos picantes en el Palacio de Deportes de la Comunidad, lo que ahora se conoce como el Wizink Center. Y la verdad es que vimos un muy buen concierto.
Aquella escapada madrileña aparte de ser un fin de semana turístico nos sirvió para quitarnos el gusanillo de no haberlos visto en directo, pero se nos quedó la espinita de no haberlos visto antes, cuando John Frusciante, su guitarrista de toda la vida, estaba con la banda. En aquella gira el guitarrista era Josh Klinghoffer que hoy día gira con Pearl Jam. Estupendo guitarrista también, pero Frusciante es Frusciante y se nos quedó ese pero.
Ahora venían a Sevilla, y venían con Frusciante a los mandos de su Fender stratocaster. Los dos estábamos con los dientes largos. Pero la fecha no ayudaba. Aunque era sábado a primeros de junio, alrededor de esa fecha hay muchos eventos por anunciarse, festivales pendientes, fin de curso, de manera que lo dejamos pasar. Nos hicimos la idea de que en esta ocasión no podría ser y ya está. Las entradas se pusieron a la venta y se agotaron y nosotros, con cara de bobos, contemplamos desde la distancia una oportunidad perdida.
Luego anunciaron que Beck y Trundercat serían los teloneros. Beck, otro artista de Los Ángeles que nunca había tenido la oportunidad de ver. Pero ocurrió lo inesperado. Pocos días antes del concierto pusieron un lote de entradas a la venta, no muchas, las suficientes para evitar la reventa. La oportunidad de reengancharnos estaba servida. Los dos con ganas, ir y venir, un Veni, vidi, vici de cajón. No nos lo pensamos dos veces y a Sevilla que nos fuimos.
Mi cuñado se llevó la peor parte. Él conducía y yo tenía como misión descargarlo de fatigas y darle conversación para que no se me durmiera a la vuelta. Trato hecho.Al principio del concierto estábamos algo molestos porque desde nuestra zona el sonido era deficiente, pero decidimos cambiarnos lo que pudimos más cerca y bueno, los ingenieros fueron mejorándolo. Thundercat no sirvió para que la espera se hiciera más llevadera y Beck, que fue muy animoso, el que de verdad calentó el ambiente antes de la banda californiana. Hay que decir que Beck tocó a todo trapo. Tocó un buen número de temas sin descanso. No faltó su himno Loser, pero tampoco temazos como Devil's haircut, Mixed bizness, Debra, Lost cause o Where it's at!. Un no parar.
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