domingo, 29 de septiembre de 2019

The Kleejoss Band en el Louie Louie

La segunda ocasión que la banda zaragozana The Kleejoss Band vino al Louie Louie Rock Bar de Estepona no falté a la cita. Hacía casi un año de la vez anterior, de la que todos los allí presentes aquel día guardamos un recuerdo imborrable. En esta segunda ocasión venían a presentar su último álbum, El Secreto, que ya había escuchado cientos de veces. Tenía apuntada la cita del sábado, 27 de septiembre en mayúsculas en mi calendario. Y allí nos presentamos.

The Kleejoss Band son mi banda española favorita, aunque como cantan en inglés pues no los considero realmente una banda nacional, aunque lo sean. El concierto fue una maravilla pues si algo tienen estos cuatro músicos es que suenan de lujo en directo.

Comenzaron el concierto con uno de los temas de su último disco, Earth & Roots, que es un medio tiempo con un sonido cercarno al rock americano desértico que me encanta y es uno de mis temas favoritos del último disco. Siguieron con uno de sus temas quizás más conocimos, Son of the Bitch. Y continuaron salteando canciones de sus discos anteriores con las del último disco. A medio concierto hicieron un sentido homenaje a David Bowie con su Heroes, que me sonó mucho a la versión que en su día realizaron Mötorhead. ¡Maravilloso! Seguidamente tocaron Free que es otro de los grandes temas del último disco. Mi favorito tal vez del último disco.

Repitieron pocas canciones del concierto anterior, lo cual se agradece, aunque sí que volvieron a interpretar River Sound Unleashed que es una obra de arte de canción. Uno de mis temas favoritos y que por mí podrían tocar en cada concierto... ¡dos veces!. Además me la dedicaron. Fue un momento casi místico para mí. Lo guardaré por siempre.

Terminaron poniéndose tiernos con Monster in the Closet y con dos horas de concierto cerraron con No glam in Rock N' Roll. Nadie quería que acabase, ni siquiera ellos, que llevaban desde el primer minuto dándolo todo sobre el escenario. Regresaron a los bises con Baba O'Riley, una versión de The Who, que dominaron a la perfección. Para acabar Farewell Lone Wolf. Un concierto estupendo. Al final charlamos un poco con ellos, que son gente súper agradable, nos firmaron algunos discos y regresamos para casa con una sonrisa en la cara deseando que llegue el día en el que regresen a tocar cerca de nuevo.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Whole Lotta Band en Sala París 15

Ir a un concierto de música en directo es una de las cosas que más me gustan en la vida, siempre estoy dispuesto a apuntarme a un concierto y casi cualquiera que me conozca bien, lo sabe. Por eso cuando se anunció que Whole Lotta Band, una de las bandas tributo de Led Zeppelin venían a Málaga, no tuve mucho que pensar, porque como desgraciadamente nunca tuve la oportunidad de ver a la banda británica en directo, ésta era la oportunidad más cercana a quitarme la espinita de disfrutar de un concierto con las canciones de Led Zeppelin.

No es lo mismo, lo sé, tampoco se engaña a nadie, se pretende dar homenaje a una de las bandas de rock más grandes de la historia de la música. Y es una tarea complicada porque estamos hablando de imitar a uno de los mejores guitarristas, a uno de los más versátiles cantantes, uno de los baterías más legendarios y uno de los bajistas con más nombre dentro del rock. Todos conocemos las canciones al dedillo, y hemos escuchado sus grabaciones de estudio mil veces y plasmar esos temas inolvidables del estudio al directo es sumamente complicado y arriesgado.

Aún así, por momentos Whole Lotta Band nos hicieron sentir que podíamos estar en uno de los memorables conciertos de Led Zeppelin. Con una puesta en escena donde se cuidaban hasta el más mínimo detalle. Se presentaron ante el público con un conjunto escénico intentando asemejarse lo máximo posible a lo que un concierto de Led Zeppelin podía suponer:  la guitarra de doble mástil que solía usar Jimmy Page, la memorable batería naranja transparente de Bonham, el celemín, la estética a la hora de vestir o incluso imitar la pose de Robert Plant a la hora de cantar. Todo muy bien envuelto.

Como no podía ser de otra manera fueron cayendo uno tras otro sus grandes éxitos, hit tras hit. No cupieron todos porque ni la propia banda los hacía en un solo set. Pero los grandes grandes sonaron. Mereció la pena.

martes, 3 de septiembre de 2019

La Coruña

Nuestro último día en Galicia lo íbamos a pasar visitando La Coruña. Desde Santiago de Compostela a La Coruña hay aproximadamente por carretera unos 75 km, lo que significó una hora aproximada, mientras sales, llegas y aparcas.

Teníamos reservada una visita con guía turístico que se iniciaba a las 11:00 en el Obelisco cerca de los Jardínes de Méndez Núñez. Llegamos unos minutos antes y el guía comenzó, como suele ser habitual, con una introducción histórica de la ciudad y sus monumentos principales. Seguidamente comenzamos el itinerario a pie por el centro de La Coruña.

A poco metros del Obelisco está el edificio del Banco Pastor, que durante algunos años de principios del siglo XX, fue el edificio más alto de España, cruzamos la avenida en dirección a los jardines de Mendez Núñez y visitamos una peculiar estatua dedicada a John Lennon, pasamos junto al Teatro Colón, el Casino y el enorme monumento a Curros Enríquez. A pocos pasos está el Puerto deportivo de La Coruña, desde donde se disfruta de una de las vistas más representativas y bellas de la ciudad. Impresiona contemplar todos los edificios con sus fachadas completa de ventanales, aprovechando cada mínima posibilidad de luz, con las cristaleras de palillería blanca sobre soportales de piedra abrazando la curva de la Avenida de la Marina.

Después de  retratarnos digitalmente con los móviles desde casi todos los ángulos posibles continuamos la visita junto al Teatro Rosalía de Castro, camino de la Plaza de María Pita, donde está el Ayuntamiento, un edificio modernista de principio del s. XX, con tres amplias cúpulas con fachada sobre soportales, verdaderamente un edificio sobresaliente. Nos dijeron que si pudiéramos era recomendable visitar su interior, pero que no estaba incluida en esa visita -¡otra vez será!-.

En la misma Plaza hay un formidable monumento a la figura de María Pita en el que se representa a la heroína con la lanza con la que vengó la muerte de su marido, que yace junto a ella. La historia es larga y está bien documentada. María Pita es figura ilustre en la historia de España, en el desafortunado sino de La Armada Invencible -no tan invencible- y especialmente en la contraarmada dirigida por Francis Drake, cuyo hermano fue al que apioló María Pita.

Continuamos hacia la Iglesia de Santiago, que es una de las más bonitas que he visto en mi vida. Menuda y coqueta, de hechuras románicas, de planta clásica con la imagen de Santiago Matamoros a caballo. Preciosa.

Llegamos al Jardín romántico de San Carlos, desde donde disfrutamos de unas maravillosas vistas de la ciudad y del Castillo de San Antón. En el jardín de San Carlos está la tumba de John Moore.

Regresamos hacia el centro dando una pequeña vuelta para pasar por una preciosa plaza frente a la Iglesia de Santo Domingo, y junto a ella el Convento de Santa Bárbara de las Clarisas Descalzas, donde no pudimos entretenernos a  comprar una de las pastitas que nos recomendaron  porque no disponíamos de mucho tiempo, giramos junto a la Colegiata de Santa María del Campo, también románica, y también preciosa.  Muy cercar de allí está lo que la guía denominó como el punto Instagram de la ciudad, que es un lugar desde donde hay una excelentes vistas a las tres cúpulas del Ayuntamiento.

Bajamos toda la calle hasta llegar al Mercado de San Agustín y a la Plaza del Humor, y desde allí a la Iglesia de San Nicolás y desde allí continuamos cuesta abajo hacia la Playa del Orzán, desde donde se veía perfectamente el Estadio de Riazor. Ahí acabó nuestra visita guiada. Acabamos muy contentos. 

Decidimos ir a perdernos por las calles del centro en busca de un lugar donde poder despedirnos de Galicia con unas zamburiñas, pulpo a la gallega y, en mi caso, una Estrella Galicia. Y lo conseguimos. Y de postre Tarta de Santiago. Antes de abandonar La Coruña nos acercamos a ver la Torre de Hércules, farola, y milenario símbolo de la ciudad. Como el cielo estaba completamente despejado, pudimos contemplar la profundidad imposible del mar. Nos despedimos allí de La Coruña, ¿qué mejor lugar? y nos montamos en el coche en dirección a Santiago, desde donde cogeríamos el avión que nos traería de vuelta a casa. Un viaje inolvidable, donde descubrimos muchos lugares juntos pero sobre todo donde vivimos experiencias y ciudades que dejaron un poco de ellas en nuestros corazones viajeros.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Santiago de Compostela - Padrón - Villagarcía de Arosa - Isla de La Toja

En nuestra tercera jornada en Santiago nos dimos un buen madrugón porque el día anterior nos habíamos estado informando sobre visitar el interior de la catedral y especialmente el Pórtico de la Gloria y nos avisaron que si no habíamos sido previsores y no teníamos cita previa la única posibilidad era estar en la taquilla de entrada bien temprano con la intención de poder conseguir entradas, aunque no nos prometían nada, al contrario, dijeron que era muy complicado, además a nosotros no nos valía visitarla a cualquier hora, ya que habíamos previsto quedar para almorzar ese mismo día con unos amigos. 

No nos pilló de nuevas el asunto de las entradas diarias limitadas porque yo ya había tenido la intención de comprarlas por Internet, pero entre que no estuvimos seguros de qué día podíamos quedar con los amigos, y que estábamos pendientes del tiempo, para salir en coche el día que disfrutáramos de mejor tiempo, finalmente cuando intenté comprar las entradas ya estaban completamente agotadas. Pero como la esperanza es lo último que se pierde y somos de la opinión de a quien madruga Dios le ayuda, nos plantamos en la taquilla minutos antes de que abrieran. ¡Y sí! ¡Pudimos acceder! ¡Compramos los tickets, casi los únicos que quedaban para ese día y encima eran para ese mismo momento, en la primera visita guiada que estaba programada para ese día! ¡La suerte no sonrió una vez más!

Además de tener la suerte de poder acceder, el Pórtico de la Gloria había sido recientemente restaurado y lo cierto es que pudimos disfrutarlo enormemente. Si no lo han visitado les diré que bien merece la pena hacerlo. El pórtico en general es maravilloso. Lo explican paso a paso, zona a zona, figura a figura. Los apóstoles, los profetas, hadas, leyendas, animales,... es complicado explicar para mi limitado talento de comunicador una obra maestra tan mayúscula como el Pórtico de la Gloria. Pero la catedral no es sólo el Pórtico, también están sus torres, como la del reloj, la de la carraca, o la de las campanas, así como el altar mayor, el coro, la capilla mayor, el famosísimo botafumeiro y especialmente la cripta sepulcral donde se halla el sepulcro del Apóstol Santiago. Gran parte de perímetro del interior de la catedral se encuentran las distintas capillas, y también visitamos el claustro interior y unos balcones que poseen unas colosales vistas a la plaza del Obradoiro, que significaron para nosotros ya el colofón final a una visita enormemente gratificante.

Regresamos al hotel para coger el coche y pusimos rumbo a Padrón, una localidad interior a una media hora en coche desde nuestro hotel de Santiago. Aparcamos junto al mercado de abastos, con vistas al río Sar, que atraviesa Padrón. Pasamos por el paseo del Espolón y nos detuvimos a contemplar las esculturas a Rosalía de Castro y a Camilo José Cela, ambos escritores muy vinculados a la localidad. Paseamos por el centro del pueblo, muy bonito, con las edificaciones de piedra, todo en conjunto extraordinariamente cuidado. Cruzamos el puente en dirección a la Parroquia de Santiago de Padrón. En su interior está el Pedrón, que con el paso de los años dio nombre al pueblo, así como también un fabuloso púlpito de piedra.

Montamos en el coche camino a Villagarcía de Arosa donde habíamos quedado con unos amigos míos, que se acercaban desde Vigo. Quedamos en el restaurante que nuestro amigo había reservado, A Castelara.

Hacía tiempo que habíamos dicho de quedar, y finalmente lo conseguimos. Uno de los puntos fuertes de Galicia es sin duda la comida, pero para mí otro punto sobresaliente son sus gentes. Compartimos como entradas unas estupendas almejas de carril y unos calamaritos y como plato principal un arroz con zamburiñas para chuparse los dedos y un buen rato de conversación. Todo ello regado con un estupendo vino blanco gallego al que sólo me permití dar un sorbo, que es el precio que hay que pagar por conducir.

Nos acercamos a la Isla de la Toja todos juntos -bueno, en dos coches- atravesamos el puente (tanto Pepi como los niños se quedaron fritos en el trayecto) y dejamos los coches casi a la entrada. Paseamos junto al Atlántico camino de la curiosa y original Ermida de San Caralampio, con toda la fachada cubierta de conchas pintadas de blanco.  Pasamos junto al casino de La Toja y tomamos un café en una terraza. Allí nos despedimos y regresamos a Santiago, de la que nos separaba poco más de una hora de carretera rodeada de bosque frondosos de un verde intenso.

Aparcamos el coche en el parking del hotel y bajamos otra vez al centro a ver la Catedral y el centro con iluminación nocturna. Miguelito decía que tenía hambre y picamos unas tapas en la Rúa do Franco, pero sólo él y yo, porque ni Pepi ni Sofía tenían hambre. Qué bien entró la Estrella Galicia. Regresamos al hotel, ducha y a descansar, que al día siguiente teníamos previsto bastante meneo.






domingo, 1 de septiembre de 2019

Santiago de Compostela

Despertamos algo más tarde de lo que solemos en un viaje, y es que el primer día habíamos sufrido un madrugón de aúpa y tocaba recuperar algo de sueño. Además ese día teníamos previsto patear las calles de Santiago Compostela, de manera que nos vestimos con ropa fresca, calzado cómodo justo antes de bajar a desayunar al comedor del hotel.

Abandonamos el hotel con la idea fija de pasar temprano por el Mercado de Abastos. La idea era ir a deleitarnos la vista con los productos frescos que allí se ofrecen. Ostras, bogavantes, cigalas, gambones, bueyes de mar, centollos, mejillones, nécoras, percebes, navajas, almejas de carril... el mar esta allí, sobre el mármol de los mostradores, entraba por los ojos y el olfato, parecía que salpicaba la espuma de las olas en el rostro. Decidimos que teníamos que darnos una mariscada en ese mismo momento, pero aún era pronto. Antes queríamos presentarnos ante el monumento más fotografiado de Galicia: la Catedral de Santiago.

Bajamos por la Plaza de Cervantes para que Miguelito pudiera saludar a la estatua de su tocayo Miguel de Cervantes, que da nombre a su colegio en Fuengirola. Había bastante ajetreo por las calles del centro, no era agobiante pues aún era temprano pero ya comenzaba a animarse más de lo que me gusta. Llegamos a la Plaza del Obradoiro por el pasaje que le une con la Plaza de la Inmaculada. Había un hombre tocando la gaita, lo que significó una estupenda banda sonora para nuestro primer contacto con la Plaza del Obradoiro. Además la acústica del pasaje hacía que la gaita se escuchase estupendamente desde la misma plaza.

Independientemente de la historia que abraza a la Catedral es un monumento impresionante. Además, la fachada del Obradoiro estaba recién restaurada y la contemplación que tuvimos desde la plaza bajo un cielo luminoso fue espléndida. Intentamos meternos en selfies con la fachada de fondo, tarea que no resulta sencilla.

En la misma Plaza del Obradoiro, a la derecha si estás mirando de frente a la fachada del Obradoiro, está el Colegio de San Jerónimo, actualmente sede del Rectorado de la Universidad, que su fachada ostenta un maravilloso pórtico medieval. Accedimos a visitar su coqueto claustro interior. Además es reseñable una fastuosa escalera de piedra en el interior del edificio.

Justo enfrente de la fachada del Obradoiro está situado el imponente edificio de fachada neoclásica afrancesada del Palacio de Rajoy, actual edificio del Ayuntamiento de Santiago y Sede de la Xunta. Sobre el frontón central está la escultura ecuestre de Santiago Matamoros blandiendo una espada en alto. Esa misma tarde nos contó la guía de la visita turística que realizamos que la escultura últimamente estaba en el centro del disparadero  pues en estos tiempos de borrar la historia que no es políticamente correcta, se había vuelto, digamos, una piedra en el zapato de algún político, y se rumoreaba que la iban a sustituir o hacer desaparecer de un lugar tan vistoso. Cosas de la hipocresía política.

A la izquierda está el Hospital Real de los Reyes Católicos, hoy día Parador de Santiago. Fue erigido por los Reyes Católicos para atender a aquellos peregrinos que lo necesitasen al final del camino. Accedimos a visitar su interior, especialmente sus patios, algo que recomiendo a cualquiera que visite Santiago. Es un lugar perfecto para realizar un alto y tomar un café en la cafetería. Mejores vistas de Santiago a la Catedral no creo que haya.


Rodeamos toda la Catedral, tranquila y distraídamente, sin prisas, fotos por aquí, fotos por allí. Casi sin darnos cuenta llegó la hora de almorzar y como habíamos decidido obsequiarnos con una mariscada (yo era a las claras el que tenía más ganas), bajamos al Mercado de Abastos y en acuerdo con un Local en la Nave 5 seleccionamos los productos que queríamos almorzar y se los llevamos a ellos. Mejillones, percebes, navajas, zamburiñas, almejas de carril, buey de mar y centollo. Aparte acompañamos la mariscada con empanadilla de pisto y pimientos de Padrón mientras regamos nuestros buches con estupendos albariños y ribeiros. ¡Ya estaba el día echado! Como no tenía que conducir para ese día, aproveché.

Nos acercamos al hotel a soltar unos pequeños recuerdos que acabábamos de comprar y regresamos a la plaza del Obradoiro para una visita turística que teníamos prevista hacer y que comenzaba allí. La visita comenzó con un resumen histórico de la historia de Compostela, del porqué de su nombre, del porqué de la peregrinación y de la importancia de esta peregrinación en la historia de la región, España y de la humanidad. También nos explicaron con bastante detenimiento los detalles reseñables de las distintas fachadas de la catedral, así como las diversas modificaciones que se pueden distinguir en la que la catedral y que la ha afectado al cabo de los siglos. Rodeamos la catedral entera y la visita nos llevó prácticamente toda la tarde.

Paseamos por la Rúa do Franco, y por callejones de entrerrúas, locales históricos, iglesias, conventos, prazas y parques y recomendaron darse una mariscada comprando los mariscos en el Mercado de Abastos para después tomarlos en La Nave 5. Justo lo que nosotros habíamos hecho ese mismo día. Vimos el Arco de Mazarelos, uno de los pocos rastros que quedan de la muralla medieval. Por ella se suponen que entraban los peregrinos que llegaban por la Vía de la Plata.

Cuando acabó la visita guiada, antes de que anocheciera decidimos acercarnos al Parque Alameda, pulmón y extraordinario parque histórico de Santiago. Dimos un largo paseo, nos fotografiamos con la escultura de Valle Inclán, con Las Dos Marías, y sobretodo admiramos sus formidables árboles, fuentes y esculturas. Hay un mirador desde donde se disfrutan de estupendas vistas al centro monumental de Santiago. En un banco desde el mirador pasamos un buen rato contemplando el perfil de la ciudad. Paseamos hasta que el atardecer cayó sobre nosotros.

Decidimos bajar de nuevo al centro y picar algo antes de regresar al hotel. A Pepi le habían recomendado Bar La Tita, y allí fuimos. Estaba abarrotado, por lo que dedujimos que era buena recomendación. Esperamos un rato pequeño y nos dieron mesa. Probamos el pulpo a la gallega unas zamburiñas -que nos encantan a todos- y la tortilla de patatas, que es poco hecha como suele gustar por el norte. La noche estrellada cubría Santiago, y todavía decidimos regresar a la Plaza del Obradoiro, con la intención de ver la Catedral con las luces nocturnas, que es tan recomendable como verla por el día. Nos sentamos en el centro de la plaza del Obradoiro un buen rato para disfrutar de las vistas y tras un buen rato charlando con los niños sobre algunas de las historias que envuelven a la catedral bajamos a paso cansado camino del hotel. En las caras se nos dibujaba la fatiga del día. Todos necesitábamos una ducha y un buen descanso y así lo hicimos.