domingo, 1 de septiembre de 2019

Santiago de Compostela

Despertamos algo más tarde de lo que solemos en un viaje, y es que el primer día habíamos sufrido un madrugón de aúpa y tocaba recuperar algo de sueño. Además ese día teníamos previsto patear las calles de Santiago Compostela, de manera que nos vestimos con ropa fresca, calzado cómodo justo antes de bajar a desayunar al comedor del hotel.

Abandonamos el hotel con la idea fija de pasar temprano por el Mercado de Abastos. La idea era ir a deleitarnos la vista con los productos frescos que allí se ofrecen. Ostras, bogavantes, cigalas, gambones, bueyes de mar, centollos, mejillones, nécoras, percebes, navajas, almejas de carril... el mar esta allí, sobre el mármol de los mostradores, entraba por los ojos y el olfato, parecía que salpicaba la espuma de las olas en el rostro. Decidimos que teníamos que darnos una mariscada en ese mismo momento, pero aún era pronto. Antes queríamos presentarnos ante el monumento más fotografiado de Galicia: la Catedral de Santiago.

Bajamos por la Plaza de Cervantes para que Miguelito pudiera saludar a la estatua de su tocayo Miguel de Cervantes, que da nombre a su colegio en Fuengirola. Había bastante ajetreo por las calles del centro, no era agobiante pues aún era temprano pero ya comenzaba a animarse más de lo que me gusta. Llegamos a la Plaza del Obradoiro por el pasaje que le une con la Plaza de la Inmaculada. Había un hombre tocando la gaita, lo que significó una estupenda banda sonora para nuestro primer contacto con la Plaza del Obradoiro. Además la acústica del pasaje hacía que la gaita se escuchase estupendamente desde la misma plaza.

Independientemente de la historia que abraza a la Catedral es un monumento impresionante. Además, la fachada del Obradoiro estaba recién restaurada y la contemplación que tuvimos desde la plaza bajo un cielo luminoso fue espléndida. Intentamos meternos en selfies con la fachada de fondo, tarea que no resulta sencilla.

En la misma Plaza del Obradoiro, a la derecha si estás mirando de frente a la fachada del Obradoiro, está el Colegio de San Jerónimo, actualmente sede del Rectorado de la Universidad, que su fachada ostenta un maravilloso pórtico medieval. Accedimos a visitar su coqueto claustro interior. Además es reseñable una fastuosa escalera de piedra en el interior del edificio.

Justo enfrente de la fachada del Obradoiro está situado el imponente edificio de fachada neoclásica afrancesada del Palacio de Rajoy, actual edificio del Ayuntamiento de Santiago y Sede de la Xunta. Sobre el frontón central está la escultura ecuestre de Santiago Matamoros blandiendo una espada en alto. Esa misma tarde nos contó la guía de la visita turística que realizamos que la escultura últimamente estaba en el centro del disparadero  pues en estos tiempos de borrar la historia que no es políticamente correcta, se había vuelto, digamos, una piedra en el zapato de algún político, y se rumoreaba que la iban a sustituir o hacer desaparecer de un lugar tan vistoso. Cosas de la hipocresía política.

A la izquierda está el Hospital Real de los Reyes Católicos, hoy día Parador de Santiago. Fue erigido por los Reyes Católicos para atender a aquellos peregrinos que lo necesitasen al final del camino. Accedimos a visitar su interior, especialmente sus patios, algo que recomiendo a cualquiera que visite Santiago. Es un lugar perfecto para realizar un alto y tomar un café en la cafetería. Mejores vistas de Santiago a la Catedral no creo que haya.


Rodeamos toda la Catedral, tranquila y distraídamente, sin prisas, fotos por aquí, fotos por allí. Casi sin darnos cuenta llegó la hora de almorzar y como habíamos decidido obsequiarnos con una mariscada (yo era a las claras el que tenía más ganas), bajamos al Mercado de Abastos y en acuerdo con un Local en la Nave 5 seleccionamos los productos que queríamos almorzar y se los llevamos a ellos. Mejillones, percebes, navajas, zamburiñas, almejas de carril, buey de mar y centollo. Aparte acompañamos la mariscada con empanadilla de pisto y pimientos de Padrón mientras regamos nuestros buches con estupendos albariños y ribeiros. ¡Ya estaba el día echado! Como no tenía que conducir para ese día, aproveché.

Nos acercamos al hotel a soltar unos pequeños recuerdos que acabábamos de comprar y regresamos a la plaza del Obradoiro para una visita turística que teníamos prevista hacer y que comenzaba allí. La visita comenzó con un resumen histórico de la historia de Compostela, del porqué de su nombre, del porqué de la peregrinación y de la importancia de esta peregrinación en la historia de la región, España y de la humanidad. También nos explicaron con bastante detenimiento los detalles reseñables de las distintas fachadas de la catedral, así como las diversas modificaciones que se pueden distinguir en la que la catedral y que la ha afectado al cabo de los siglos. Rodeamos la catedral entera y la visita nos llevó prácticamente toda la tarde.

Paseamos por la Rúa do Franco, y por callejones de entrerrúas, locales históricos, iglesias, conventos, prazas y parques y recomendaron darse una mariscada comprando los mariscos en el Mercado de Abastos para después tomarlos en La Nave 5. Justo lo que nosotros habíamos hecho ese mismo día. Vimos el Arco de Mazarelos, uno de los pocos rastros que quedan de la muralla medieval. Por ella se suponen que entraban los peregrinos que llegaban por la Vía de la Plata.

Cuando acabó la visita guiada, antes de que anocheciera decidimos acercarnos al Parque Alameda, pulmón y extraordinario parque histórico de Santiago. Dimos un largo paseo, nos fotografiamos con la escultura de Valle Inclán, con Las Dos Marías, y sobretodo admiramos sus formidables árboles, fuentes y esculturas. Hay un mirador desde donde se disfrutan de estupendas vistas al centro monumental de Santiago. En un banco desde el mirador pasamos un buen rato contemplando el perfil de la ciudad. Paseamos hasta que el atardecer cayó sobre nosotros.

Decidimos bajar de nuevo al centro y picar algo antes de regresar al hotel. A Pepi le habían recomendado Bar La Tita, y allí fuimos. Estaba abarrotado, por lo que dedujimos que era buena recomendación. Esperamos un rato pequeño y nos dieron mesa. Probamos el pulpo a la gallega unas zamburiñas -que nos encantan a todos- y la tortilla de patatas, que es poco hecha como suele gustar por el norte. La noche estrellada cubría Santiago, y todavía decidimos regresar a la Plaza del Obradoiro, con la intención de ver la Catedral con las luces nocturnas, que es tan recomendable como verla por el día. Nos sentamos en el centro de la plaza del Obradoiro un buen rato para disfrutar de las vistas y tras un buen rato charlando con los niños sobre algunas de las historias que envuelven a la catedral bajamos a paso cansado camino del hotel. En las caras se nos dibujaba la fatiga del día. Todos necesitábamos una ducha y un buen descanso y así lo hicimos.

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