Para nuestro último día habíamos dejado el Schloss de Nymphenburg, que es un palacio casi de visita obligada en Múnich, especialmente si estás varios días en la ciudad y te queda algo de tiempo libre para ir a visitar algo del exterior, porque el palacio no está en el centro, pero sí bien comunicado. En unas pocas paradas de tranvía te plantas a la entrada de los jardines del palacio. El día había comenzado bastante frío y cubierto de nubes. El camino de entrada al palacio estaba mojado, y los cisnes parecían disfrutar a sus anchas. Creo que no había visto tantos cisnes juntos en mi vida. Los jardines estaban cuidados a la perfección. Me acerqué a un jardinero para darle la enhorabuena y a preguntarle por unos pequeños montículos de tierra que observé repartidos por alguna parte de los jardines. Unos pequeños topos, me dijo, y señaló al bosque que hay junto al palacio. Algo imposible de controlar parecía argumentar abriéndose de brazos.
El palacio exteriormente es maravilloso, interiormente es grandioso, aunque no tan sumamente ostentoso como lo esperaba. El salón de baile es la joya del palacio. Enormes ventanales de hasta tres alturas inmensas permiten una iluminación natural formidable. La decoración barroca alcanza el rococó en el cielo pintado en el techo. Las lámparas colgadas con cientos de finos cristales producen un efecto de ligereza que engaña a la vista. El efecto es como una jaula enorme de luz. Precioso.
También me gustaría resaltar un pabellón donde están expuestos los bellos retratos de muchas de las hermosas mujeres del reino de Luis I. Se le conoce como la Galería de las Bellezas. Los retratos en su mayoría se deben a la espléndida mano del retratista de la corte bávara Joseph Stieler.
El palacio en conjunto son una serie de edificaciones simétricas alrededor de un gran parque y su lago de una belleza y armonía maravillosa. Podría pasarse uno todo el día paseando por los parques alrededor del palacio.
Regresamos al centro de Múnich, y fuimos a visitar la Iglesia Asamkirche, que supone uno de los más importantes ejemplos de rococó. Es verdaderamente espectacular y recomiendo su visita. Hay mil detalles que engalanan cada pequeño rincón y especialmente espectacular es la pintura en el fresco en el techo y sus columnas salomónicas. Desde la fastuosa iglesia nos acercamos a Isartor que no estaba lejos de allí, y desde esta puerta medieval entramos directos a visitar el Viktualienmarkt, que es posiblemente el mercado más famoso de Múnich y donde pudimos contemplar la gran variedad de productos frescos que se pueden comprar allí. Algunos productos eran verdaderamente muy distintos a los que solemos ver en nuestros mercados.
Estuvimos a punto de tomarnos unas cervezas en el Biergarten del Viktualienmarkt, pero decidimos que era mejor buscar un Augustiner donde poder calzarme un codillo como Dios manda. Pepi se pidió un plato variado de distintas salchichas típicas de la zona y yo aseguré pidiendo un codillo. Después de tan sólida comilona fuimos al hotel para recoger nuestro equipaje y seguidamente pusimos rumbo en tren al aeropuerto desde volamos de vuelta a casa.
El palacio exteriormente es maravilloso, interiormente es grandioso, aunque no tan sumamente ostentoso como lo esperaba. El salón de baile es la joya del palacio. Enormes ventanales de hasta tres alturas inmensas permiten una iluminación natural formidable. La decoración barroca alcanza el rococó en el cielo pintado en el techo. Las lámparas colgadas con cientos de finos cristales producen un efecto de ligereza que engaña a la vista. El efecto es como una jaula enorme de luz. Precioso.
También me gustaría resaltar un pabellón donde están expuestos los bellos retratos de muchas de las hermosas mujeres del reino de Luis I. Se le conoce como la Galería de las Bellezas. Los retratos en su mayoría se deben a la espléndida mano del retratista de la corte bávara Joseph Stieler.
El palacio en conjunto son una serie de edificaciones simétricas alrededor de un gran parque y su lago de una belleza y armonía maravillosa. Podría pasarse uno todo el día paseando por los parques alrededor del palacio.
Regresamos al centro de Múnich, y fuimos a visitar la Iglesia Asamkirche, que supone uno de los más importantes ejemplos de rococó. Es verdaderamente espectacular y recomiendo su visita. Hay mil detalles que engalanan cada pequeño rincón y especialmente espectacular es la pintura en el fresco en el techo y sus columnas salomónicas. Desde la fastuosa iglesia nos acercamos a Isartor que no estaba lejos de allí, y desde esta puerta medieval entramos directos a visitar el Viktualienmarkt, que es posiblemente el mercado más famoso de Múnich y donde pudimos contemplar la gran variedad de productos frescos que se pueden comprar allí. Algunos productos eran verdaderamente muy distintos a los que solemos ver en nuestros mercados.
Estuvimos a punto de tomarnos unas cervezas en el Biergarten del Viktualienmarkt, pero decidimos que era mejor buscar un Augustiner donde poder calzarme un codillo como Dios manda. Pepi se pidió un plato variado de distintas salchichas típicas de la zona y yo aseguré pidiendo un codillo. Después de tan sólida comilona fuimos al hotel para recoger nuestro equipaje y seguidamente pusimos rumbo en tren al aeropuerto desde volamos de vuelta a casa.
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