Después del inolvidable concierto que nos había regalado Neil Young + Promise of the Real en la noche anterior, teníamos todo el día para visitar Múnich y algunas de sus atracciones turísticas que más nos llamaban la atención. La primera atracción que fuimos a visitar fue la Alte Pinakothek. Yo soy un enamorado de la pintura. Nos costó encontrarla porque no disponíamos de navegador.
Comenzaron a caer unas pocas gotas a primera hora de la mañana aunque pocos minutos antes habíamos desayunado en un patio del hotel. La Alte Pinakothek está considerada como el gran museo de pintura antigua de Múnich, donde pudimos contemplar obras tan sobresalientes de pintores como Durero, Canaletto, Velázquez, Goya, Van der Weyden, Boticelli, Leonardo Da Vinci, Tiziano, Lucas Cranach y un larguísimo etcétera. Hubiera permanecido en el museo todo el día completo, pero el resto de Múnich estaba fuera esperándonos.
A menos de un cuarto de hora andando de la pinacoteca está la Residenz, a la que nos habían recomendado visitar encarecidamente, y así hicimos. Lo primero que hay que decir de la Residenz es que es enorme, y la entrada es múltiple, es decir, hay varias visitas distintas en edificios separados y con diferentes accesos, además están los exteriores, que están meritoriamente decorados. Los patios y fuentes de los jardines que hay repartidos por en medio de los distintos edificios ya son dignos de visita. Las obras expuestas por las habitaciones y los distribuidores del palacio, en general, son de una gran belleza. Los aposentos reales, la marquetería del piso, la elegancia de la ornamentación, absolutamente todo es grandioso y adecuado. Pero probablemente lo más destacable es el Antiquarium, que es un pasaje abovedado donde se muestran frescos de estilo renacentistas sobre distintos temas. La bella armonía de la sala, la simetría disimulada, así como sus proporciones equilibradas hacen que sea un lugar difícil de olvidar. Precioso. Una visita imprescindible.
Otra visita dentro de la Residenz que no dejamos pasar fue el Teatro Cuvilliés, que fue destruido durante la segunda guerra mundial, pero está reconstruido como el original y es un maravilloso ejemplo de teatro de estilo rococó. Tiene que ser especial poder disfrutar de una obra en un teatro tan especial.


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