El día en Múnich despertó con una brisa suave y fresca. El despertador sonó algo más tarde de lo habitual porque aunque habíamos venido a Múnich para empaparnos de su cultura, también para descansar. Desayunamos algo más de lo aconsejable en el buffet del hotel y nos dirigimos en metro hacia el centro, donde habíamos reservado una visita guiada.
La visita se inició desde la Marienplatz, desde donde pudimos contemplar en pleno funcionamiento el carrillón animado o Glockenspiel del Neues Rathaus (Nuevo Ayuntamiento) en mitad del la torre central, que alcanza una altura de 85 m de esbelta figura neogótica. La fachada y el edificio en general es maravillosa. Una de las construcciones más importantes de toda Babiera, si no la más destacada.
En la misma plaza, en una de las esquinas está el Altes Rathaus, que es el ayuntamiento viejo, casi en frente de Peterskirche desde cuya balconada, según el guía, están una de las mejores vistas de la ciudad. Entramos a contemplar el enorme interior de la catedral católica de Múnich. En ella pudimos ver la Pisada del diablo y conocer la leyenda que le persigue.
Desde allí visitamos la Odeonplatz, donde había una especie de feria de vehículos sostenibles o ecológicos de alta gama, también nos acercamos a una de las plazas exteriores de la Residenz. Justo en frente, en un pequeño pasaje, tomamos un café. Nos acercamos a la escalinata del Teatro de Cámara, y seguidamente la Maximilianstrasse, una de las calles con las tiendas más caras del mundo, donde todo son marcas exclusivas. Paseamos contemplando sus escaparates lujosos, donde podías encontrar relojes, o accesorios de joyas más caros que nuestra vivienda. Un sinsentido tan indecente como bochornoso.
La visita continuó entre calles estrechas y leyendas, entre tradición y cervecerías, porque si hay alguna palabra que esté asociada directamente con Múnich, esa es la cerveza. Visitamos la Hofbräuhaus y se nos contó curiosidades de ella. Como que Hitler se reunió allí para dar unas de sus efusivas charlas. Terminó la visita y decidimos quedarnos a comer allí, en la cervecería Hofbräuhaus München, tomar un unas salchichas alemanas y por supuesto un par de sus famosas cervezas.
Para bajar el almuerzo decidimos que sería adecuado ir a pasear por el Hofgarten y por el Englischer Garten, o jardín inglés. Como hacía un día totalmente despejado y de temperatura maravillosa, el parque estaba abarrotado de gente por todas partes: parejas paseando, familias echando la tarde, jóvenes practicando surf en el río... fue un paseo muy grato.
Habíamos quedado con un amigo en el centro para ir juntos al concierto de Neil Young en Olympiapark. Y eso hicimos. Luis vive en Colonia, pero no venía desde allí, venía del concierto anterior de Neil Young, pues estaba haciendo una especie de tour alemán de Neil Young. Fuimos juntos a nuestro hotel en metro, y seguidamente tiramos para el concierto.
El concierto de Neil Young + Promise of the Real me regaló uno de los recuerdos más grandes que siempre tendré de un concierto. Uno de los temas más importantes en mi vida es Change Your Mind, por una larga historia que hoy no viene a cuento, pero es un tema que muy extrañamente Neil Young toca en directo. Mis esperanzas eran mínimas. ¡La tocó! ¡No me lo podía creer! Única vez en la gira y la toca en Múnich. Fue un recuerdo increíble, algo casi espiritual.
Después del concierto fuimos a tomarnos unas cervezas para acabar la noche y una hamburguesa en un bar que vimos abierto. Y de allí despedimos la noche. La cerveza se me había subido un pelín a la cabeza. La falta de costumbre. Un día irrepetible.