Hacía bastante tiempo que mantenía bien marcado en el calendario que este último y largo fin de semana se estrenaba la última película de Woody Allen, Magia a la luz de la Luna. De manera que con un poco de suerte, y sobre todo, gracias a la disposición de mi hermano y su santa, pudimos mi señora y yo escaparnos a ver la película al cine.
No es la mejor película de Woody Allen pero me agradó. Los diálogos son ágiles y la trama, que al principio me pareció ir demasiado ligera, en un determinado momento se calma. Los personajes al principio me parecieron clichés ya demasiado manoseados en el cine y la literatura, pero conforme el metraje va avanzando sus estereotipos se van relajando y uno va tomando cariño a los personajes, a pesar de que ellos se enfrentan en la pantalla, defendiendo cada uno una percepción o teoría completamente distinta de la vida. El guión, como suele ocurrir en el cine alleniano, va girando y dando vueltas sobre una misma idea desde varios puntos de vista, dejando que el espectador tome partido, para que una vez que lo haga, lo ponga en evidencia una vez más.
Me divertí bastante, en algunas escenas, no pude evitar reír desencajadamente, que a fin de cuentas es la esencia del cine. El conjunto formado por el guión y las interpretaciones -especialmente la de Colin Firth-, la estupenda y romántica fotografía que ofrece la Costa Azul francesa unido a la banda sonora, provocan que, en conjunto, la película resulte ser un fresco divertimento.
Pasen a verla y no se arrepentirán.
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