
Así es el fútbol. El Málaga asedió al Zaragoza en los primeros 10 ó 15 minutos, errando ocasiones claras para marcar, y a partir de ahí de diluyó y comenzó a ponerse nervioso. Oportunidad que el Zaragoza no dejó pasar para adelantarse. Gol de Aranda. El público silbaba (yo nunca pito a mi equipo hasta el final del partido) e increpaba la falta de compromiso de los jugadores. Luego, al borde del descanso, Sebas marcó el empate.
La segunda parte comenzó como la primera, con un Málaga volcado al ataque. Con un Rondón fallón, Sebas muy trabajador pero sin pegada. Hasta Isco, tan enchufado últimamente, parecía estar fuera del partido. Pellegrini dio entrada a Demichelis por la lesión de Sergio Sánchez, cuando todos esperábamos a Joaquín, que entró minutos después. En esas que Isco centra potente desde la derecha, el balón choca con Da Silva y se aloja mansamente en las redes de la portería del Zaragoza, 2-1. Un golpe de suerte.
En ese momento el partido fue otro. El Málaga tocaba todas al primer toque, Rondón y Joaquín se hincharon a hacer bicicletas, Isco daba todos los pases perfectos y hasta Demichelis remató un saque de esquina a gol. En apenas diez minutos les metimos tres goles. Y es que el fútbol es así de imprevisible. Un golpe de suerte aislado, inesperado e incluso inmerecido cambia un partido por completo. Da moral a unos y hunde anímicamente a otros, pero la realidad es esa de que el Málaga no jugó unpimiento.
Pd: El Zaragoza, aún a mi pesar, tiene pinta de irse a segunda.
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