Después de disfrutar de la lectura lenta y pausada del libro de relatos de Benedetti, Con y sin nostalgia, me apetecía enormemente leer algo de poesía, y Luis García Montero se ha convertido en uno de mis poetas más elegidos a la hora de la lectura de poemas.
García Montero posee una escritura romántica y rabiosamente actual, con un no sé qué de cine negro de butacas de extrarradio. También recuerda a ecos de pasos cortos durante largas caminatas, de miradas perdidas junto a un lago en calma coloreado de un profundo azul plomizo.
Sus poemas evocan un sentimiento nostálgico y de desazón, que por alguna razón que desconozco, sanan ligeramente esta densa neblina de futuro desesperanzador que ahoga mis pulmones, que pesa en mi pecho y que me alarga las noches como sombras de rascacielos neoyorquinos. Como quiera que sean de largas las sombras de los rascacielos neoyorquinos, o al menos, así los imagino (sueño).
Sus poemas evocan un sentimiento nostálgico y de desazón, que por alguna razón que desconozco, sanan ligeramente esta densa neblina de futuro desesperanzador que ahoga mis pulmones, que pesa en mi pecho y que me alarga las noches como sombras de rascacielos neoyorquinos. Como quiera que sean de largas las sombras de los rascacielos neoyorquinos, o al menos, así los imagino (sueño).
No hay comentarios:
Publicar un comentario