"Crees conocer una historia, pero sólo sabes cómo termina. Para llegar al núcleo de la historia, tienes que volver al principio".
Lo confieso. Estoy enganchado a una serie de televisión. No es mi primera vez, ni será la última. Me enganché total y fielmente a las 10 temporadas de Friends, años más tarde a la extraordinaria Hermanos de Sangre y la algo inferior The Pacific.
Lo confieso. Estoy enganchado a una serie de televisión. No es mi primera vez, ni será la última. Me enganché total y fielmente a las 10 temporadas de Friends, años más tarde a la extraordinaria Hermanos de Sangre y la algo inferior The Pacific.
Ahora estoy atrapado sin posibilidad de escape por Los Tudor. Ya sé que no es una serie que posea demasiado rigor histórico, y que no me termina de encajar Jonathan Rhys-Meyers en el papel del excesivo Enrique VIII, y que tan sólo he visto la primera temporada -diez capítulos-, pero la perspectiva de que aún me quedan tres temporadas por delante, es algo que me ilusiona. Estoy impaciente por sentarme en el sofá y comenzar la segunda temporada.
Mi interés por la Historia, mi particular fascinación por el gran Imperio Carolino, coincidiendo con los inicios del Renacimiento y el Humanismo son ya suficientes motivos para despertar mi interés por su Graciosa Majestad.
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