El poeta Rubén Darío, máximo exponente del modernismo literario fue una de las grandes influencias de la Generación del 98. Gran amigo de los hermanos Machado, o del autor de Luces de Bohemia, Ramón María del Valle Inclán, así como de Juan Ramón Jiménez. Algo "más distante" fue su relación con Baroja y Unamuno. Una buena manera de conocer y profundizar en la Generación del 98 es leer a Rubén Darío. De manera que el libro que me trae hoy aquí es uno del autor nicaragüense, pero no de poesía -otro día será- sino de prosa, que incluye tres relatos breves del prolífico autor. El hombre de Oro, ambientada en la antigua Roma, La muerte de la Emperatriz de la China y El fardo.
El más conocido de los tres relatos es el primero, pero el que verdaderamente más me gustó fue el último: El Fardo. Triste y sosegado pero romántico y memorable.
Este libro tiene la particularidad de que lo he leído completamente dentro del coche. En esas esporádicas ocasiones, mal aparcado, con las luces de emergencia puestas. Tic tac, tic tac...
Pd: Ya ven, hay veces en las que aprovecho el tiempo.
El más conocido de los tres relatos es el primero, pero el que verdaderamente más me gustó fue el último: El Fardo. Triste y sosegado pero romántico y memorable.
Este libro tiene la particularidad de que lo he leído completamente dentro del coche. En esas esporádicas ocasiones, mal aparcado, con las luces de emergencia puestas. Tic tac, tic tac...
Pd: Ya ven, hay veces en las que aprovecho el tiempo.
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