Tumbada, o más bien, recostada en el lugar más fresquito de mi frigorífico llevaba desde esta mañana una Franziskaner Weissbier Dunkel de medio litro mirándome con ganas de que le metiera mano, y claro, yo no sé decir que no a semejante bombón muniqués con cuerpo de trigo, sobre todo teniendo en cuenta que no me acercaba a una de ellas desde hacía ya demasiado tiempo.
La Franziskaner es una morena delicada, que hay que saber servir, con mucho cuidado y saber hacer. Primero hay que servir en el vaso dos tercios de la botella, inclinada a 45º aproximadamente para que choque contra el vaso, seguidamente agitar con movimientos rotatorios la botella con el tercio restante y servir con el vaso vertical.
Esta cerveza además debe servirse en vaso alto de medio litro, estrecho por abajo y más ancho por arriba, y si es posible que pierda apertura justo en la boca para que la espuma se mantenga y sea duradera. Si todo se hace bien, sólo cabe disfrutarla.
La Franziskaner es una morena delicada, que hay que saber servir, con mucho cuidado y saber hacer. Primero hay que servir en el vaso dos tercios de la botella, inclinada a 45º aproximadamente para que choque contra el vaso, seguidamente agitar con movimientos rotatorios la botella con el tercio restante y servir con el vaso vertical.
Esta cerveza además debe servirse en vaso alto de medio litro, estrecho por abajo y más ancho por arriba, y si es posible que pierda apertura justo en la boca para que la espuma se mantenga y sea duradera. Si todo se hace bien, sólo cabe disfrutarla.
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