miércoles, 8 de julio de 2009

Un viernes londinense

El viernes por la mañana nos levantamos algo más tarde de lo que tenemos acostumbrado levantarnos en los viajes, pero es que la noche justo antes del vuelo dormimos apenas tres horas ya que Miguel no nos dejó dormir porque tenía ganas de fiesta.

Desayunamos en el hotel un típico desayuno británico: bacon, patatas, tomate, huevo y champiñones. También pan con auténtica mantequilla, salami, queso,... todo muy bueno. El café capuchino no estaba del todo mal y se dejaba tomar.

Nos fuimos directamente en dirección a Buckingham Palace para ver el turístico cambio de la guardia real. Llegamos justo a tiempo de verlo completo y me sorprendió que tocaran los temas principales de las películas Mission Imposible y Star Wars.

Desde allí y a través del encantador y poblado de ardillas St James's Park nos dirigimos a la Abadía de Westminster. Esta vez entramos sin tener que esperar colas, nos colgamos al cuello una audio-guía y paseamos por su gótico interior escuchando las explicaciones. La abadía que es patrimonio de la humanidad por la Unesco, merecería un post propio pero diré que la visita nos gustó mucho, especialmente sus vidrieras y su dorado y gótico altar, el coro, el claustro y el Poet's corner, y destacar que es tan bonita por dentro como lo es por fuera. Dentro de la Abadía pudimos ver las tumbas de personalidades ilustres como Newton, Darwin, Chaucer, Handel, Dickens, Kipling o Laurence Olivier.

Como necesitábamos un descanso y un tentempié entramos a The Sanctuary que es un típico pub londinense donde nos tomamos dos 'pies' de cordero y pollo. Yo, además, me tomé dos pintas, una black beer Guinness y una lager Carling.

Una vez repuestas las energías nos dirigimos al Museo de Historia Natural donde nos hicimos fotos junto a gigantescos esqueletos de dinosaurios, compramos un regalo prehistórico para Miguelito y disfrutamos de la grandiosidad del edificio.

Justo al lado visitamos el Victoria & Albert Museum donde disfrutamos de la maravillosa terraza de su patio victoriano y volvimos a Trafalgar Square con la intención de pasear por el teatral West End hasta llegar al siempre bullicioso Piccadilly Circus, donde nos hicimos la típicas fotos frente a los célebres anuncios de neón y la fuente de eros.

Cogimos el metro que hay justo bajo la plaza y nos fuimos directos dirección a Paddington, donde antes de irnos a nuestro hotel, cenamos en un restaurante italiano, donde cayeron otras dos pintas. Claro está.

2 comentarios:

David dijo...

Veo que el tema pintas lo has cumplido perfecto: un par de ellas para comer y un par de ellas para cenar... seguro que te pensanste tomarte una en el desayuno, eh?
Veo que el viaje lo teníais bastante pensado, bien organizado y habéis aprovechado el tiempo...

Salva dijo...

Lo de las "pintas" era obligatorio, lo de bien organizado y eso, ya era otra cosa. No creas, también dejamos cosas al libre albedrío. Pero lo que sí hicimos fue aprovechar el tiempo.