El Museo Nacional Británico de Arte Moderno (Tate modern) está alojado en una antigua central de energía eléctrica y tiene visualmente un extraño diseño para ser un museo, lo que llama aun más la atención. En la exposición pudimos disfrutar orgullosamente de algunos cuadros de Dalí y Picasso, y especialmente de algunos Rothko o Kandinsky que nos enamoraron.
Personalmente uno de los mayores encantos que encuentro en la ciudad de Londres es perderse entre los cientos de pequeños puestos de Camden, y dejarse sorprender por un sinfín de artículos curiosos, mientras se pasea entre ríos de gente. Otro aspecto atractivo de Camden es la gran cantidad de olores distintos que percibes desde los puestos que venden las típicas comidas de países exóticos. Sin embargo, esta vez no pudimos entretenernos a almorzar porque teníamos que irnos hacia el aeropuerto.
Comimos en un pub y allí mojé mis labios con las dos últimas pintas de cerveza de este inolvidable viaje. Fuimos a la terminal donde nos esperaba el avión que nos traería de vuelta a esta casa que nos gusta llamar hogar.
Bye bye. See you soon.
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