Ayer volvimos de una escapada de cuatro días en Londres. Volvimos, como suele ocurrir, más cansados de lo que nos fuimos, con los pies hechos polvo pero muy contentos por las experiencias acumuladas y los buenos momentos vividos.
Hacía tiempo que teníamos la intención de volver a Londres para visitar algunos monumentos y museos que nos quedaron por ver en nuestra última visita, hace ahora más de cuatro años. De vez en cuando mirábamos ilusionados el calendario, buscábamos vuelos baratos, hoteles a precios razonables pero, cuando una vez en frío, calculábamos los gastos siempre lo aparcábamos para otro momento mejor.
Pero ocurrió que se nos cruzó la posibilidad de visitar Londres, y además, asistir al concierto de Madonna en la capital británica. Una oportunidad única que no quisimos dejar escapar. Cuando nos enteramos de que la nueva gira de Madonna comenzaba en Londres, en el O2 Arena, un 4 de julio, día tan festejado por los americanos -y Madonna es americana-, no nos lo pensamos mucho.
Lo primero fue hablar con los cuatro abuelos -que son los que se iban a quedar a cuidar de los niños-, una vez dado el visto bueno, compramos las entradas, los billetes de avión, reservamos el hotel y a volar to London City.
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