Dudo que si alguna vez en mi vida decidiera empezar un negocio se me ocurriese montar una cibercarnicería. ¿Qué le vamos a hacer? Uno es así de poco original, lo reconozco, estoy falto de iniciativa a la hora inaugurar nuevas tendencias.
Menos mal que en el mundo hay gente con miras mucho más allá, emprendedores visionarios y arriesgados. Tanto arriesgan, que en algunos casos incluso pueden parecer negocios suicidas.
Me pone dos cuartos de pechuga de pollo, cuatro solomillos de cerdo y media hora de conexión, por favor.
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