Hora del desayuno. Entro al bar donde suelo ir por las mañanas desde el trabajo. Cojo el Diario Sur y me siento cerca de una ventana -me gusta leer con luz natural-. Empiezo leyendo que si la crisis, la corrupción de los alcaldes, el juicio del monstruo de Amstetten, que si uno de los asesinos de Marta confiesa que la violaron antes de estrangularla, el aumento del consumo de cocaína en España... y voy pasando las páginas rápidamente, como si pudiera escapar de las malas noticias, hasta llegar a la sección de deportes.
Escucho unas risas subidas de tono, miro hacia la mesa desde donde viene el jolgorio. Una mesa que está al otro lado del bar, donde hay tres jóvenes (veintipocos) fumando alrededor de un cenicero inundado de colillas. Dos chicos y una chica. Ella tanga lila, flequillo recto, pendiente en la nariz, y con tres cuartos de pechuga por encima del escote. Ellos con los bajos de los pantalones cinco centímetros por debajo de la suela, con los calzones vistos, camisetas ajustadas, marcando músculos y luciendo tatuajes.
Me sumerjo de nuevo en las noticias deportivas sin quitarme de la cabeza el desaguisado que le estamos preparando a las futuras generaciones. Me levanto, pago y paso junto a su mesa. Les miro. Estaban bebiendo zumos de naranjas. ¡? Pensé para mis adentros que hacen bien en reírse y cuidarse, en seguir inconscientes, ajenos a todo lo que les viene encima.
Escucho unas risas subidas de tono, miro hacia la mesa desde donde viene el jolgorio. Una mesa que está al otro lado del bar, donde hay tres jóvenes (veintipocos) fumando alrededor de un cenicero inundado de colillas. Dos chicos y una chica. Ella tanga lila, flequillo recto, pendiente en la nariz, y con tres cuartos de pechuga por encima del escote. Ellos con los bajos de los pantalones cinco centímetros por debajo de la suela, con los calzones vistos, camisetas ajustadas, marcando músculos y luciendo tatuajes.
Me sumerjo de nuevo en las noticias deportivas sin quitarme de la cabeza el desaguisado que le estamos preparando a las futuras generaciones. Me levanto, pago y paso junto a su mesa. Les miro. Estaban bebiendo zumos de naranjas. ¡? Pensé para mis adentros que hacen bien en reírse y cuidarse, en seguir inconscientes, ajenos a todo lo que les viene encima.
1 comentario:
Excelente reflexión!
Gracias por compartirla!!
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