Hace menos de 2 semanas asistí a la despedida de soltero de Mariano. Aquella fue la noche que tomó la alternativa. Lo que a continuación se relata aquí son los pormenores de aquella noche de cuernos afilados como luna creciente. El documento gráfico facilitado de forma totalmente desinteresada por la prensa autorizada en nombre de D. David Álvarez, que posee además, el honroso mérito de ser el principal comentarista de este blog.
Sábado 22 de noviembre. Diez y media de la noche. Plaza taurina: Loli's Bar. Noche de albero y azabache. Reunión de amigos citados en el coso por Alberto -apoderado del novillero que soñaba ser torero-. En los prolegómenos se habló de fútbol, mujeres y vino español. Entre cervezas, saludos y pitillos llegó el paseillo. Mariano, en adelante de nombre artístico Mariano El Largo -véase la foto- vestido de sangre y oro hizo los honores presidiendo la cena. Comimos como señores: buen jamón, buen lomo y buen chorizo. El queso no faltó como también buen vino se bebió. En el segundo tercio gustamos aguacate con gambas. Nos pusimos hasta las trancas. Llegó el momento del plato principal. Ternera a la que meterle mano. La noche prometía gran corrida. Carne exquisita, pedida al gusto, tierna como la mantequilla. Pa' chuparse los dedos. ¡Qué maravilla!
El cartel anunciaba un torero que tomaría la alternativa. No había toros, no, pero no faltaron pitones. La plaza hasta la bandera. Mariano El Largo recibió ar bicho a puerta gayola, con los ojos vendados, sin recelos, mientras el respetable gritaba oooolé. El bravo bicho se presentó al natural, con hechuras de pura raza, con la mirada torcida y amenazante, bragado por los cuartos traseros, pero sobre todo rabicorto y cornialto. Mariano El Largo no se descompuso, todo lo contrario, sacó pecho, trapío, lanzó la montera deseando suerte para una buena faena. Er bicho se acercaba primero y huía después buscado las tablas. El Largo le tentaba mientras con la mirada aprendía la querencia der bicho. En la barrera, el público, güisqui en mano, estaba al quite todo lo que podía y le dejaban. La música pidió cambio de tercio en la lidia y Mariano, ¡enorme! agarró ar bicho por los pitones. Durante un buen rato le arrancó preciosos pases de pecho, a una mano y a otra, en el centro del ruedo, bregando, capotazo por aquí, capotazo por allá y gritos del olés desde el exultante graderío. Toreo fino, sin buscar el burladero, con mucha casta y bajo una bonita noche plateada.
Noche grande, ¡tremenda!, pero aún faltaba lo más difícil, sacar la muleta, cruzar la mirada con er bicho y decirle aquí estoy y aquí te espero. Mariano El Largo citó ar bicho, se arrimó hasta sentir la piel de gallina por la fría noche. Toreó de espaldas, boca arriba, boca abajo, en cuclillas y de rodillas. ¡Un maestro! ¡Sí señor! Terminó la noche tocando pelo como dicen los puristas y dando la vuelta al ruedo. Indultando ar bicho al que mereció cortar las dos orejas y el rabo.
La noche siguió de celebraciones, por otros ruedos, con bandera de España, montera y traje de luces. Auténtico y cañí. Con un par... de banderillas. El alcohol corrió por nuestras venas, mojando los recuerdos de una noche irrepetible, de un Mariano que mereció salir a hombros aunque fuese solamente por el gran momento que nos regaló subido a la barra del Gabá toreando con la bandera de España. Mirando al tendido, recibiendo olés a boca llena.
La celebración acabó de madrugá, como mueren todas las noches, sólo que ésta será recordada y morirá recordada como la Gran Noche de Mariano El Largo.
¡Por la puerta grande!
1 comentario:
Si señor, que gran crónica!!! Ni Matías Prats (padre) habría desarrollado una crónica con tanto detalle, buen gusto, coherencia y honor. Me ha encantado. La verdad es que Mariano El Largo se portó como un señor, bregó toda la noche como debía y efectivamente, una pena que no nos dejaran entrar al Gabá con nuestro torero subido a hombros como merecía.
Menos mal que estaba sallí para luego poder contarlo, Salva!!
Y mañana, se nos casa. Suerte maestro!!!
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