lunes, 17 de febrero de 2025

Unicaja campeón de Copa del Rey 2025

Acabo de buscar en la wikipedia, porque mi memoria cada vez da para menos, y si los datos no están mal, el Unicaja de Baloncesto conquistó su primera Copa del Rey en 2005, en Zaragoza, frente al Real Madrid. La siguiente final se perdió frente al Baskonia en 2009, y se volvió a perder otra final en 2020 frente al Real Madrid. Hace dos temporadas se volvió a ganar, en esta ocasión frente al C.B. Canarias, el segundo título de copa, y este año de nuevo el Unicaja ha levantado de nuevo el título, otra vez contra el Real Madrid, en la que ha supuesto su tercer título. Unicaja 93 - 79 Real Madrid. ¡Enhorabuena!

Ganar tres títulos de cinco finales no está nada mal. Yo no lo vi venir, la verdad. El Real Madrid venía de ganar la final del año anterior con bastante facilidad al Barcelona y era el claro favorito, además es el campeón de la ACB las últimas dos temporadas, y aunque todo el mundo sabíamos del gen competitivo que gasta el Unicaja en las finales. Quieras que no, hay dos equipos y sólo puede ganar uno. En esta ocasión el Unicaja se llevó el gato al agua o el título a la buchaca. 

El título se fue fraguando poco a poco, punto a punto. Tres puntos de ventaja en el primer cuarto, igualados en el segundo, otros 6 puntos en el tercero y en el cuarto y definitivo otros cinco puntos más, lo que suma los catorce puntos totales al final del encuentro. Kendrick Perry fue nombrado el MVP del partido con 27 puntos, 6/7 en triples y un total de 8 asistencias. Kameron Taylor anotó 15 puntos y consiguió siete rebotes, lo que no son para nada malos puntos.

El partido fue tan emocionante como se esperaba porque el Real Madrid fue prácticamente todo el partido por detrás en el marcador, pero a muy corta distancia. El Unicaja de Ibón Navarro llegó incluso a distanciarse de dieciocho puntos, pero sólo al final del partido. Un título que bien vale esta entrada. Alberto Díaz alzó la copa al cielo y todos los que amamos este club nos sentíamos orgullosos y emocionados por el triunfo.


jueves, 13 de febrero de 2025

Bill Bryson - Un paseo por el bosque

Cuando estuve leyendo el libro de Bill Bryson Una breve Historia de casi todo, incluso antes de acabarlo, supe que tendría que leer otro libro del escritor estadounidense nacido en Iowa. ¡Me encantó! Era como leer algo ameno al mismo tiempo que aprendías una cantidad de cosas, que si no te las explican, en otras circunstancias, no te enterabas de nada. O quizás sí, pero no desde una perspectiva tan completa. Es un libro verdaderamente didáctico. Un híbrido estupendo entre conocimiento y diversión.

Indagando un poco en esto de Internet supe que tenía publicado unos cuantos libros de viajes y que en uno de ellos contaba su experiencia al recorrer el sendero de los Apalaches -¿cómo?-. De pronto comprendí que sabía poco de la cordillera de los Apalaches y que leer a Bryson contando su experiencia recorriendo la cordillera norteamericana, rodeado de una interminable vegetación era una lectura que no me quería perder.

También averigüé que Robert Redford había protagonizado en el cine una adaptación del libro en la que él mismo interpretaba a Bryson y que Nick Nolte fue el elegido para el papel de Stephen Katz, quien acompañó a Bryson en su aventura. No podía dejar pasar este libro.

Así lo hice. Una lectura muy entretenida, editado estupendamente por RBA Libros, en el que Bryson y su compañero Katz comenzaron una aventura prácticamente imposible de llevar a cabo a lo largo de trece estados, rodeados entre pinos, abetos y robles... envueltos en paisajes majestuosos y en ocasiones sobrecogedores, acompañados en su recorrido por el silencio del bosque, el rumor de los arroyos y de una gran cantidad de ardillas, a veces castores y también algún que otro oso negro.


domingo, 9 de febrero de 2025

Una habitación con vistas - E. M. Forster

Hace como mil años vi una película en el cine titulada Regreso a Howards End (1992), con Anthony Hopkins y Emma Thompson como protagonistas. Me gustó tanto que luego la he vuelto un par de veces más en televisión. Es una película que adoro. No sólo goza de unas enormes actuaciones y una fotografía magnífica, también posee un guión redondo, lleno de pausas y sofisticación. Con esa película fue cuando descubrí a James Ivory, el director americano más británico de todos. Una película basada en una novela de Edward Morgan Forster.

Su siguiente película fue Lo que queda del día (1993), que también me gustó mucho, incluso más que la anterior. Basada en una novela de Kazuo Ishiguro y protagonizada por los mismos protagonistas. Una obra maestra a mi juicio. Si no la han visto, ya ha llegado el momento. En esos años estaba convencido de que Ivory era el director con más clase de todo el planeta.

Comencé a investigar sobre James Ivory y todo me llevaba a una película suya anterior, Una habitación con vistas (1985), que contaba con la interpretación de Helena Bonham Carter, Maggie Smith o Julian Sands. Quería verla pero no tenía claro si esperar, antes de verla, a leer la novela homónima de E. M. Forster en la que estaba basada la película, ya que con las películas anteriores me pasa que vez que veo la película me da mucha pereza leerme después el libro. Así que decidí no verla, con la idea de leer la novela primero. La novela estaba por casa en la colección que publicó el diario El Mundo de las 100 joyas del Milenio. Ahora sólo faltaba que la leyera.

El libro se iba a tirar  años en la estantería pero finalmente, las circunstancias y mi inminente viaje a Florencia, precipitaron la lectura de la novela situada en la ciudad capital del Renacimiento. No quería ir a la ciudad italiana sin leer antes la novela. Y así fue. Cuando fui a buscarla por casa no la encontré. ¡Qué coraje me da no encontrar los libros! Fui al rastro y allí la encontré en otra edición, estaba a un euro, y no lo pensé más. Merecía la pena.

Una vez leída he de confesar que sí que Florencia aparece en la novela, e incluso es un tanto protagonista, pero más por el aire de su cultura, por la sensación de huída que allí alcanzaban los protagonistas, que por la ciudad como conjunto monumental, que es lo que a mí me interesaba. Aunque hubo cosas que sí aproveché de la novela, además de ir preparándome el cuerpo.

La novela es una novela clásica de amor y enredo. Dimes y diretes de una sociedad en el que el papel de la mujer está encorsetado por el qué dirán.

Pd: ¡Ahora ya puedo ver la película!

viernes, 7 de febrero de 2025

Grease. El musical.

Uno de los regalos que recibimos mi mujer y yo para los Reyes fueron un par de entradas del musical de Grease. Dos entradas con una situación perfecta en cuarta fila en el patio de butacas del Teatro del SoHo.  Nos hizo ilusión aunque yo mantenía ciertas reservas de llegar recuperado a la fecha de la bora, porque aún estaba convaleciente de la operación y digamos que no estaba seguro de que llegada la fecha me encontraba bien. No habían pasado diez días desde la operación, aún mantenía los puntos en la barriga y ya me veía en la sala de un teatro disfrutando de un musical.  

¿A quién no le gusta la película Grease? Seguro que hay alguien, la verdad. Hay gente para todo y en realidad es bueno que haya gente para todo y con todo tipo de gustos. No seré yo el que critique los gustos y disgustos de nadie siempre que se realicen de manera respetuosa. Pero a Pepi y a mí es una peli que nos gustaba, y habíamos comentado ir a ver el musical, pero lo fuimos dejando, así que cuando vimos el regalo nos hizo ilusión. ¡En mi trabajo me escuchan!

Una vez que se apagaron las luces y comenzó la magia del teatro te olvidas de todo. No hay nada aparte de unos actores y un espectador, salvo, algún que otro móvil sonando porque su despistado dueño no ha hecho caso a todos y cada uno de los avisos que dan para recordar apagar los teléfonos. En fin, cosas del directo. Mientras contemplaba lo ágiles que son los actores, lo estupendamente bien que cantan, lo extremadamente ligeros que se muestran al saltar y con la alegría y especial destreza que realizan todas y cada un de sus actuaciones, se te viene un poco el mundo abajo. Al menos a mí me pasó.

Empiezas a darte cuenta -aunque ya hace tiempo que lo sabes- que  no eres un joven que tiene la misma capacidad que los que tienes delante. Ese despliegue de energía te supera. Sabes que un tiempo en tu vida pudiste hacer algo así, aunque no lo hicieras, pero podría haber sido posible, pero ahora, ya, es imposible.

Lo sé, sí, tengo 51 años y me tendría que haber dado cuenta antes. De acuerdo, tienen razón, pero en mi descargo diré que me miro poco en el espejo, y todavía ando por el mundo sin tener una presencia exacta de mi envejecimiento. Aunque suene ingenuo, a veces tengo la sensación de que sigo creyendo que podría hacer cualquier cosa, y que tengo suficientes energías para todo pero la realidad es que no. La vida, la realidad, te da un guantazo de vez en cuando y te recuerda que aunque aún eres muy capaz de muchas cosas, ya hay una lista negra de cosas de la que hace tiempo que no eres capaz. Hice lo que pude, lo que quise o lo que me dejaron. Déjenme que crea que no soy lo que soy, ya me daré la hostia.

Pero al acabar me puse en pie a aplaudir a los artistas del musical. ¡Divina juventud!


miércoles, 5 de febrero de 2025

Blancura - Jon Fosse

Ya saben que soy caprichoso con las lecturas. Que un libro puede estar por casa varios años -también podría escribir décadas- y sin sospecharlo, sin ninguna razón aparente, salvo mis arbitrarias elecciones, tan azarosas e inciertas como impredecibles, podría ser el libro elegido.

En esta ocasión tenía en el horizonte acudir al hospital, ya saben, al trasteo de la entrada anterior, y se suponía que iba a estar una temporada con más tiempo libre, aunque todavía no sabía si con ganas de leer. El asunto es que tenía desde hace tiempo curiosidad por leer algo de Jon Fosse, el autor noruego galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2023 y su última novela Blancura, me pareció que podría ser la adecuada. Me la habían regalado recientemente los Reyes Magos, y estaba todavía sin ubicar en ninguna estantería. Me lo llevé al hospital, me pareció que podría ser una lectura adecuada.

Un hombre conduce sin un rumbo en mente, hasta que su coche queda atascado al final de una pista forestal. Es una tarde de finales de otoño, ya casi no hay luz y comienza a nevar. En lugar de volver caminando hacia atrás en busca de ayuda o quedarse en el coche, de forma imprudente y sin saber muy bien por qué, el hombre decide adentrarse en el bosque. Inevitablemente, se pierde, y la noche sigue avanzando. Cuando el agotamiento y el frío empiezan a vencerlo, vislumbra un extraño resplandor en medio de la oscuridad.

Cuando leí este párrafo, que es parte de la sinopsis que acompaña al libro, no pude evitar pensar en la muerte, esa luz misteriosa era una especie de hipnótico fin, una puerta de salida o tal vez de entrada. Tendría que leer la novela. No andaba yo tan perdido como el protagonista, o tal vez sí. Pero lo acompañé a su viaje de descubrimiento, al principio algo aturdido por el efecto de la anestesia y lo acabé con una mezcla de esperanzadora desilusión. No sé si esto es posible, pero así fue. Luego pensé que el libro no es tanto religioso, como sí espiritual. No contesta preguntas directamente, pero te deja con muchas rondándote la memoria. 

En mi imaginación el libro me hizo evocar a las ballenas que se apartan de su grupo para acabar muriendo varadas en una playa. O a los elefantes que se separan de su manada, para alejarse en soledad al cementerio de elefantes, donde muy posiblemente perecieron sus padres y seres queridos. Es un final trágico el de las ballenas y los elefantes, pero al mismo tiempo -al menos a mí me lo parece- es romántico. ¿Y si los humanos hiciéramos lo mismo? ¿Y si pudiéramos prever nuestro último momento y decidiéramos coger el coche e ir al sitio donde todos tuviésemos nuestro final?