Me operaron, o como he querido poner en el título de la entrada, me trastearon. Me cambiaron tres bujías, apretaron ocho tuercas, sustituyeron cuatro manguitos, engrasaron el conjunto y listo. Cosquillitas. ITV superada.
Llevaba esperando el sello de la ITV desde hace años. Primero tuve que pasar cuatro veces por el chamuscador de entrada, luego unas cuantas revisiones preparatorias hasta que por fin me llamaron para el gran día. Me dijeron que sería un proceso largo, pero ni en mis peores presagios pensé que tanto. Años pasando por el chamuscador, retrasos incluidos, y seguidamente sus consiguientes atragantadas recuperaciones. Así una detrás de otra.
Avisado estaba pues me dijeron que echara paciencia, que me quedaba un largo trayecto de recuperación. No sé yo. Hay cosas para las que no tengo paciencia ninguna, y quizás con la que menos sea conmigo mismo. A ver qué tal esta vez.
Encontrar la posición adecuada en el sofá dependía del tiempo que llevara sentado, pasado unos minutos cualquier posición molestaba. Encima tuve que ver todas las películas sin palomitas, porque durante un buen tiempo he subsistido a base de liquidito y puré. ¿Qué le vamos a hacer?
La cosa es que tras la inspección yo me encontraba peor que antes, aunque me aseguraron que todo había ido bien, y que era normal el malestar inicial, que poco a poco iba a ir notando mejoría. No sé, por ahora, no lo veo, pero como los mecánicos están hartos a encontrarse trastos como yo, pues supongo que llevarán razón, así que a hacerles caso y a tirar de optimismo y, por hacerlo más ligero le añado algo de guasa.
No se preocupen por mí que bicho malo... ya saben.
Pd: He puesto una foto de paciente poser, para la tranquilidad de mis millones de fans... (jajajaj). Por cierto, tuve una habitación con vistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario