martes, 29 de junio de 2021

Califato 3/4 en el Maresnostrum

A veces ocurre que una banda musical que no parece encajar con mis gustos musicales encaja, que un estilo que en principio es poco propicio para mis gustos, no se sabe cómo, tiene su hueco en mis listas musicales. Estas cosas pasan en ocasiones, no muchas veces, no muy a menudo, pero pasa, y ésta es una de ellas. Califato 3/4 es una mezcla heterogénea de rock, rap, bandas locales de Semana Santa y música disco y lo que ahora llaman música urbana, que de alguna extraña e impredecible manera me gusta. 

Vinieron a tocar en Fuengirola, y junto con mis amigos Rafa e Iker, que también coinciden conmigo en gustos musicales incluso cuando ninguno lo esperamos, fuimos al concierto. Teníamos muchas ganas de concierto todos, porque con el Covid muchos de nuestros conciertos se habían ido a pique.

Califato 3/4 la liaron bien, tienen un directo muy animado, y la gente tenía ganas de fiesta. La música invitaba a levantar los brazos y a dar saltos, pero la normativa de espectáculos, aunque fuesen al aire libre, obligaban a mantenerse sentados en las butacas. Misión imposible. Califato 3/4 no buscan la excelencia musical en sus directos pero no suenan nada mal, aunque es cierto que muchas bases vienen pregrabadas. Interpretaron el himno de Andalucía con una extraña mezcla a ritmo de música urbana, que no dejó a nadie indiferente. Lo disfruté mucho este concierto.



viernes, 25 de junio de 2021

Una buena carne para celebrar

Llegó mi cumpleaños y fuimos a celebrarlo.  Con los años uno va aprendiendo a disfrutar de las cosas de una manera distinta, no digo mejor, pero tal vez sí de una forma más simple. Cuando uno es aún un chiquillo, lo que más desea como regalo de cumpleaños son juguetes, cuantos más, mejor, luego uno va creciendo y la cantidad se va tornando en calidad,  uno pasa a preferir menos regalos pero que se ajusten a lo que desea. Cuando se es adolescente quiere celebrarlo con los amigos, mientras más mejor, y tal vez, la preferencia por los juguetes se va sustituyendo por ropa y complementos. Con el avanzar de los años, al menos en mi caso, las celebraciones se van volviendo más sencillas. Uno prefiere celebrarlo en familia, íntimamente y lo de menos es el regalo. Una buena comida, con buena compañía es casi lo mejor que uno puede desear.

Fuimos los cuatro a comer una buena carne a la brasa, que es la preferencia principal en casa. Este año reservamos mesa en el Asador Otola y nos dimos un sabroso homenaje. Unas jugosas chistorras, unas croquetas tiernas y crujientes y dos voluminosas carnes para compartir entre los cuatro, la cerveza bien fría y para terminar leche frita. Con la copa de cortesía de la casa los camareros me cantaron el cumpleaños feliz acompañado con una trompeta. No es necesario mucho más.

Pd: pero descuiden que también me cayeron regalicos, acertados regalicos.


jueves, 24 de junio de 2021

Irene Vallejo con Proteo

Se quemó la Librería Proteo de Málaga y con ella miles de libros y millones de palabras escritas. Un incendio que a más de uno nos hizo soltar alguna lágrima. He pasado muchos días por su puerta, últimamente menos porque no voy tanto por Málaga, pero hubo una época en la que mi paso era diario. Allí, si disponía de algo de tiempo, me detenía a mirar sus estanterías, las novedades y aquellos libros de ediciones cuidadas que uno anhelaba llevar a casa, pero que cuando se es estudiante universitario no se tiene ni el tiempo de leer ni sobre todo el dinero para gastar. Uno rascaba por todos lados intentando reunir algo de calderilla para poder tomarse un café y muy de vez en cuando un libro.

Recuerdo que solía crear listas de futuras compras, libros a leer, casi eliminatorias donde sopesaba precio, número de páginas, calidad de la impresión, la presentación y especialmente el autor, aunque al final todo se decidiera con un arrebato. Muchas de las veces un consejo del librero o un amigo pesaba más que todas las listas de pros y contras, que  al final se iban al garete y lo cierto era que en la mayoría de las ocasiones uno terminaba tirando de las benditas bibliotecas.

Para ayudar a la librería muchos compramos libros online y algunos autores pusieron su granito de arena como pudieron. Irene Vallejo vino al Centro Cultural La Malagueta a charlar con Luis Alegre y a firmar su premiado libro, El infinito en un junco, publicado por Siruela. Allí estuve junto con Pepi, un lunes por la tarde, aprendiendo con predisposición y trayéndome bajo el brazo su libro dedicado.


miércoles, 23 de junio de 2021

Sohail Jazz

Llegó a Fuengirola enmarcado en los conciertos de verano que se llevan a cabo en el Marenostrum un pequeño festival de jazz, Sohail Jazz.  Fueron cuatro días de festival aunque sólo pude asistir a dos. El jazz me gusta, aunque reconozco que soy un párvulo en conocimiento de jazz, y si me sacan de los grandes nombres de la historia del jazz, ando más perdido que el ojo del maniquí.

El primer concierto al que asistí fue a cargo de Enrique Oliver (saxo) & Jaume Llombart (guitarra). Resultó muy íntimo aunque el entorno todavía con luz diurna no ayudaba. Tocaron temas que no conocía pero que me dejaron un muy buen sabor de boca. Ahora los estoy descubriendo por Spotify y la verdad es que los estoy disfrutando mucho. Tocaron con una sencillez y una delicadeza tan natural que parecía fácil. ¡Qué complicado conlleva hacer que las cosas parezcan sencillas!

Cuando ya había oscurecido llegó el turno de Zenet, que aunque yo no le hubiera colgado la etiqueta de cantante de jazz, lo cierto es que maridaba perfectamente. Se presentó con un trompetista, un ocasional violín y un guitarrista e hicieron maravillas yendo y viniendo de un estilo a otro. Interpretaron temas propios y temas clásicos en formato jazz y el concierto fue cogiendo un camino por el que todos entramos de forma magnífica. La noche acabó más redonda que la Luna que presidía sobre el Mediterráneo.

Dos días después, en la última noche del festival actuaba Diego Guerrero que es uno de los más destacados nombres de la fusión entre el flamenco y el jazz, que son en cierta parte, y a mi juicio, la raíz de lo mismo. Traía una banda maravillosa: al piano José María Pedraza Petaca, un catedrático de las teclas; en el bajo Iván Ruiz Machado, un cubano que casi presidía el escenario para rellenar cada hueco; a la percusión una bella israelí llamada Nasrine Rahmani, maravillosa. A la voz y la guitarra el elegante Diego Guerrero, que como él mismo afirmaba era un liante bueno, y lio a todo el que pudo y entre ellos a Dan Ben Lior a la guitarra que había participado en días anteriores en el festival y como andaba por allí, se apuntó al sarao, también a Sergio Albacete al saxo y a la flauta a Alejandro Escalera, que vivía cerca, y de entre el público a Juan José Suárez Paquete. ¡Imaginad! El final del concierto fue un recital de improvisación. Vamos a ver qué sale, decía. Y salió lo que sale cuando músicos estupendos tocan juntos. Tocaron Mambo influenciado de Chucho Valdés y aquello era... ¿saben el regusto que les queda cuando prueban su postre favorito? ¡Todos en pie a aplaudir!

martes, 15 de junio de 2021

Joven talento

Creo que todos estarán de acuerdo en que en general los jóvenes no tienen la etiqueta de ejemplaridad colgada a sus espaldas. Hables con quien hables lo más probable es que no lance piropos a los jóvenes. Todo lo contrario.  Que si no tienen educación, que si han perdido los valores, que si les da igual todo, que no tienen respeto, que los principios los pisotean, flojos, vagos, etc. Supongo que es algo común al paso de los años, y es algo que en la sociedad ha ocurrido siempre y que muy probablemente seguirá ocurriendo. Ya saben, la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo. George Bernard Shaw dixit.

No sé qué opinión tendrá cada uno de la juventud, pero en mi caso casi todas las que asocio me generan envidia o nostalgia.  Los sentimientos nunca fueron tan puros y simples como en la juventud. La amistad, las sonrisas, el primer amor, el tiempo libre...lo que inmediatamente me lleva a recordar aquel poema de Rubén Darío que recitaba con un sabor de amargura aquellas sobadas palabras de juventud divino tesoro, ya te vas para no volver. Y es que rozando el medio siglo mi espíritu puede ser joven, pero las canas señalan que, hoy día, mi juventud la observo como a un horizonte en lontananza.

Pero en casa sí hay juventud, pues tengo a dos chiquillos en casa. La artista y el futbolista. Así les llamo en ocasiones yo. Recientemente a la artista de la casa le han otorgado un quinto premio de relato corto a nivel provincial, aunque el concurso era a nivel nacional, organizado por Coca-Cola. Estaba contentísima y no me extraña. La seleccionó su profesora de lengua, participó online y meses después vinieron a entregarle el premio al salón de actos de su instituto. Afortunadamente pude ir a la entrega. En el cartel que colocaron presidiendo el escenario, con letras mayúsculas bien visibles se podía leer con claridad dos palabras que no suelen ir de la mano: Jóvenes Talentos.

En primera fila había muchas personas, todos aplaudían durante la entrega, pero uno de ellos permanecía sentado, aparentemente tranquilo, con las piernas cruzadas y sentía algo a un lado del pecho, como un pellizco, no era un sentimiento de juventud, sino más bien algo que se siente cuando rozas el medio siglo, y se llama orgullo. Un orgullo sano y puro. Es un sentimiento indirecto que su hija, una joven con talento, le regaló.  Nadie lo vio, pero ese hombre que peina canas sentía en su interior una explosión, un griterío,  como si por dentro estuvieran dando saltos de alegría y se lanzaran confetis de arcoíris.



domingo, 13 de junio de 2021

Fin de Temporada

Miguel, el pequeño de la casa, tiene afición por el fútbol, bueno, no es el único, yo también tengo afición, pero la diferencia es que yo soy seguidor de butaca en grada en estadios y de sofá en casa, en cambio, él es aficionado a jugar partidos en campos de fútbol de césped artificial en equipo federados, además de en la PlayStation. Hay mucha diferencia. Él en ambas actividades interviene y yo soy, en cualquiera de los casos, un mero espectador.

Cada fin de semana juega partidos en una liga provincial y entre semana tiene tres días de entrenamiento, la PlayStation está para los fines de semana una vez terminados todos los quehaceres del instituto. Este año su equipo tenía un objetivo complicado, pues debían intentar mantener la categoría en 2ª Infantil, que es la mejor liga provincial en Málaga, con la dificultad de que en su caso, y el de otros muchos compañeros del equipo, todos venían de jugar en fútbol siete la temporada anterior, en Alevín, y además del enorme cambio de pasar a fútbol en campo grande, hay que añadir que pasan a jugar con once jugadores, y muchos de ellos -Miguel incluido-  juegan en la mayoría de los partidos contra rivales que son un año mayor de edad que ellos, que a la edad de doce años es un hándicap a tener en consideración.

Al final, el objetivo se cumplió y consiguieron mantenerse en la categoría, y lo hicieron con mérito pues lo lograron con varias jornadas de antelación al final de liga. Todos en el equipo pusieron su granito de arena y el resultado no podría ser más merecido. Desde la grada disfruté como uno más.




sábado, 12 de junio de 2021

Pintar en el Carmen Thyssen

Casualmente me enteré que se iban a desarrollar unas jornadas de pintura al óleo en el Museo Carmen Thyssen de Málaga. Una especie de taller dirigido por Daniel Parra, que es un reconocido artista cordobés. La idea me encantó, pero no para mí, que soy un verdadero ignorante en cuanto a la pintura al óleo, sino para mi hija que aparte de tener una mano estupenda para el dibujo posee las ganas y el empuje de la juventud.

La jornada se iba a realizar en el mismo patio interior del Museo, que ya de por sí es un lujo. Se realizaría un lunes, que es cuando el museo está cerrado al público, que es otro privilegio. Constaría de dos bloques, una primera parte teórica en la cual se explica cómo se plantearía el ejercicio, y una segunda parte completamente práctica. En total un taller de 4 horas. Le consulté a la artista de la casa si le gustaría participar y dijo que sí, que le encantaría.

Unos días más tarde allí estaba yo, en la puerta de lo que una vez fue el Palacio de Villalón, un palacete renacentista del s. XVI, que hasta donde sé es apellido de familia de conquistadores, y en el interior del museo mi hija, mi pequeña Sofía, la razón de que se me caiga la baba tan a menudo. Así que durante cuatro horas me paseé sin prisas por Málaga, orgulloso y satisfecho, esperando el momento en el que mi hija saliera del Museo con un óleo bajo el brazo. Y aunque no era ningún tipo de robo ni la obra estaba firmada por ningún pintor renacentista, miré la pintura como si delante de mis ojos tuviera el mejor regalo posible, como si ya a los catorce años mi hija hubiera atravesado una meta que yo jamás soñé que cruzaría.

domingo, 6 de junio de 2021

María José Llergo en el Marenostrum

Una de las cosas que más he echado de menos durante el confinamiento es poder ir a un concierto. Soy un enfermizo adicto a la música, especialmente a la música en directo. Cualquiera que me conoce un poco, lo sabe. Escuchar música es sin lugar a dudas mi pasatiempo favorito. De hecho llamarlo pasatiempo es cometer una injusticia, porque no acudo a la música para pasar el tiempo, sino más bien, para aprovecharlo. 

Cada mañana de camino al trabajo, en un paseo de 15 minutos, escucho música en los airpods, día sí y día también y de regreso a casa exactamente lo mismo. En el trabajo, durante toda la jornada, siempre tengo música puesta. Es lo primero que enciendo y lo último que apago. En casa, como pueda, la música está puesta siempre, ya sea viendo un concierto en vídeo, escuchando un cd en el equipo de música o últimamente más a menudo escuchando en un altavoz portátil a través del móvil y Spotify. La cosas es estar escuchando música. No cocino si no tengo música puesta. En el coche más de lo mismo. Además, antes de acostarme también tengo la costumbre de escuchar música que me tranquilice. En definitiva la música es algo realmente importante en mi vida. Todo esto he podido mantenerlo más o menos en este tiempo de confinamiento, pero acudir a conciertos ha sido lo que no ha sido posible. Lo comprendo, nadie tiene la culpa, excepto el dichoso Covid, pero con o sin culpables, durante un buen tiempo nos hemos quedado sin música en directo.

Hemos pasado a ver conciertos en streaming o algunos grabados. Pero con la llegada del buen tiempo y coincidiendo con la bajada de los datos de contagios, por fin pude acudir a un concierto. Fue cerca de casa, en el Marenostrum y fue a María José Llergo. Sí, lo admito, alguna lagrimilla se asomó a mis párpados.