miércoles, 25 de diciembre de 2019

Fiestas navideñas

Las navidades son familiares. Es tiempo de reunión familiar alrededor de una mesa, con deliciosos manjares sobre manteles adornados con guirnaldas y motivos florales. Fechas de comidas pesadamente elaboradas, con alimento, de esos que te acompañan largamente tiempo después del festín y que casi que se debería servir acompañado con Almax. Al final, para acabar el banquete, turrones y champán. En lugar de una comida para acompañar una charla, pareciera una quedada de retos gastronómicos, o desafío de engullición.  El caso es que en casa vamos turnando las comidas navideñas de una familia a otra, un año la familia de mi mujer, otro año la mía. Así lo hemos ido haciendo desde que nos casamos y por ahora funciona bien. Este año Nochebuena tocaba en casa y con mi familia, pero finalmente los padres de Pepi también se unieron.

Las navidades son familiares, decía, pero no son sólo eso, es mucho más, es el fin de un ciclo, de un año y se acerca una vez más un nuevo inicio. Para mí además de todo eso, la navidades significaron el final de la vida de mi madre. Durante un tiempo me sentía mal si pasaba un día sin acordarme de ella, que pareciera que la había olvidado, pero no es así, sigue estando en mi vida, porque sigo usando sus palabras, sus gestos, su admirable prudencia y de alguna manera siento su cariño infinito, su forma de mirar a mis niños. Todo eso parece que no, pero está muy presente y es la parte que me alegra de su recuerdo, que aunque ya no esté, en realidad, está a mi lado.

Puede parecer una forma de pensar triste, o simple, pero me ayuda a seguir pensando que ella está aquí, si no en presencia sí en esencia. La veo en mi hija, la veo en mi hijo y sobretodo la descubro en mí.

sábado, 30 de noviembre de 2019

Cala Vento en Theatro Club de Málaga

Justo la mañana siguiente después del concierto de Colspell y de haber descansado poco porque había trasnochado, mi amigo Íker me dijo que le sobraba una entrada para el concierto que Cala Vento ofrecía esa misma noche en la sala Theatro Club de Málaga, a la que yo, por una razón u otra, no había estado nunca. Las entradas estaban agotadas desde poco después de ponerlas a la venta. Estaba bastante cansado, pero me apetecía.

La sala Theatro Club de Málaga es chiquita y se llena enseguida. Un sitio privilegiado para disfrutar de un concierto. Cala Vento es un dúo catalán con muchas ganas, mucha frescura y con un aire entre alternativo forzado y hacer lo que te da la gana. Letras difusas de casualidades diarias y ritmos machacones y alegres... a veces. 

Comenzaron muy charlatanes, con muy buen humor, se veía que venían a pasarlo bien, el sonido fue perfecto, la voces estaban en forma. Mejor no podía empezar. Tocar la batería y cantar debe ser una de las cosas más complicadas de hacer al mismo tiempo. La verdad es que allí dentro, casi metidos en un hoyo, bastante centrados, con una cerveza fría en la mano, necesitas pocas cosas más para ser feliz.

Terminó el concierto y fuimos a dar la enhorabuena y pillar algo de merch a Cala Vento. Estuvieron súper accesibles, además también pudimos saludar a algunos de los componentes de Airbag, que estaban allí también disfrutando del concierto. Lo pasé estupendamente.

viernes, 29 de noviembre de 2019

Coldspell en el Louie Louie

Un miércoles de noviembre venían al Louie Louie Rock Bar de  Estepona la banda sueca Coldspell, con su guitarrista Michael Larsson a la cabeza y con Niclas Swedentorp a la voz -he tenido que comprobar varias veces que lo he escrito correctamente-.

Lo cierto es que no los conocía hace un mes, pero desde que supe que venían les presté el oído y me convencieron rápidamente, igual que yo convencí a Óscar, mi compañero metalero de conciertos. 

Las música en directo gana mucho y las bandas que tienen un buen guitarrista aún más. Así fue el caso de Colspell. Tenían programados cinco conciertos por España, el primero de ellos era esa misma noche en Estepona, con lo que tuvimos la fortuna del calendario de nuestra parte y los pillamos frescos y con ganas.

Realizaron un repaso a sus cuatro álbumes, tocando sus temas más conocidos, como Legacy, Forevermore o It Hurts, que fueron el trío de canciones con las que comenzaron el concierto. Tocaron Infinite Stargaze o Call of the Wind que les quedó muy bien. Terminaron el set con Time. Y a la vuelta de refrescarse con varios sorbos de cerveza, nos regalaron una estupenda Paradise y Straight things out.

Al final del concierto tuvimos la oportunidad de charlar con ellos, y lo cierto es que estuvieron muy pacientes y les compramos algo de merch, que hay que apoyar a las bandas en ruta. A ver si vuelven con un nuevo disco bajo el brazo.

domingo, 24 de noviembre de 2019

En un crucero

Despegamos desde el aeropuerto de Barcelona en un anaranjado amanecer sobre un mediterráneo plateado. Pudimos contemplar cómo el Sol iba ascendiendo, dando luz desde el este, acabando con las sombras sobres las cimas de las montañas, como un ejército implacable ganando terreno a un enemigo derrotado. Una imagen que empequeñece tanto como sobrecoge.

Aterrizamos en Málaga desde Barcelona y sin tiempo para desayunar y tras recoger el coche, nos dirigimos directamente hacia el puerto de la capital costasoleña, allí debería de estar el crucero que íbamos a visitar, pero no estaba. Supimos después que tuvo problemas para salir de otro puerto y por eso llegó algo tarde. Nos vino bien porque tuvimos tiempo de desayunar.

Esa mañana íbamos a visitar un crucero, el Norwegian Star, un barco construido en 2006 pero que había sido recientemente remozado en el 2018. La idea era enamorarte de una idea, de una forma de viajar, de descubrir horizontes, nunca mejor dicho. Para ello íbamos a conocer su forma de funcionar, ventajas y desventajas, conocer sus variadas opciones de restauración, así como los atractivos interiores del barco. Habíamos quedado con las hermanas de mi mujer y sus maridos para visitarlo.

Un casino, piscinas cubiertas y descubiertas, gimnasios, amplias zonas de esparcimiento, salones, tiendas, galerías de pintura, ascensores panorámicos, y muchos restaurantes, pero a mi juicio lo más impresionante es un amplio teatro donde se representan varios musicales las noches de cruceros. Poder conocer por dentro un crucero es una experiencia distinta.  No pudimos ver un camarote, porque el crucero iba completo, y esa fue la pena, pero sí pudimos almorzar y además invitados.

Abandonas el barco deseando tener alguna vez la posibilidad de realizar un crucero con la familia. Un sueño pendiente.



Escapada a Barcelona

Hacía meses que la web EstupidaFregona había programado un concierto tributo sobre Pearl Jam en la Sala Bóveda de Barcelona, por una banda creada para la ocasión que se hicieron llamar muy acertadamente The Foxy Mops. Un buen número de amigos míos desde muchos puntos de la geografía española decidieron quedar para acudir juntos al concierto tributo, todos ellos, entre los que me incluyo, bastante apretados -según mi mujer- de Pearl Jam. 

No me decidía a ir a la fiesta tributo porque equivalía a dos vuelos, una habitación de hotel, aparte de la entrada, gastos varios y tal, y especialmente porque llevaba un mes bastante cargado de gastos, pero mi amigo Víctor me avisó de una oferta en una compañía low cost con vuelos baratos  que resultó ser irrechazable. La idea planteada y económica era ir por la mañana temprano y regresar a la mañana siguiente más temprano aún. Ni veinticuatros horas en Barcelona. Lo justo para ir, estar  y regresar. Nada de turismo.

¡Así lo hicimos! Antes de las once de la mañana ya estábamos en el aeropuerto de El Prat. Unos amigos nos recogieron en coche y fuimos a pasar un día fantástico junto con un gran puñado de amigos compartiendo cervezas, parrilla y sobretodo muchas risas. Faltó tiempo para poder charlar todo lo que hubiéramos deseado. Después del café fuimos al hotel, soltar la mochila, darnos una ducha, y prepararnos para el concierto. El hotel estaba a apenas unos metros de la sala, con lo que casi no pateamos nada de Barcelona.

El concierto fue estupendo, buenas canciones, una muy buena banda interpretándolas, algunas agradables sorpresas, inmejorable compañía, muchas ganas de pasarlo bien y poco más se necesita. Todo muy bien organizado. Muchísimas caras conocidas y otras no tanto. Muchos conciertos por muchas ciudades. Reencontrarte en la misma ocasión con muchos amigos que consigues ver muy de vez en cuando, porque las distancias, los trabajos y la familia no siempre permiten quedar las veces que uno desearía. No vamos a quejarnos. That's life! Alargamos la noche más allá de lo que nuestro cansancio hubiera deseado. Pepi estaba reventada.  Y no disponíamos tampoco de mucho tiempo para descansar porque a las 7:30 de la madrugada ya estábamos en un avión de vuelta a Málaga. El resultado fue una escapada fugaz pero que conlleva recuerdos que ya son imborrables.


martes, 12 de noviembre de 2019

Andrea Motis Quintet en el Teatro Cervantes

¿Puede haber algo mejor que un lunes de noviembre para un concierto de jazz? Acudí al Teatro Cervantes de Málaga para disfrutar de un concierto de jazz a cargo de  Andrea Motis Quintet, incluido en el Festival Internacional de Jazz de Málaga. Mi amigo Miguel que comentó varias semanas antes que a él le gustaría ir a verla y yo que me apunto a un concierto sin que me empujen, allí me presenté. Tuve que hacer unos pocos de cambios en el trabajo, pero merecía la pena.

La semana anterior al completo y casi con exclusividad me la había pasado escuchando los discos de Andrea Motis, y también grandes standards del jazz, porque el jazz tiene esa viciosa cualidad de que una vez que te metes a escuchar cuesta trabajo salir.

No es usual ver a una voz tan joven como la de Andrea Motis en el circuito de festivales, aunque últimamente me parece que se está abriendo algo más las puertas por las jóvenes promesas. Lo cierto es que Andrea Motis no es ya una promesa, sino una realidad y yo diría que además bien consolidada, tanto a la trompeta como a la voz. El teatro colgó el cartel de todo vendido una vez más y pudimos disfrutar de un concierto maravilloso.

Se presentó acompañada de su inseparable contrabajo, Joan Chamorro, que es desde hace tiempo un grandísimo animador y presentador de nuevas promesas del jazz. Al piano un virtuoso como Ignasi Terraza, a la batería el batería con más pinta de batería que existe, Esteve Pi, y para completar el quinteto a la guitarra Josep Traver que te tiene una versatilidad de registros que te deja sin palabras. Ver el jazz es siempre entretenido, si además, se hace bien, se vuelve casi mágico.

Interpretaron temas clásicos como I'm an errand boy for rhythm de Nat King Cole, Afro blue de Mongo Santamaría al más delicado latín jazz, temas propios como Adéu,  de algo de bossanova o una delicadísima Mediterráneo.

A ver si en el próximo festival de jazz también puedo ir al menos a un concierto y se convierte en costumbre.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Toundra en La Trinchera

Al día siguiente de ver a Gaby Moreno y casi sin tiempo de asimilarlo, tenía otro bolo previsto, pero esta vez en otra envolvente completamente distinta, un festival de sólo un día alrededor del rock potente nacional. Un festival de una sola fecha. Cuatro bandas. The Wax, Habitar La Mar, Elephant Riders y Toundra. Todo en La Trinchera. Uno detrás de otro.

Llevaba mucho tiempo esperando ver en directo a Toundra. Sus discos los he machacado decenas de veces en los últimos meses, especialmente el último disco, Vortex, y estaba deseando verlos en directo. Como se suele decir, contando los días.

Lo cierto es que fue una estupenda noche de rock. Elephant Riders me molaron mucho, al igual que Habitar la Mar, que los había escuchado poco. No llegué a tiempo para ver The Wax, una pena. 

De Toundra puedo decir que sonaron como una apisonadora de guitarras. Comenzaron con la intro de Vortex, y y justo después tocaron, Cobra, que es uno de mis temas favoritos, si no el que más. Para comenzar fue una bomba ¡Brutales! Rafa -que fue mi acompañante hardrocker de esa noche- y yo estábamos a sus pies ya desde el inicio. Siguieron  con la desgarradora Tuareg, la evocadora Bizancio, y temas ya clásicos como Cielo Negro o Magreb. Acabaron el set con la magnífica Mojave. El setlist está por la red.

Cuando regresaron para tocar el encore ya nos habíamos situado en las primeras filas. Me llevo en la memoria el fabuloso Cruce Oeste que se marcaron. Finalizaron con Ara Caeli, que son palabras mayores. Un concierto inolvidable. Tuve la fortuna y la habilidad de que Macón (el guitarrista con barba, para entendernos) me dio la púa con la que tocó el concierto y Alberto (el bajista) me dio una púa y por si fuese poco también  conseguí el setlist que me firmaron. Un lujazo que me guardaré por siempre. Me pillé un cd y una camiseta que luzco orgulloso en la foto que nos hicimos tras el concierto con Macón.


domingo, 3 de noviembre de 2019

Gaby Moreno en La Cochera Cabaret

El fin de semana siguiente del tremendo concierto que Mark Lanegan ofreció en Elche, fue el turno de Gaby Moreno en Málaga, en esta ocasión en un lugar mucho más a mano, en La Cochera Cabaret. Me apetecía, porque no es común que alguien con un Grammy se acerque a un local tan íntimo y cercano como La Cochera Cabaret, y bueno, sobretodo, porque tiene una voz maravillosa y grandes canciones. Se lo comenté a mi amigo Miguel, que siempre está presto para bellas voces y como esta vez el trabajo se lo permitía, pues se apuntó.

Gaby Moreno se presentó en Málaga con un formato trío, un batería, un bajista y ella a la guitarra y voz. Una presentación arriesgada, pero simple y muy atractiva. Tocó todos sus palos, agarró la guitarra acústica, también la eléctrica, tocó en trío y también en solitario. Cantó sus temas más conocidos y también temas para presentar su último disco, Spangled, pero también versiones de canciones universales, como Quizás, quizás, quizás o Cucurrucucu Paloma. No faltó un tema suyo titulado La Malagueña, que fue lógicamente muy bien recibido por los allí presentes.

Particularmente me gustaron mucho las versiones casi desnudas de los temas del último disco, que vienen envueltos en grandes arreglos y muchos acompañamientos, en cambio, con la sencillez del formato trío, a mi parecer, ganaron, al menos perdió la aparatosidad del disco para ganar en cercanía y sensibilidad.

Al acabar el concierto pude hablar con Gaby y comentarle que coincidimos en ambos apellidos. Fue una graciosa curiosidad que pareció que le agradó. Me firmó el disco que le compré como tocayo. Ojalá pueda volver a verla en directo.

jueves, 31 de octubre de 2019

Cartagena

Van pasando los años y las ciudades se van resistiendo. Varias veces he estado a punto de visitar Cartagena pero la ocasión por una razón u otra no se pudo cristalizar. Esta vez sí que se pudo hacer posible.

Era domingo y nuevamente el día había decidido despertar despejado de nubes. La idea era ir a Cartagena justo después del desayuno para poder disfrutar de las excepcionales vistas de la Bahía de Cartagena desde lo alto del Castillo de la Concepción. Y así lo hicimos. Subimos dando un esforzado paseo y pudimos contemplar con un corto giro de cuello a un lado el Teatro Romano junto a los restos de la Catedral de Santa María la Mayor y al otro el Puerto Deportivo y toda la bahía. El tiempo reposaba como el Mediterráneo reposaba frente a nuestros ojos. Podríamos habernos quedado toda la mañana viendo el perezoso navegar de pequeñas embarcaciones abandonando el puerto quién sabe a qué incierto destino. Mi pensamientos quedaron ensimismados en divagaciones novelescas como cuántas embarcaciones pudieron partir desde aquí y cuántas alcanzaron el puerto como refugio natural o fin de sus días. ¿Cuántas vidas se quebraron partiendo desde aquí?  ¿Cuántas desaparecieron teniendo Cartagena como designio final de sus destinos? 

Bajamos a contemplar el Palacio Consistorial y bajamos junto a la Plaza Héroes de Cavite hasta  el Paseo Alfonso XII, paseamos  hasta la Plaza de la Isla y regresamos esta vez por la otra acera. Se estaba realizando una carrera urbana y el paseo estaba muy animado. Cruzamos delante del Museo Nacional de Arqueología Subacuática, yo hubiera accedido pero ni los niños ni Pepi estaban muy por la labor, en cambio tomamos un refresco sentados a la terraza del Restaurante Mare Nostrum. Desde la terraza se podía ver todo el perfil de la Muralla de Cartagena. Preguntamos dónde podíamos encontrar el famoso submarino de Isaac Peral,  porque yo tenía entendido que estaba en la Plaza del Puerto de Cartagena, pero nos dijeron que eso era antes, desde que hace unos años ya que ahora está en el Museo Naval. Nos acercamos a verlo pero estaba cerrado sin embargo pudimos contemplarlo desde el exterior a través de una amplia cristalera desde donde se puede ver completamente.

Continuamos nuestro descubrimiento de Cartagena subiendo desde la Plaza del Ayuntamiento por toda la Calle Mayor, donde conviven una gran cantidad de edificios modernistas de finales del siglo XIX. La Casa Cervantes el Gran Hotel o el Casino son una bella muestra de ellos. Ya iba siendo hora de dejar atrás la cuidad a la que Cartago dio su nombre. Regresamos al coche e iniciamos nuestro regreso a casa. Había más de cuatro horas de carretera hasta llegar a casa pero antes había que parar a almorzar algo. Paramos en una venta a comer y ya no paramos más hasta llegar a casa.

Ésta fue una escapada imprevista, que no teníamos ni siquiera en mente a realizar en un futuro cercano ni lejano, pero mi pasión por la música de Mark Lanegan -cuyo concierto bien puede entrar entre mi Top 10 de siempre, que se dice pronto- los amigos que tengo por Elche y Murcia y mis ganas por descubrir horizontes se unieron y lo hicieron posible.

miércoles, 30 de octubre de 2019

Murcia

Nuestro hotel en Elche estaba muy céntrico, quizás demasiado, porque Pepi dijo que esa noche se había despertado en varias ocasiones por ruidos desde la calle que la despertaban, que si el chirriar de las ruedas de un coche, gente gritando por las calles, o una moto con un tubo de escape estruendoso. Yo, lo cierto, es que no me enteré de nada. Desde el momento en el que cerré los ojos caí en ese letargo incierto en el que nada recuerdo. Pero la selección del hotel estaba justificada por la cercanía al Gran Teatro de Elche y por el poco tiempo que disponíamos para estar a la hora para el concierto de la noche anterior de Mark Lanegan.

Aún así despertamos relativamente pronto, desayunamos en el hotel, pues teníamos lo teníamos incluido y pusimos rumbo a Murcia. Entre nuestro hotel y el aparcamiento junto al ayuntamiento de Murcia se tarda una hora aproximadamente, tiempo que sirvió a Pepi como prórroga del sueño interrumpido de la noche anterior.  La Casa Consistorial de Murcia es atípica, da la sensación de estar contemplando un edificio del suramericano, un reloj centrado en un amplio frontón sobre estilizadas columnas corintias y el llamativo color asalmonado así como la balaustrada en la cubierta lo sugerían. 

El día era estupendo, la temperatura fantástica y todos estábamos con muchas ganas de pasear por Murcia. Accedimos a la Plaza del Cardenal Belluga por la Calle del Arenal, entre el Palacio Episcopal y el Ayuntamiento. Desde el centro de la plaza, en un lado está la fachada principal de Catedral de Murcia de estilo barroco, en el otro extremo de la plaza el Edificio de Moneo, si se me permite el símil cinematográfico, la Bella y La Bestia de la ciudad.

Accedimos a visitar el interior de la Catedral, alquilamos unas audioguías a la entrada e hicimos el recorrido recomendado. Nos empapamos de su Historia, de sus destacados aspectos arquitectónicos y admiramos sus capillas, el coro y el famoso sepulcro de Alfonso X El Sabio, donde supuestamente se encuentran su corazón y sus entrañas. Al finalizar la visita rodeamos la catedral al completo por el exterior para ver con detalle las distintas puertas barrocas y la torre.

En la parte posterior, junto a la plaza Hernández Amores estaba la confitería Roses donde probamos unos pasteles de carne, que es típico y teníamos ganas de probarlo, y además nos sirvió como tentempié de camino a visitar el Real Casino, que aunque es un edificio de ámbito privado mantiene un régimen de visitas turísticas. Es un edificio muy singular por mantener una arquitectura muy heterogénea. La fachada es modernista, el patio es árabe, el vestíbulo barroco e incluso incluye una biblioteca de madera, o un patio pompeyano de estilo neoclásico. Es en realidad un batiburrillo de estilos aparentemente sin ton ni son pero que ciertamente, en conjunto, a mi parecer, es elegante. A Sofía le encantó visitar un salón de baile.

Salimos del Casino y fuimos a pasear. Era sábado la calle Trapería estaba abarrotada. Llegamos a la Plaza Santo Domingo, cruzamos por el arco hasta llegar al Teatro de Romea. Seguimos callejeando hasta llegar en la Plaza Santa Catalina y la Plaza Flores. Todo Murcia parecía estar allí. Encontramos una mesa libre en una terraza y me tomé una cerveza fría con una tapa de ensaladilla rusa, que la sirven sobre un rosco de piquito de pan. Pasamos un buen rato allí descansando. Bajamos en dirección del Mercado de Abastos pero como ya era tarde no entramos.  Nos acercamos a contemplar el río Segura por el Puente de los Peligros.

Había llegado el momento de ir a almorzar a un buen sitio y como un amigo me había recomendado ir a La Pequeña Taberna, pues no me compliqué más. Allí nos plantamos. Lo cierto es que comimos de maravilla. Probamos sus famosas alcachofas de la abuela, unos caballitos de langostinos, los huevos revueltos de Miguel, una buena carne a compartir  y de postre los famosos paparajotes murcianos. Todo delicioso. Si vuelvo a Murcia no voy a tener que complicarme. Pedí un café y la cuenta. Nos despedimos dando un pequeño recorrido por el centro de Murcia de vuelta y pusimos rumbo de vuelta a Elche.

En Elche se celebraba una especie de mercado medieval y no cabía ni un alfiler. Era una curiosa mezcla de mercado tradicional y feria. Habíamos quedado con unos amigos que se acercaron a Murcia y conocimos a su pequeño, que estaba para comérselo. Tomamos unas cervezas y charlamos un buen rato, pero se tuvieron que ir pronto porque bueno, los niños pequeños son así, tienen sus rutinas y es mejor no ir cambiándolas.

Nosotros aún continuamos un rato por el centro, rodeamos la Basílica de Santa María y la Torre de la Calahorra, cerca del Museo Arqueológico frente al palmeral. Incluso nos tomamos un gofre como cena. Ya el largo día comenzaba a pesar y decidimos que iba siendo hora de recogernos, así que dando un pequeño e intencionado rodeo llegamos al hotel para descansar.

martes, 29 de octubre de 2019

Mark Lanegan en el Gran Teatro de Elche

Desde hace años que tenía como espinita no ver a Mark Lanegan en directo, aunque esto no es del todo cierto, porque hace unos años lo vi como telonero de los Guns N' Roses, en el Vicente Calderón de Madrid, pero el sonido no fue nada bueno y desde entonces guardo un incómodo recuerdo del concierto de Lanegan.

Cuando Mark Lanegan presentó su gira española, el concierto que mejor me venía era el de Elche, especialmente porque era un viernes. Lo hubiera preferido un sábado, para no tener que ir tan ajustado, pero era casi la única posibilidad real de ir a verlo. Además también tenía pendiente varias ciudades de los alrededores por visitar. Para más inri tengo varios amigos que se animaban a ir a al concierto de Elche, y decidí que era una oportunidad de matar unos cuantos pajarracos de un solo tiro. El mismo día que se pusieron a la venta las entradas, mis amigos se encargaron.

El día antes había estado en el concierto de Supersuckers y Airbourne. La vida se presenta así, a veces pasan semanas sin actividades y de repente te coloca dos de las más atractivas una seguida de la otra. La idea era salir de trabajar el viernes, ir a casa, meter las maletas en el coche, recoger a los niños y a Pepi lo más rápidamente posible y sin perder un minuto tirar para Elche. Paramos en la venta Talillas a la hora del almuerzo para comer un suculento arroz caldoso y seguimos sin demora. El trayecto desde Fuengirola hasta nuestro hotel en Elche eran unas cuatro horas y media, si no había ningún contratiempo. Apenas tuvimos tráfico, tan sólo una vez en los accesos a la ciudad. Finalmente llegamos al hotel, soltamos las maletas, aparcamos el coche, y a pocos pasos del hotel estaba el Teatro. Aún nos dio tiempo de presentarles a mi mujer y niños y tomar unas cervezas con los amigos antes del concierto. El telonero era Simon Bonney y no me lo quería perder. Mi mujer y los niños se quedaron por el centro y yo encaminé mis pasos al concierto.

El Gran Teatro de Elche es coqueto y hermoso. Mi asiento era en una butaca en platea con magnífica ubicación, probablemente la mejor posible: fila 1, butaca 1. Parecía que Mark Lanegan estaba tocando sólo para mí. El concierto fue maravilloso. Me lo voy a llevar pegado a la memoria por siempre. Hay un momento preciso que recuerdo perfectamente. Cuando tocó Bleeding Muddy Water el Teatro flotaba, el tiempo avanzaba, porque la canción arrastraba sus notas, pero mi vida se había detenido. Desde el mismo instante en que acabó un profundo aliento me regresó a la vida, había estado inmerso en un limbo de intensidad musical, flotando en una especie de lugar sagrado, casi místico, donde la música inunda tu ser y te atrapa completamente. Te hace suyo. En cuanto el envolvente ritmo de la canción cesó se introdujo en el fichero de mi memoria donde pone momentos estelares de mi vida. Brutal.

Al acabar el concierto pude saludar a Mark Lanegan y darle las gracias, y pedirle que me firmara el setlist. Me dijo que me llevaba sus secretos. Después junto con mis amigos pudimos tomarnos aún algunas cervezas que hicieran más llevadera la vuelta a la vida terrenal.

lunes, 28 de octubre de 2019

Supersuckers y Airbourne en París 15

Ver a Supersuckers y a Airbourne en directo en la misma noche, fue una verdadera sorpresa. Dos bandas completamente distintas en muchos conceptos tocando juntas compartiendo escenario. Bueno, unos antes y otros después. Supersuckers se presentaron con ganas de liarla en formato trío, Eddie Espaguetti con su icónico bajo y su inconfundible voz rasgada, Metal Marty a los mandos de su sucia guitarra  y a las baquetas Chango con su enorme y achivada perilla. 

La banda de Tucson ostentan ese rock sucio, muy garage, a veces punk, que en contadas ocasiones también suenan country y que mezclado todo junto les confiere un sello sumamente distintivo. Se presentaron con muchas ganas y buen humor. Francisco y yo habíamos conseguido una buena situación cerca del escenario. Tocaron muchos de sus temas ya clásicos y también algunos de los temas de su último disco. El sonido fue bueno, aunque a mi juicio les faltaba algo de volumen. 

Seguidamente tocaron Airbourne, que tienen un show muy dinámico e hilado. Para nada aburrido. Uno se pregunta cómo puede Joel O'Keeffe gritar de esa manera, noche tras noche, sin que se le resienta la garganta, porque vaya manera de forzar la voz a la hora de cantar. Comenzaron como intro con el tema de Terminator 2. Con la famosa melodía pisaron el escenario, agarraron las guitarras, melenas al viento y a rockear con Raise the Flag, que como comienzo es una bomba. Luego vinieron Too Much, Too Young, Too Fast, Girls in Black -que es unas de mis favoritas- y prácticamente todos sus temas más conocidos.

El show tiene un momento en el que Joel, que está descamisado todo el concierto. se sube a hombros de uno de su personal de escenario y se da un paseo sentado sobre sus hombros tocando la guitarra entre el público. Otro momento relevante es en el que reparte cervezas lanzándolas en vasos de plástico desde el escenario, y otro en el que también brinda por... bueno, creo que es mejor que vayan a un concierto de Airbourne y lo disfruten. ¡Francisco y yo lo hicimos!

El sonido fue estupendo y la verdad es que nos fuimos con una amplia sonrisa en la cara. La satisfacción de haber disfrutado de dos buenos conciertos. ¡Hasta la próxima!

viernes, 11 de octubre de 2019

Iván Ferreiro en el Palacio de la Paz

Una de mis bandas nacionales favoritas de siempre han sido Los Piratas, por eso he ido siguiendo atentamente a los hermanos Ferreiro desde su separación. Cuando supe que Iván Ferreiro tocaba en Fuengirola, no tuve duda que tendría que estar allí.

El concierto estaba enmarcado como evento reseñable dentro de la feria de Fuengirola. Lo programaron como actuación en el Palacio de la Paz para un día entre semana, pero en horario aceptable. Allí nos presentamos puntuales mi cuñado Francisco y yo. Pudimos hacernos un hueco en la zona delantera al escenario bastante bien centrados. A los dos nos encantó el concierto. El sonido fue maravilloso, las puesta en escena fue fantástica y lo cierto es que lo mires por donde lo mires fue un conciertazo. La voz Iván Ferreiro a mí personalmente me encanta, le mete una tensión a la voz que hace que suenen con una intensidad que cuaja perfectamente con mi forma de sentir la música.

Además tuve la suerte de que la selección de canciones fue muy de mi gusto, y no es fácil, porque suelen variar mucho la elección de las canciones. Para comenzar el concierto, una vez que se apagaron las luces, empezó a sonar el tema principal de la serie The Leftovers, compuesto por Max Richter. Serie y canción que dejan poso. Entre los que acompañaron a Iván Ferreiro, aparte de su hermano Amaro, era Ricky Falkner, cantante de Egon Soda.

Tocaron muchas de mis canciones favoritas de Los Piratas como Fecha Caducada, El equilibrio es imposible, M, o Años 80. Pero también temas enormes de su carrera en solitario como son El pensamiento circular, Turnedo o La Otra Mitad. Ojalá no tarde tanto en volver a ver un concierto de ellos.


domingo, 29 de septiembre de 2019

The Kleejoss Band en el Louie Louie

La segunda ocasión que la banda zaragozana The Kleejoss Band vino al Louie Louie Rock Bar de Estepona no falté a la cita. Hacía casi un año de la vez anterior, de la que todos los allí presentes aquel día guardamos un recuerdo imborrable. En esta segunda ocasión venían a presentar su último álbum, El Secreto, que ya había escuchado cientos de veces. Tenía apuntada la cita del sábado, 27 de septiembre en mayúsculas en mi calendario. Y allí nos presentamos.

The Kleejoss Band son mi banda española favorita, aunque como cantan en inglés pues no los considero realmente una banda nacional, aunque lo sean. El concierto fue una maravilla pues si algo tienen estos cuatro músicos es que suenan de lujo en directo.

Comenzaron el concierto con uno de los temas de su último disco, Earth & Roots, que es un medio tiempo con un sonido cercarno al rock americano desértico que me encanta y es uno de mis temas favoritos del último disco. Siguieron con uno de sus temas quizás más conocimos, Son of the Bitch. Y continuaron salteando canciones de sus discos anteriores con las del último disco. A medio concierto hicieron un sentido homenaje a David Bowie con su Heroes, que me sonó mucho a la versión que en su día realizaron Mötorhead. ¡Maravilloso! Seguidamente tocaron Free que es otro de los grandes temas del último disco. Mi favorito tal vez del último disco.

Repitieron pocas canciones del concierto anterior, lo cual se agradece, aunque sí que volvieron a interpretar River Sound Unleashed que es una obra de arte de canción. Uno de mis temas favoritos y que por mí podrían tocar en cada concierto... ¡dos veces!. Además me la dedicaron. Fue un momento casi místico para mí. Lo guardaré por siempre.

Terminaron poniéndose tiernos con Monster in the Closet y con dos horas de concierto cerraron con No glam in Rock N' Roll. Nadie quería que acabase, ni siquiera ellos, que llevaban desde el primer minuto dándolo todo sobre el escenario. Regresaron a los bises con Baba O'Riley, una versión de The Who, que dominaron a la perfección. Para acabar Farewell Lone Wolf. Un concierto estupendo. Al final charlamos un poco con ellos, que son gente súper agradable, nos firmaron algunos discos y regresamos para casa con una sonrisa en la cara deseando que llegue el día en el que regresen a tocar cerca de nuevo.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Whole Lotta Band en Sala París 15

Ir a un concierto de música en directo es una de las cosas que más me gustan en la vida, siempre estoy dispuesto a apuntarme a un concierto y casi cualquiera que me conozca bien, lo sabe. Por eso cuando se anunció que Whole Lotta Band, una de las bandas tributo de Led Zeppelin venían a Málaga, no tuve mucho que pensar, porque como desgraciadamente nunca tuve la oportunidad de ver a la banda británica en directo, ésta era la oportunidad más cercana a quitarme la espinita de disfrutar de un concierto con las canciones de Led Zeppelin.

No es lo mismo, lo sé, tampoco se engaña a nadie, se pretende dar homenaje a una de las bandas de rock más grandes de la historia de la música. Y es una tarea complicada porque estamos hablando de imitar a uno de los mejores guitarristas, a uno de los más versátiles cantantes, uno de los baterías más legendarios y uno de los bajistas con más nombre dentro del rock. Todos conocemos las canciones al dedillo, y hemos escuchado sus grabaciones de estudio mil veces y plasmar esos temas inolvidables del estudio al directo es sumamente complicado y arriesgado.

Aún así, por momentos Whole Lotta Band nos hicieron sentir que podíamos estar en uno de los memorables conciertos de Led Zeppelin. Con una puesta en escena donde se cuidaban hasta el más mínimo detalle. Se presentaron ante el público con un conjunto escénico intentando asemejarse lo máximo posible a lo que un concierto de Led Zeppelin podía suponer:  la guitarra de doble mástil que solía usar Jimmy Page, la memorable batería naranja transparente de Bonham, el celemín, la estética a la hora de vestir o incluso imitar la pose de Robert Plant a la hora de cantar. Todo muy bien envuelto.

Como no podía ser de otra manera fueron cayendo uno tras otro sus grandes éxitos, hit tras hit. No cupieron todos porque ni la propia banda los hacía en un solo set. Pero los grandes grandes sonaron. Mereció la pena.

martes, 3 de septiembre de 2019

La Coruña

Nuestro último día en Galicia lo íbamos a pasar visitando La Coruña. Desde Santiago de Compostela a La Coruña hay aproximadamente por carretera unos 75 km, lo que significó una hora aproximada, mientras sales, llegas y aparcas.

Teníamos reservada una visita con guía turístico que se iniciaba a las 11:00 en el Obelisco cerca de los Jardínes de Méndez Núñez. Llegamos unos minutos antes y el guía comenzó, como suele ser habitual, con una introducción histórica de la ciudad y sus monumentos principales. Seguidamente comenzamos el itinerario a pie por el centro de La Coruña.

A poco metros del Obelisco está el edificio del Banco Pastor, que durante algunos años de principios del siglo XX, fue el edificio más alto de España, cruzamos la avenida en dirección a los jardines de Mendez Núñez y visitamos una peculiar estatua dedicada a John Lennon, pasamos junto al Teatro Colón, el Casino y el enorme monumento a Curros Enríquez. A pocos pasos está el Puerto deportivo de La Coruña, desde donde se disfruta de una de las vistas más representativas y bellas de la ciudad. Impresiona contemplar todos los edificios con sus fachadas completa de ventanales, aprovechando cada mínima posibilidad de luz, con las cristaleras de palillería blanca sobre soportales de piedra abrazando la curva de la Avenida de la Marina.

Después de  retratarnos digitalmente con los móviles desde casi todos los ángulos posibles continuamos la visita junto al Teatro Rosalía de Castro, camino de la Plaza de María Pita, donde está el Ayuntamiento, un edificio modernista de principio del s. XX, con tres amplias cúpulas con fachada sobre soportales, verdaderamente un edificio sobresaliente. Nos dijeron que si pudiéramos era recomendable visitar su interior, pero que no estaba incluida en esa visita -¡otra vez será!-.

En la misma Plaza hay un formidable monumento a la figura de María Pita en el que se representa a la heroína con la lanza con la que vengó la muerte de su marido, que yace junto a ella. La historia es larga y está bien documentada. María Pita es figura ilustre en la historia de España, en el desafortunado sino de La Armada Invencible -no tan invencible- y especialmente en la contraarmada dirigida por Francis Drake, cuyo hermano fue al que apioló María Pita.

Continuamos hacia la Iglesia de Santiago, que es una de las más bonitas que he visto en mi vida. Menuda y coqueta, de hechuras románicas, de planta clásica con la imagen de Santiago Matamoros a caballo. Preciosa.

Llegamos al Jardín romántico de San Carlos, desde donde disfrutamos de unas maravillosas vistas de la ciudad y del Castillo de San Antón. En el jardín de San Carlos está la tumba de John Moore.

Regresamos hacia el centro dando una pequeña vuelta para pasar por una preciosa plaza frente a la Iglesia de Santo Domingo, y junto a ella el Convento de Santa Bárbara de las Clarisas Descalzas, donde no pudimos entretenernos a  comprar una de las pastitas que nos recomendaron  porque no disponíamos de mucho tiempo, giramos junto a la Colegiata de Santa María del Campo, también románica, y también preciosa.  Muy cercar de allí está lo que la guía denominó como el punto Instagram de la ciudad, que es un lugar desde donde hay una excelentes vistas a las tres cúpulas del Ayuntamiento.

Bajamos toda la calle hasta llegar al Mercado de San Agustín y a la Plaza del Humor, y desde allí a la Iglesia de San Nicolás y desde allí continuamos cuesta abajo hacia la Playa del Orzán, desde donde se veía perfectamente el Estadio de Riazor. Ahí acabó nuestra visita guiada. Acabamos muy contentos. 

Decidimos ir a perdernos por las calles del centro en busca de un lugar donde poder despedirnos de Galicia con unas zamburiñas, pulpo a la gallega y, en mi caso, una Estrella Galicia. Y lo conseguimos. Y de postre Tarta de Santiago. Antes de abandonar La Coruña nos acercamos a ver la Torre de Hércules, farola, y milenario símbolo de la ciudad. Como el cielo estaba completamente despejado, pudimos contemplar la profundidad imposible del mar. Nos despedimos allí de La Coruña, ¿qué mejor lugar? y nos montamos en el coche en dirección a Santiago, desde donde cogeríamos el avión que nos traería de vuelta a casa. Un viaje inolvidable, donde descubrimos muchos lugares juntos pero sobre todo donde vivimos experiencias y ciudades que dejaron un poco de ellas en nuestros corazones viajeros.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Santiago de Compostela - Padrón - Villagarcía de Arosa - Isla de La Toja

En nuestra tercera jornada en Santiago nos dimos un buen madrugón porque el día anterior nos habíamos estado informando sobre visitar el interior de la catedral y especialmente el Pórtico de la Gloria y nos avisaron que si no habíamos sido previsores y no teníamos cita previa la única posibilidad era estar en la taquilla de entrada bien temprano con la intención de poder conseguir entradas, aunque no nos prometían nada, al contrario, dijeron que era muy complicado, además a nosotros no nos valía visitarla a cualquier hora, ya que habíamos previsto quedar para almorzar ese mismo día con unos amigos. 

No nos pilló de nuevas el asunto de las entradas diarias limitadas porque yo ya había tenido la intención de comprarlas por Internet, pero entre que no estuvimos seguros de qué día podíamos quedar con los amigos, y que estábamos pendientes del tiempo, para salir en coche el día que disfrutáramos de mejor tiempo, finalmente cuando intenté comprar las entradas ya estaban completamente agotadas. Pero como la esperanza es lo último que se pierde y somos de la opinión de a quien madruga Dios le ayuda, nos plantamos en la taquilla minutos antes de que abrieran. ¡Y sí! ¡Pudimos acceder! ¡Compramos los tickets, casi los únicos que quedaban para ese día y encima eran para ese mismo momento, en la primera visita guiada que estaba programada para ese día! ¡La suerte no sonrió una vez más!

Además de tener la suerte de poder acceder, el Pórtico de la Gloria había sido recientemente restaurado y lo cierto es que pudimos disfrutarlo enormemente. Si no lo han visitado les diré que bien merece la pena hacerlo. El pórtico en general es maravilloso. Lo explican paso a paso, zona a zona, figura a figura. Los apóstoles, los profetas, hadas, leyendas, animales,... es complicado explicar para mi limitado talento de comunicador una obra maestra tan mayúscula como el Pórtico de la Gloria. Pero la catedral no es sólo el Pórtico, también están sus torres, como la del reloj, la de la carraca, o la de las campanas, así como el altar mayor, el coro, la capilla mayor, el famosísimo botafumeiro y especialmente la cripta sepulcral donde se halla el sepulcro del Apóstol Santiago. Gran parte de perímetro del interior de la catedral se encuentran las distintas capillas, y también visitamos el claustro interior y unos balcones que poseen unas colosales vistas a la plaza del Obradoiro, que significaron para nosotros ya el colofón final a una visita enormemente gratificante.

Regresamos al hotel para coger el coche y pusimos rumbo a Padrón, una localidad interior a una media hora en coche desde nuestro hotel de Santiago. Aparcamos junto al mercado de abastos, con vistas al río Sar, que atraviesa Padrón. Pasamos por el paseo del Espolón y nos detuvimos a contemplar las esculturas a Rosalía de Castro y a Camilo José Cela, ambos escritores muy vinculados a la localidad. Paseamos por el centro del pueblo, muy bonito, con las edificaciones de piedra, todo en conjunto extraordinariamente cuidado. Cruzamos el puente en dirección a la Parroquia de Santiago de Padrón. En su interior está el Pedrón, que con el paso de los años dio nombre al pueblo, así como también un fabuloso púlpito de piedra.

Montamos en el coche camino a Villagarcía de Arosa donde habíamos quedado con unos amigos míos, que se acercaban desde Vigo. Quedamos en el restaurante que nuestro amigo había reservado, A Castelara.

Hacía tiempo que habíamos dicho de quedar, y finalmente lo conseguimos. Uno de los puntos fuertes de Galicia es sin duda la comida, pero para mí otro punto sobresaliente son sus gentes. Compartimos como entradas unas estupendas almejas de carril y unos calamaritos y como plato principal un arroz con zamburiñas para chuparse los dedos y un buen rato de conversación. Todo ello regado con un estupendo vino blanco gallego al que sólo me permití dar un sorbo, que es el precio que hay que pagar por conducir.

Nos acercamos a la Isla de la Toja todos juntos -bueno, en dos coches- atravesamos el puente (tanto Pepi como los niños se quedaron fritos en el trayecto) y dejamos los coches casi a la entrada. Paseamos junto al Atlántico camino de la curiosa y original Ermida de San Caralampio, con toda la fachada cubierta de conchas pintadas de blanco.  Pasamos junto al casino de La Toja y tomamos un café en una terraza. Allí nos despedimos y regresamos a Santiago, de la que nos separaba poco más de una hora de carretera rodeada de bosque frondosos de un verde intenso.

Aparcamos el coche en el parking del hotel y bajamos otra vez al centro a ver la Catedral y el centro con iluminación nocturna. Miguelito decía que tenía hambre y picamos unas tapas en la Rúa do Franco, pero sólo él y yo, porque ni Pepi ni Sofía tenían hambre. Qué bien entró la Estrella Galicia. Regresamos al hotel, ducha y a descansar, que al día siguiente teníamos previsto bastante meneo.






domingo, 1 de septiembre de 2019

Santiago de Compostela

Despertamos algo más tarde de lo que solemos en un viaje, y es que el primer día habíamos sufrido un madrugón de aúpa y tocaba recuperar algo de sueño. Además ese día teníamos previsto patear las calles de Santiago Compostela, de manera que nos vestimos con ropa fresca, calzado cómodo justo antes de bajar a desayunar al comedor del hotel.

Abandonamos el hotel con la idea fija de pasar temprano por el Mercado de Abastos. La idea era ir a deleitarnos la vista con los productos frescos que allí se ofrecen. Ostras, bogavantes, cigalas, gambones, bueyes de mar, centollos, mejillones, nécoras, percebes, navajas, almejas de carril... el mar esta allí, sobre el mármol de los mostradores, entraba por los ojos y el olfato, parecía que salpicaba la espuma de las olas en el rostro. Decidimos que teníamos que darnos una mariscada en ese mismo momento, pero aún era pronto. Antes queríamos presentarnos ante el monumento más fotografiado de Galicia: la Catedral de Santiago.

Bajamos por la Plaza de Cervantes para que Miguelito pudiera saludar a la estatua de su tocayo Miguel de Cervantes, que da nombre a su colegio en Fuengirola. Había bastante ajetreo por las calles del centro, no era agobiante pues aún era temprano pero ya comenzaba a animarse más de lo que me gusta. Llegamos a la Plaza del Obradoiro por el pasaje que le une con la Plaza de la Inmaculada. Había un hombre tocando la gaita, lo que significó una estupenda banda sonora para nuestro primer contacto con la Plaza del Obradoiro. Además la acústica del pasaje hacía que la gaita se escuchase estupendamente desde la misma plaza.

Independientemente de la historia que abraza a la Catedral es un monumento impresionante. Además, la fachada del Obradoiro estaba recién restaurada y la contemplación que tuvimos desde la plaza bajo un cielo luminoso fue espléndida. Intentamos meternos en selfies con la fachada de fondo, tarea que no resulta sencilla.

En la misma Plaza del Obradoiro, a la derecha si estás mirando de frente a la fachada del Obradoiro, está el Colegio de San Jerónimo, actualmente sede del Rectorado de la Universidad, que su fachada ostenta un maravilloso pórtico medieval. Accedimos a visitar su coqueto claustro interior. Además es reseñable una fastuosa escalera de piedra en el interior del edificio.

Justo enfrente de la fachada del Obradoiro está situado el imponente edificio de fachada neoclásica afrancesada del Palacio de Rajoy, actual edificio del Ayuntamiento de Santiago y Sede de la Xunta. Sobre el frontón central está la escultura ecuestre de Santiago Matamoros blandiendo una espada en alto. Esa misma tarde nos contó la guía de la visita turística que realizamos que la escultura últimamente estaba en el centro del disparadero  pues en estos tiempos de borrar la historia que no es políticamente correcta, se había vuelto, digamos, una piedra en el zapato de algún político, y se rumoreaba que la iban a sustituir o hacer desaparecer de un lugar tan vistoso. Cosas de la hipocresía política.

A la izquierda está el Hospital Real de los Reyes Católicos, hoy día Parador de Santiago. Fue erigido por los Reyes Católicos para atender a aquellos peregrinos que lo necesitasen al final del camino. Accedimos a visitar su interior, especialmente sus patios, algo que recomiendo a cualquiera que visite Santiago. Es un lugar perfecto para realizar un alto y tomar un café en la cafetería. Mejores vistas de Santiago a la Catedral no creo que haya.


Rodeamos toda la Catedral, tranquila y distraídamente, sin prisas, fotos por aquí, fotos por allí. Casi sin darnos cuenta llegó la hora de almorzar y como habíamos decidido obsequiarnos con una mariscada (yo era a las claras el que tenía más ganas), bajamos al Mercado de Abastos y en acuerdo con un Local en la Nave 5 seleccionamos los productos que queríamos almorzar y se los llevamos a ellos. Mejillones, percebes, navajas, zamburiñas, almejas de carril, buey de mar y centollo. Aparte acompañamos la mariscada con empanadilla de pisto y pimientos de Padrón mientras regamos nuestros buches con estupendos albariños y ribeiros. ¡Ya estaba el día echado! Como no tenía que conducir para ese día, aproveché.

Nos acercamos al hotel a soltar unos pequeños recuerdos que acabábamos de comprar y regresamos a la plaza del Obradoiro para una visita turística que teníamos prevista hacer y que comenzaba allí. La visita comenzó con un resumen histórico de la historia de Compostela, del porqué de su nombre, del porqué de la peregrinación y de la importancia de esta peregrinación en la historia de la región, España y de la humanidad. También nos explicaron con bastante detenimiento los detalles reseñables de las distintas fachadas de la catedral, así como las diversas modificaciones que se pueden distinguir en la que la catedral y que la ha afectado al cabo de los siglos. Rodeamos la catedral entera y la visita nos llevó prácticamente toda la tarde.

Paseamos por la Rúa do Franco, y por callejones de entrerrúas, locales históricos, iglesias, conventos, prazas y parques y recomendaron darse una mariscada comprando los mariscos en el Mercado de Abastos para después tomarlos en La Nave 5. Justo lo que nosotros habíamos hecho ese mismo día. Vimos el Arco de Mazarelos, uno de los pocos rastros que quedan de la muralla medieval. Por ella se suponen que entraban los peregrinos que llegaban por la Vía de la Plata.

Cuando acabó la visita guiada, antes de que anocheciera decidimos acercarnos al Parque Alameda, pulmón y extraordinario parque histórico de Santiago. Dimos un largo paseo, nos fotografiamos con la escultura de Valle Inclán, con Las Dos Marías, y sobretodo admiramos sus formidables árboles, fuentes y esculturas. Hay un mirador desde donde se disfrutan de estupendas vistas al centro monumental de Santiago. En un banco desde el mirador pasamos un buen rato contemplando el perfil de la ciudad. Paseamos hasta que el atardecer cayó sobre nosotros.

Decidimos bajar de nuevo al centro y picar algo antes de regresar al hotel. A Pepi le habían recomendado Bar La Tita, y allí fuimos. Estaba abarrotado, por lo que dedujimos que era buena recomendación. Esperamos un rato pequeño y nos dieron mesa. Probamos el pulpo a la gallega unas zamburiñas -que nos encantan a todos- y la tortilla de patatas, que es poco hecha como suele gustar por el norte. La noche estrellada cubría Santiago, y todavía decidimos regresar a la Plaza del Obradoiro, con la intención de ver la Catedral con las luces nocturnas, que es tan recomendable como verla por el día. Nos sentamos en el centro de la plaza del Obradoiro un buen rato para disfrutar de las vistas y tras un buen rato charlando con los niños sobre algunas de las historias que envuelven a la catedral bajamos a paso cansado camino del hotel. En las caras se nos dibujaba la fatiga del día. Todos necesitábamos una ducha y un buen descanso y así lo hicimos.

sábado, 31 de agosto de 2019

Santiago de Compostela - Pontevedra - Combarro

Cada año en agosto solemos coincidir que en casa estamos todos de vacaciones y, si la economía lo permite, intentamos hacer una escapada, preferiblemente a algún lugar que no conozcamos. En estas vacaciones teníamos pensado ir a conocer Galicia. No al completo, porque programamos un viaje de de 3 noches y es imposible recorrer una comunidad con tantos atractivos completamente, aunque sí que estiramos los días todo lo que pudimos.

Llegamos a Santiago en avión, salimos desde Málaga en vuelo directo aún de noche, de manera que vimos amanecer desde la ventanilla del avión. Lo primero que hicimos al aterrizar fue recoger el coche que habíamos reservado por Internet. Nos recogieron en una furgoneta en el mismo aeropuerto y desde allí nos llevaron a la sede donde nos entregaron el coche, un amplio KIA Sportage y con él nos acercamos al hotel para soltar las maletas y bajamos a desayunar a una cafetería que había junto al hotel. ¡Sofía tomó churros!

La idea del primer día era aprovechar que se pronosticaba un día fabuloso y acercarnos a Pontevedra, que estaba a unos tres cuartos de hora por carretera desde nuestro hotel en Santiago de Compostola.

Pontevedra es preciosa. Nuestro primer contacto con la ciudad fue la Iglesia de la Virgen Peregrina. Había mucho ambiente por la ciudad, entre que era agosto y que hacía un día maravilloso, todo el mundo se había lanzado a las calles. Paseamos por el casco antiguo, y nos detuvimos en la fuente de los Jardines de Castro Sampedro, cerca del Convento de San Francisco para hacernos unas fotografías. Seguimos hasta la Parroquia de San Bartolomé, que está a muy pocos pasos del Mercado Municipal de Pontevedra y como en casa somos bastante aficionados a visitar los mercados, y más en localidad con puerto, pues allí nos presentamos. Ya estaban recogiendo aunque pudimos ver muchos de los puestos con todo el pescado expuesto.

Nos gustó mucho el exterior del Pazo de Mugartegui. Está reformado interiormente pero no es un lugar visitable, ya que es de ámbito privado. Callejeamos hasta la casa donde vivió Valle Inclán, junto al Cruceiro de la Plaza de las Cinco Rúas. La verdad es que era un sitio encantador para vivir.

A pocos metros de la casa de Valle Inclán está la Basílica de Santa María la Mayor, lugar destacado dentro de Pontevedra. La fachada es impresionante. Es un edificio de estilo gótico, pero al estar tan cerca de un mar tan bravo se nota que el salitre ha afectado su piedra, si bien interiormente está bastante mejor de lo esperado. A mí me gustó mucho. Y aunque es gótico no es un gótico canónico, Podría haber pasado allí una hora tranquilamente contemplando los detalles de su arquitectura, pero no disponíamos de tanto tiempo.

Desde allí paseamos un poco por el centro buscando una mesa sobre la que rellenar el tanque. Yo andaba loco por tomar una Estrella Galicia, y los niños estaban locos por sentarse a descansar y bueno, también probamos unos pimientos del padrón, calamares fritos, una buena carne y de postre probamos la tarta de Santiago. Muy típico todo.

Deambulamos un rato por Pontevedra casi como despedida, porque nuestra intención era regresar al coche y acercarnos al O Convento de Poio, que pillaba camino de Combarro. Allí visitamos el Monasterio de San Juan, hoy una hospedería, y a la entrada contemplamos uno de los hórreos más largos de toda Galicia. Realizamos una visita corta y seguimos en dirección a Combarro.

Combarro es famoso por su gran cantidad de hórreos en primerísima línea de playa. Si buscan en Internet las palabras "hórreo Galicia" es muy probable que encuentren muchas fotos y la mayoría sean precisamente de los hórreos de Combarro, que es un pueblo precioso, chiquito y pintoresco, con balcones y callejuelas estrechas  de piedra. Una visita obligada. Un lugar ideal para perderse por sus esquinas. Como no disponíamos de todo el tiempo que nos gustaría, no lo malgastamos mucho y paseamos sin demasiada dejadez.

Desde Combarro de camino a Santiago de Compostela dimos un pequeño rodeo para acercarnos a Sanxenxo y a visitar la Hermita de la Lanzada. Las vistas desde allí son sensacionales. Se respiraba una paz y una tranquilidad sobrecogedoras. Me hubiera quedado allí hasta el atardecer pero todos estábamos cansados y aún quedaba un rato en coche de vuelta a Santiago.

Dejamos el coche en el parking del hotel y fuimos a buscar un lugar donde tomar algo antes de regresar a la habitación. Yo había estado conduciendo y no me permití tomarme una copa de vino de las Rías Baixas, pero una vez aparcado el coche aproveché. El día había sido largo y provechoso, y además había que descansar porque al día siguiente teníamos también una agenda bastante cargada. 

viernes, 9 de agosto de 2019

Playa y pintura

Recién regresado de Laujar de Andarax nos tiramos todo el día en la playa, deshicimos las maletas, recogimos líos y echamos el día tumbado en la arena, unos espeto, una siesta junto a la brisa marina y a descansar. No tanto por lo que teníamos por detrás como lo que nos esperaba por delante.

Se nos venían encima días de pintura, y no de ver cuadros en un museo, como a cualquier amante del arte gustaría, sino, pintar paredes y techo con pintura plástica, y lo que es peor, sacar todas las cosas para mover los muebles. Que se dice pronto pero uno comienza a acumular cosas casi sin querer y cuando se da cuenta hay una cantidad enorme de trastos inútiles de los que hay que deshacerse.


Tres largos días tardamos en pintar la casa, eso sí, nos ayudó un pintor. Nosotros quitábamos todos los cuadros, enchufes, y muebles, y dejábamos las paredes limpias y listas para que el pintor hiciese su trabajo con el mínimo estorbo posible. Así cuarto tras cuarto. Di gracias por una vez por no tener más habitaciones de las que tenemos. Una vez secada la pintura a devolver las cosas a su sitio, a ser posible tirar todo lo innecesario y colocar ordenadamente de vuelta todo a su sitio. 

Una vez que terminamos de pintar la casa, y nos vimos en el sofá, derrotados, con más o menos todo en su sitio, en ese momento, hubiésemos repetido los días de descanso anteriores.


domingo, 4 de agosto de 2019

Una escapada a Laujar de Andarax

Llegó agosto y desde el mismo primer día de agosto le abrí la puerta de par en par a mis vacaciones. ¿y qué mejor comienzo de vacaciones que una escapada a un hotel rural un par de noches? Exactamente eso fue lo que hicimos. Este año comenzamos las vacaciones a los pies del Parque Nacional de Sierra Nevada, en Laujar de Andarax, en la falda almeriense, y lo hicimos acompañados de nuestros amigos Sagri y Miguel y sus niños Dani, Jaime y Gabriel, y también de Juani y Nicolás.

Estos fines de semana se resumen muy acertadamente con palabras como siesta, estupenda compañía, risas, lecturas y buen yantar. Todas en su adecuada proporción. No hay mucho que contar salvo que comimos más de la cuenta, nos bañamos en la añorada última hora de la tarde y salíamos a cenar cuando el cielo empezaba a difuminar sus colores y las estrellas a asomar su brillo.

Por las mañanas, después de un abundante a la vez que relajado desayuno solíamos dar paseos. No excesivamente cansados pero sí lo suficiente como para merecer una cerveza fría que llevarse al gaznate. Y después del almuerzo, probablemente no con tanto merecimiento pero sí con idénticas ganas llegaba la siesta.

Días en los que hay poco que contar, pero mucho que vivir. No estrés y como dice la canción de Radiohead, no surprises.

miércoles, 31 de julio de 2019

Mattiel en la Fábrica de Cervezas Victoria

Me enteré que venía Mattiel a cantar a Málaga y que lo hacía a la Fábrica de Cervezas Victoria, un lugar que desde hacía tiempo tenía ganas de conocer. Actuaba en torno al festival Canela Party pero cuando quise comprar las entradas, ya se habían agotado. Primero no estaba seguro de poder ir y segundo no tenía con nadie con la que acudir. Al final mi amigo Rafa me dijo que podría venir y rápidamente me puse a buscar entradas por las redes sociales como un loco. Hubo suerte y conseguí. Así que allí nos presentamos.

Tocaron de teloneras Dreyma (soñar en islandés), un dúo de Dream-core de Málaga que la verdad es que estuvieron bastante bien. Se las vio muy a gusto en un entorno tan bonito.

Mattiel salió a ofrecer un concierto cargada de energía. El sonido fue estupendo, la cerveza fría, el ambiente acompañaba y a ella se la vio con ganas. Lo cierto es que el sonido y la acústica estuvieron fantástico desde el primer tema hasta el último. A mí me ganaron desde el inicio. La voz estupenda, las guitarras, en las que siempre presto especial atención, derrochando clase, con un estilo cercano, a veces, al glamrock. ¡Me encantó Millionaire! Muy sixties pero muy actual.

Al final del concierto pudimos charlar con uno de los guitarras y también con Mattiel. Lo pasamos muy bien. ¡Ah, y la cerveza era gratis!