Martín Caparrós es el ejemplo de periodista vocacional. Antes de cumplir la mayoría de edad ya estaba colaborando con periódicos de su ciudad natal en Buenos Aires. A muy tierna edad se vio exiliado en París y también en Madrid durante la dictadura militar Argentina. Trabajó como traductor, colaborador en el diario El País. Con el regreso de la democracia a Argentina retornó a Buenos Aires para trabajar y para escribir. Se ha pasado la mayor parte de su vida recorriendo el mundo. Es ensayista, cronista, novelistas y columnista en periódicos como el New York Times. Una vida más que aprovechada.
No es un libro que yo suela recomendar, porque tras leerlo algo cambia dentro de uno y probablemente algo de mi ingenuidad se perdió en el camino de sus capítulos. La inocencia humana es agredida entre sus páginas múltiples veces. La honradez aparece pisoteada, los derechos se muestran arrancados de las páginas de las vidas de muchas personas. Parece imposible lo que lees, aunque es crónica social. No terminas de creértelo, pero es así. No todos los niños viajan a Disney.
Al llegar a casa, coloqué el libro en una estantería alta de casa, algo apartado, retirado de la vista diaria. Es un tremendo orgullo tener un libro suyo firmado, pero mientras espero que las hojas verdes de mi ingenuidad renazcan, no me acercaré a él. Por sana precaución para mi descanso interior.
Nota: Miguel Simón fue quien me acompañó. Creo que él estaba tan interesado como yo en asistir.
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