La Iguana, el líder de The Stooges, el carismático cantante del punk de los años 70 venía al Starlite de Marbella. Yo no podía faltar. No quería faltar. Un miércoles de agosto, recién estrenada mis vacaciones de verano me presenté con mi amigo Iker a ver Iggy Pop sobre el escenario de La Cantera de Nagüeles. Venía presentando su último disco, Every Loser, pero venía sin la banda que le acompañó en la grabación del disco y en sus últimos conciertos. La banda en cuestión eran Andrew Watt (guitarrista y productor de The Rolling Stones por ejemplo), Duff McKagan (bajista de Guns N' Roses), Chad Smith (batería de Red Hot Chili Peppers). Además en el disco participan músicos de la talla de Stone Gossard (Pearl jam), Dave Navarro (Ex Jane's Addiction) o Josh Klinghoffer, o el tristemente fallecido Taylor Hawkins. Como ven Iggy Pop sabe rodearse.
Algo después de las 22:00 de la noche apareció la banda que le acompañaban siete músicos sobre el escenario. No era poca cosa. Para comenzar venía utilizando una canción de Noveller, la turbadora Rune, la propia Sarah Lipstate estaba sobre el escenario con su guitarra y arco en mano. Lo disfruté muchísimo porque me había enamorado de la canción y la tenía muy machacada desde antes del concierto. La canción va acabando con suavidad, como si se descorriera un velo para dar paso a alguien. Ese era el torbellino de Iggy Pop que entró en el escenario como si le corriera el diablo por las venas, una jauría de perros ladraban de fondo, Iggy se arrancó el chaleco, lanzándolo con vigor. El bajo suena con energía desbordante. La batería tronando y unos vientos marcando el territorio. Teníamos Five Foot One encima. Un tema de finales de los 70, una declaración de intenciones. No había terminado y sin respiro gritó un enérgico Looooord y así dio comienzo TV Eye. El sonido era fantástico y tras un irreverente y breve saludo, introdujo uno de sus temas nuevos, Modern Day Rip Off, que no tiene nada que desmerecer a sus clásicos. Sonó cruda y afilada. Le siguió Raw Power que fue una sacudida de fibrosas contorsiones. ¿Iggy Pop en plena forma? Si no lo está hay que preguntarse cómo sería este animal de escenario en los tiempos en los que las drogas corrían por sus venas y la juventud era el hilo del que pendían sus días.
Pero hace mucho que Iggy le dio un manotazo a las drogas, ahora sus únicas drogas son el vino y algo de marihuana le leí en una entrevista. A pesar de ello sigue viviendo el peligro de la vida. Gimme Danger siguió para serenar el ambiente. Una pequeña pausa antes de la lujuria. La voz de Iggy se ha vuelto cavernaria, rasca como las garras de un águila imperial. Uno de sus himnos estaba al caer como una bomba atómica. The passenger la cantó hasta la más estirada pareja pija del Starlite. Hay cosas que están fuera de clases. La música siempre lo fue. No llevábamos ni media hora de concierto y Iggy ya tenía al público en la vigorosa palma de su mano. Ya saben el estribillo que dice algo así como Everything looks good tonight, la la, la-la-la-la... Los vientos jugaron un papel maravilloso en esta canción. El público jaleado por Iggy cantaban como escolares dirigidos por su maestro un día de ensayo. Iggy jugaba con el público. Fuckin' Cool. Lo que venía iba a hacer temblar el cielo estrellado del auditorio. Lust for life! Bowie estaba de visita en Marbella. Buen trabajo realizaron Iggy y Bowie con este tema. Con un ukelele Bowie creó la música y la letra corrió a cargo de Iggy. Una pegadiza canción que nació en 1977 y renació en 1966 con la banda sonora de la película Trainspotting. Fiesta punk en el Starlite.
Llegó el momento de serenar las aguas del concierto y entrar en The Endless Sea, una canción que comienza como si una película de intriga estuviese a punto de comenzar, un misterio hay escondido en algún rincón de esta canción. El bajo comienza a seguir el ritmo de la batería como un gato sobre un vertiginoso tejado de zinc. Hay algo sigiloso y enigmático encerrado en esta canción. No se ve el mar desde la Cantera de Nagüeles pero se puede respirar. Iggy baja a la arena inexistente del patio de butacas, allí donde los dioses son adorados. El servicio de seguridad del concierto no da abasto, la marea del público ruge al ritmo que la Iguana menea su cintura. I really think you better go home to the fuckin' endless sea.
Iggy dice que cuando está de vacaciones no va a fuckin' Marbella, él va un fuckin' Death Trip, Baby! Así comienza el vertiginoso ritmo de Death Trip. Los Stooges vuelven a la carga. Iggy escupe con furia como muestra de rabia escénica. Es algo que tendrá más que ensayado, o aprendido, pero funciona. El punk es antisocial. El punk es irreverente y descarado. Iggy actúa como tal. Es parte de su esencia, parte de la escena.
El punk da paso a una balada con sonidos atmosféricos y una trompeta como protagonista. La guitarra tiene un lugar secundario. Siempre pensé que I'm sick of you tiene mucho de The Doors. Una canción que es un arrebato sincero de hastío. La ruptura musical por excelencia. La alarga, para y sigue, se pone el micrófono en sus partes, hay mucho de ensayo en sus gestos. La trompeta me tiene engatusado, hay jazz en esa trompeta. Iggy termina ladrando. Se vienen las fauces más feroces de la Iguana que quiere ser perro. I wanna be your dog. Un himno de obediencia y lealtad. Quiere sentarse junto a su dueño, quiere ser su perro. Las trompetas me traen loco. Estoy maravillado. No esperaba esos vientos en un concierto de punk, se acerca el momento del solo de guitarra, uno de los más influyentes del rock. Hendrix parece estar por ese solo, pero es punk. El de Michigan juega con su pelo largo y hace cantar al público mientras incita su garganta en un momento de éxtasis. Busca algo y lo encuentra, lo busca para destruirlo. Search and destroy es un alegato a la provocación. Una de las mejores letras que la música ha conocido:
I'm a streetwalking cheetah with a heart full of napalm
I'm a runaway son of a nuclear A-bomb
I am the world's forgotten boy
The one who searches and destroys
Soy un guepardo de las calles con un corazón lleno de napalm
Soy un hijo fugitivo de la bomba nuclear.
Soy un niño olvidado por el mundo,
el que busca y destruye.
Tanta intensidad ha afectado a la guitarrista, se la ve mareada, por un momento Sarah Lipstate abandona el escenario. Iggy no se percata, está tirado en el suelo, ha lanzado el micrófono haciendo justicia a la destrucción que tanto busca. El concierto parece acabado pero todos sabemos que volverá en los bises. Eso esperamos.
Vuelve al escenario de la mano de Bowie con Mass production que es una canción que Iggy tenía olvidada en su disco Idiot (1977), que tuvo a Bowie como productor. Es, a mi juicio, la más Bowie de las canciones de Iggy. Tiene ese sonido tan industrial, de línea de producción alemana. Esta canción fue una huida de la cocaína, o un intento. El primer paso para la superación, un largo camino que les llevaría los bajos fondos de la desesperación, a lo más bajo de un largo camino, Down on the street es el siguiente tema.
Ahora hace un alegato, apartemos los móviles, disfrutemos del momento, no pongamos muros en nuestras experiencias. No walls que grita la letra. La letra pide que estemos concentrados, focus que dicen ahora los jóvenes, que tengamos una real O-Mind, que es algo así como cuando la mente funciona como una unidad, colectivamente, para un momento después liberarse con Loose. Hay algo de contradicción en esta canción. Se siente suelto, flotando (loose) y la meterá bien adentro (I'll stick it deep inside), haciendo un juego de palabras entre la aguja en su brazo y su polla en una groupie. Así eran las cosas hace 50 años. Definitivamente Sarah Lipstate tiene que abandonar el escenario. No ha podido superar el mareo.
El concierto está llegando a su fin. Su single más actual va a cerrar el concierto. Se acelera en un ritmo frenético, los vientos maravillosos del día suenan alocados, la guitarra sube y baja de trastes, el batería regala un ritmo impetuoso, sin la más mínima moderación. Frenzy es pura energía. Iggy se va hacia el centro del escenario. Nadie duda que este hombre de 76 ha dado más de lo esperado. No sólo hoy, sino también en la vida. Más de una hora y media de ritmo enloquecido, desenfrenado. Me quedé con las ganas de algún tema suyo, pero volvería de nuevo por lo mismo. Gracias Iggy.