En una pequeña y coqueta sala en la segunda planta del Museo Thyssen de Málaga había una selección de aguafuertes del artista veneciano Giovanni Battista Piranesi. De él se han escrito mil libros y yo poco puedo aportar sobre su personalidad, su obra o sus andanzas. Lo único que puedo contar en este diminuto espacio de la red, en el que en ocasiones suelto mis opiniones y pensamientos, es que siempre me he sentido atraído por esos juegos visuales en el que se muestran figuras pero no se ven directamente, que hay que dedicarle algo de atención. Es como si el pintor, o el fotógrafo quisieran plantear un juego, una búsqueda, tal vez un diálogo entre el autor y el observador. Una especie de trampantojos artísticos.
Por alguna razón siempre me han llamado la atención, desde los elásticos figuras de Dalí, pasando por los rigurosos juegos de sombras de Chirico o por la imaginación geométrica de Escher -¡Cuánto disfruté la exposición de Escher en Madrid!- Todos me han parecido fascinantes. Cada uno con sus virtudes y sus peculiaridades.
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