Terminamos mi santa y yo de ver la tercera temporada de Breaking Bad y al día siguiente, sin pensarlo, comenzamos la cuarta temporada, que es algo así como romper nuestras propias costumbres, ya que solemos intercalar series, y así mezclar unas con otras para no perder el hilo de ninguna y para mantener la tensión en todas, pero estábamos tan ansiosos por saber qué era lo próximo que ocurriría en la serie, nos dejó tan boquiabiertos en final de esta temporada, que no podíamos esperar y al día siguiente ni lo dudamos.
El cautivador atractivo de los nuevos personajes, entre ellos el enigmático Gus, distante e impredecible; el alocado y disciplinado Gale, tan sonriente como desubicado; Saul, el abogado más rastrero y corrupto en la historia de las series de televisión; Mike, el soldado más fiel y eficaz que se pueda encontrar; sin olvidar la impronta ganada por Scarlet y Marie en esta temporada o el inesperado desenlace de Hank. Por si fuese poco aún añadimos la insospechada rehabilitación de Jesse Pinkman o el hecho de poder compartir minutos con la calculadora mente de Walter White. A mi juicio un atractivo ineludible.
Puro divertimento. Puro sobrecogimiento. No esperen a que se lo cuenten. Engánchense.
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